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CRÍTICA

'Todo ha ido bien': La vida interrumpida

Crítica de 'Todo ha ido bien', dirigida y escrita por François Ozon. Basada en el libro autobiográfico de Emmanuèle Bernheim. Protagonizada por Sophie Marceau, André Dussollier y Géraldine Pailhas.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 28 de Enero 2022 | 09:25
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Si hay un cineasta prolífico en Francia, ese es François Ozon. El otrora enfant terrible du cinéma français realiza un filme de forma anual o bianual, siendo cada propuesta muy diferente a la anterior y en las que muestra una maravillosa versatilidad. Tras echar una mirada nostálgica a aquellos recuerdos y amores de juventud en 'Verano del 85', el cineasta vuelve a ponerse solemne, esta vez para rendir tributo a una íntima amiga suya, Emmanuèle Bernheim, fallecida tristemente en 2017, víctima de un cáncer de pulmón, la cual escribió en un libro autobiográfico titulado 'Todo ha ido bien', publicado en 2013, en el que narraba lo que vivió cuando tuvo que ayudar a morir a su padre, un afamado coleccionista de arte, en 2009.

Todo ha ido bien

Aunque Bernheim participó en el documental 'Être vivant et le savoir' de su amigo Alain Cavalier, a quien conocía desde hace 30 años, el cáncer interrumpió su relato sobre cómo ayudó a su progenitor a morir dignamente. Su reflexión salta a la ficción de la mano de otro amigo, pues Bernheim fue coguionista de varios filmes de Ozon, concretamente de 'Bajo la arena', 'Swimming Pool', '5x2 (Cinco veces dos)' y 'Ricky'. Con lo cual, el cineasta mira de forma solemne, pero cercana, una historia real que plantea un debate sobre la eutanasia.

A pesar de que el tema de la eutanasia ha sido el titular principal del filme, Ozon no busca entrar en debate éticos, políticos o sociales. O sea, aquellos que busquen una mirada crítica, social, colectiva o comprometida sobre el asunto, esta no es su película. Dada la extensa carrera de Ozon, sería tremendamente extraño que el cineasta, incluso desde su vertiente más seria, dejase su esencia para realizar un filme como si fuera Robert Guédiguian o los hermanos Dardenne. Advertido el público, queda dejarse llevar por un testimonio tremendamente personal, que sí recuerda que el morir dignamente sigue siendo algo reservado para las élites en Francia, las que pueden permitirse ir a Suiza para recibir el suicidio asistido.

Un homenaje a la fuerza interior de Emmanuèle Bernheim

Y es que 'Todo ha ido bien' es, ante todo, un homenaje a Emmanuèle Bernheim, como también a su hermana Pascale, única superviviente de la familia en la actualidad. De ahí, que sea Sophie Marceau su protagonista. Al poner el foco en las hijas y no en el padre, Ozon realiza también un retrato sobre cómo los familiares digieren ese último deseo en vida del enfermo y se convierten de forma obligada en los que tienen que buscar la forma de cumplir con esa voluntad.

Todo ha ido bien

En ese retrato, Ozon crea un filme en el que expone una situación en la que se intuye un ambiente familiar desestructurado, en el que las hijas tuvieron que padecer las consecuencias de un matrimonio fallido. Aquí el realizador, quien firma el guion de esta adaptación, acierta al crear una imagen nada condescendiente del enfermo que busca morirse, al ser un hombre tremendamente egoísta y cruel con sus hijas, hasta el punto de querer enfrentarlas para así mantener el dominio de la situación. Pero como sucede en la propia vida, nadie es del todo malo ni del todo bueno, porque esa actitud no ha impedido que sus vástagos lo valoren y quieran, pues es también un hombre culto, inteligente y que ha dejado como legado su sapiencia, mostrando así una madurez que, en cierta forma, reivindica esa fuerza interior de los personajes femeninos de Ozon.

Eso permite que 'Todo ha ido bien' pueda ser un drama solemne, pero que Ozon deje momento para respirar al espectador, con escenas humorísticas que recuerdan que la comedia, incluso en momentos de tensión dramática, tiene su propio espacio en la vida. Por otro lado, es admirable la manera en la que el cineasta sabe manejar una trama que detalla un largo proceso de varios meses y en los que hace un magistral ejercicio de elipsis, en los que aprovecha no solo para aligerar la carga dramática, sino para introducir ciertos elementos que aportan un mayor trasfondo al carácter y personalidad de los protagonistas.

El gran regreso de Sophie Marceau

Aunque Ozon maneja muy bien los tiempos, el filme no sería nada si no tuviera a pesos pesados de la interpretación francesa como protagonistas. Primero toca hablar de Sophie Marceau. La actriz regresa a la gran pantalla por todo lo alto con su primera colaboración con el cineasta, en un papel que parece hecho a su medida. Marceau transmite una generosidad casi sobrehumana, un afecto de hija muy real y concreto que logra crear conexión con el espectador. A su lado, una maravillosa Géraldine Pailhas como la hermana que protege la retaguardia emocional. Ambas ofrecen un sentido retrato de fraternidad femenina, de esa que, afortunadamente, está cada vez más presente en ficción.

Todo ha ido bien

Mención también a Charlotte Rampling y Hanna Schygulla. La primera, habitual de Ozon, vuelve a mostrar su magnífica presencia en pantalla y cómo es capaz de mostrar que un rostro hierático es capaz de decir mucho en su aparente frialdad. La segunda colabora por primera vez con el cineasta y su papel, el de la dama suiza que ayuda a las hermanas Bernheim a gestionar el traslado de su padre a Suiza y otras cuestiones sobre la eutanasia. En cierta forma, es un calentamiento para su próxima colaboración con Ozon, una más ambiciosa, al 'reencontrarse' con R.W. Fassbinder en 'Peter von Kant', donde el realizador rendirá tributo a una de sus máximas musas.

Por supuesto, es imposible obviar la interpretación de André Dussollier. El actor, en la vida real, es todo lo opuesto a su personaje y aquí se demuestra su magistral habilidad en la actuación. No es un personaje sencillo, más allá de ser un hombre huraño, egocéntrico y carente de empatía alguna; Dussollier debía dotarle de carisma, de verbo, de gracia y elegancia, todo ello postrado en una cama y con la mitad de la cara paralizada. Un ejercicio extremo que solo un grande como él podía defender.

Todo ha ido bien

'Todo ha ido bien' es una demostración de la constancia en lo referente a calidad cinematográfica. A diferencia de 'Gracias a Dios', en la que Ozon optó por un relato frío y distante debido a su temática; esta propuesta es la carta de amor y cariño del cineasta a su amiga y colaboradora y a esa fuerza interior que tenía. Una propuesta que, si bien aborda la eutanasia, debe apreciarse más bien como un notable drama familiar.

Nota: 8

Lo mejor: Las escenas entre Sophie Marceau y André Dussollier. El que Ozon no haya tenido condescendencia con su protagonista masculino.

Lo peor: No gustará a aquellos que busquen un filme más comprometido social y políticamente con la eutanasia.