Desde que el crítico de cine James Quandt estableciera la etiqueta New French Extremity (a raíz del estreno de 'Twentynine Palms' de Bruno Dumont) en la revista Artforum en el año 2004, han sido muchos los creadores que albergados bajo el paraguas de dicha nomenclatura. En un espacio monopolizado (evidentemente) por hombres cis como Gaspar Noé, Philippe Grandrieux, Alexandre Aja o la dupla formada por Bustillo & Maury, pronto brillaron propuestas que venían firmadas por Catherine Breillat, Claire Denis, Marina de Van o Virginie Despentes.
Dentro de esa concepción de un cine que ha sido catalogado como radical, existencialista e hiperviolento, se sumaba también cierta mirada en contra del patriarcado a través de dichas cineastas, quienes optaban por explorar el horror, el sexo y las parafilias desde el un punto de vista de empoderamiento femenino. El relevo generacional ha llegado (de momento) con dos nombres: Coralie Fargeat, que estrenaba 'Revenge' en 2017, y Julia Ducournau, quien tras 'Crudo' en 2016, este 2021 ha hecho historia al convertirse en la segunda mujer en ganar la Palma de Oro en Cannes (hay que remontarse a 1993 y el premio compartido de Jane Campion por 'El piano') con 'Titane'.
"Gracias al jurado por dejar entrar a los monstruos", decía la propia realizadora a recoger su galardón. Y no hay frase que pueda definir mejor una de las principales tesis sobre las que se construye su segundo largometraje, en la que sigue explorando cierta tendencia al body horror, el cual se hace tangible de forma poco alegórica y en plena sintonía con un discurso posicionado junto a la otra de las tesis que defiende: su discurso sobre la identidad de género.
De la misma forma en la que abraza 'Crash' de David Cronenberg (en una suerte de reformulación de esta más que obvia) y 'Christine' de John Carpenter (atreviéndose a plasmar lo que no vimos con aquel Plymouth Fury del 58), Agathe Rousselle no solo tiene la escena de sexo más memorable en años (con un Cadillac), sino que en la formulación del personaje de Alexia nos topamos de frente con aquella asociación entre lo queer y lo monstruoso, algo que ha estado presente en la historia del cine fantástico casi desde sus orígenes.
Dejando la mecanofilia a un lado, Ducournau vuelve a ir por derroteros que se alejan de cualquier tipo de convencionalismo, optando por cierta tendencia a lo radical (razón por la que se posiciona junto a los trabajos de Denis o De Van), tanto argumentalmente como en lo visual. Pese a ser su segunda película como directora, 'Titane' deja constancia de que existe un claro sello de autoría en ella, el cual pasa por la representación de un horror puramente físico, hasta las pulsiones de placer y muerte que provocan ciertos despuntes hacia un cine claramente visceral.
Coqueteando con la identidad de género, Rousselle se empodera como criatura que en los años treinta del siglo veinte hubiese sido leída como monstruo queer, una lectura con la que en 2021 Julia Ducournau ha encandilado a la crítica más académica, quienes la ensalzan como heredera de una Nueva (Nueva) Carne que también conecta con 'Tetsuo, el hombre de hierro' (en su segunda mitad, también bebe muy directamente de otra película, pero decir el título sería hacer spoiler), y que no han tenido en cuenta otra propuesta francesa con la que conecta la película: 'Baby blood', la bizarrada de 1990 en la que Emmanuelle Escourrou se quedaba embarazada de una criatura que le obligaba a convertirse en una implacable homicida.
Nota: 7
Lo mejor: Que vaya al límite en su cóctel de referencias y apuesta visual.
Lo peor: En su segunda mitad pierde la fuerza con la que estalla en su premisa.