Ya lo dijo el novelista canadiense Denis Lord: "Un padre no es el que da la vida, eso sería demasiado fácil, un padre es el que da el amor". Ganadora del premio FIPRESCI en el Festival de Cannes; de cinco Premios del Cine Europeo, entre ellos el de mejor película, considerada mejor película extranjera por el Círculo de Críticos de Nueva York y candidata a los Oscar por parte de Alemania, es la favorita para llevarse el premio, llega 'Toni Erdmann', el tercer largometraje dirigido por Maren Ade.
Ines Conradi trabaja como consultora para una petrolífera en Bucarest. Su padre, un profesor de música retirado y que fue hippie en otra época, decide visitarle después de que su perro muriese. Entre ambos no hay prácticamente relación, ella es una mujer muy ocupada que está persiguiendo un contrato con un importante ejecutivo alemán, puesto que quiere trasladarse a Tailandia. La llegada de su padre desequilibrará todo, especialmente cuando éste se convierte en Toni Erdmann, un personaje estrafalario con el que pretende volver humanizar a su hija.
Entre la comedia y la melancolía
Maren Ade crea una fábula moderna que, realmente, es un cuento triste barnizado de comedia. Dividida en dos partes, la primera muestra la parte más incómoda, la del padre que quiere recuperar los lazos con su hija, es en esas imágenes cuando se puede ver el drama amargo que se esconde en esta cinta, una ejecutiva agresiva dedicada a ayudar a deslocalizar empresas y provocar despidos y que se ha olvidado de vivir, un padre testigo de la pérdida de valores que su generación transmitió, de fondo una fuerte crítica a la deshumanización del sistema actual, aquel que busca escalar sin límites. Las últimas secuencias que deja esta primera parte, la hora de la despedida, emanan una tristeza y una amargura espeluznantes.
Sin embargo, todo cambia en la siguiente parte, en la que la cinta se convierte en la genial comedia que es. La llegada de Toni Erdmann revoluciona la vida de Ines, convirtiendo a la cinta en una ácida sátira sobre lo absurdo de las situaciones lógicas y serias, provocando que el humorístico alter ego del padre de la mujer sea también el paradigma de la ausencia de realización plena en la sociedad actual. Y ahí es cuando entra la comedia, la carcajada, lo absurdo, que llega a desembocar en un completo y entrañable ridículo catártico con el que la directora reconcilia a padre e hija, primero con Whitney Houston de fondo y después en un abrazo que sirve de metáfora para una sociedad que ha desconectado de sus sentimientos y que los muestra cuando no se le puede ver. Quizás la cineasta no lo haya hecho intencionadamente, pero con 'Toni Erdmann' crea una película que también sirve de símil para la sociedad alemana actual y, por extensión, la del resto de Europa.
Una de las mejores películas del año
En medio del drama, la amargura, la comedia y el absurdo está el dúo protagonista: Peter Simonischek y Sandra Hüller. Dos contrapuestos, dos formas de entender la vida, dos generaciones, dos personajes que reunifican lo distante y lo cariñoso. Simonischek está fabuloso en su papel de padre irreverente, a su lado Hüller, una actriz transversal capaz de mostrar los lados más complejos de un personaje irritante y frío. Sin duda, una respuesta positiva a la hipnótica 'Elle', la obra maestra de Paul Verhoeven.
Quizás 'Toni Erdmann' no tenga la fórmula de la felicidad, la comedia y la melancolía en la cinta van de la mano, pero sí invita a una interesante reflexión sobre los objetivos que tiene una persona en la vida. ¿Vale la pena sacrificar la propia felicidad y autoestima en pos de mayor satisfacción laboral? Una pregunta que Maren Ade lanza y cuya respuesta reside en el Toni Erdmann que cada uno guarda escondido dentro de sí. La fábula termina y con ella la consagración de una las cineastas clave que, junto con 'Mustang' demuestran que el cine en clave femenina es huerto cuyos frutos han empezado a emerger y son de extraordinaria calidad y con muchas capas. Una obra maestra contemporánea, maravillosa.
Nota: 9
Lo mejor: Toni Erdmann, un personaje único.
Lo peor: Su metraje y que el público piense que está ante una película clásica feel-good europea.