No hagáis caso a los ojos vidriosos de Isabel Ordaz en 'Todo mujer'. Dicen mucho y nada es cierto, son contradictorios como Amalia, su personaje, que quiere morir pero sigue teniendo hambre. Y a la vez, esos ojos francos son la mejor ventana para llegar a entender la esencia poética del largometraje dirigido por Rafael Gordon, de la belleza de unos personajes enfermos crónicos.
La historia que propone 'Todo mujer' en cines no está hecha para todos, sólo para aquellos espectadores que deseen mirar más allá y calar en las heridas, propias y ajenas, para ver con otros ojos a la ermitaña que sobrevive como puede y sustenta este filme. Amalia es una mujer que vive entre las ruinas de una vida pasada y presente, entre las paredes de un palacete segoviano olvidado por todos, subsistiendo tan sólo con un huevo al día que le pone su gallina. Sin embargo, aún le quedan unas mínimas ganas de abrazar la vida cuando tiende su mano a un sin techo, el interpretado por Alfonso Arranz.
La actriz de 'La que se avecina' demuestra en este viaje interior, que recorre todos los recovecos de un personaje femenino muy potente en pantalla, su capacidad para enfrentarse con todos los registros habidos y por haber. El factor dramático de 'Todo mujer' lo sirve con mesura, sin meter el dedo en la herida pero sin perder la carga dramática, un punto que hay que agradecer al guión de la película, escrito también por Gordon.
Lo que no te esperas y agrada tanto en el filme es el alivio cómico en que se convierte Ordaz, enfundada en el traje de su esperpéntico personaje, al final de algunas escenas, poniendo una ligera nota de humor que desdramatiza lo acontecido anteriormente y es el eco de la verdadera motivación del personaje y de que los seres humanos recurrimos al humor por instinto en los revés que nos da la vida.
No obstante, al hacer un recorrido interior por el personaje de Isabel Ordaz y que éste sea el pilar fundamental gracias al que se construye la trama, perdemos interés por los personajes secundarios, en una especie de frustración por que realmente tengan algo interesante que aportar más allá de completar el puzzle de Amalia. Todos tienen ese cometido, añadir facetas a la ermitaña para hacer el retrato más completo posible, pero no todos funcionan por igual.
El que se queda más descolgado de todos es el intruso enamorado que permanece oculto en el palacete de Amalia, sobre todo por su actuación en el clímax de la película que, a pesar del sustento que se le da al personaje, no termina de ser una vía de paso eficaz para canalizar su dimensión oscura. Por otro lado, Julia Quintana, que interpreta a la hija de Amalia, no es más que un personaje accesorio y... ¿hasta qué punto necesario? Sólo Arantxa de Juan, en su papel de Erika junto a la pequeña Cecilia, consigue tener su "propio" protagonismo y diferenciarse de Amalia.
'Todo mujer' tiene el mérito de arriesgarse ante el espectador y proponerle una mirada diferente a través del surrealismo y de otra narrativa que tiene como referentes directos a Federico Fellini o Luis Buñuel. Desde el principio, jugar ese límite entre la realidad y la fantasía es una apuesta ganadora, así como pasar de una historia de personajes a hablar de un retrato colectivo de un único personaje.
Nota: 7
Lo mejor: El lenguaje narrativo e Isabel Ordaz.
Lo peor: Puede hacerse un tanto densa.