Cuando en 2017 se anunció que estaba en marcha una secuela de 'Top Gun', uno de los títulos más icónicos del cine de los 80, surgió la sombra de la duda de la viabilidad de un proyecto que parecía un intento más de explotar la nostalgia, ese factor que ha provocado una auténtica ola de remakes, reboots, secuelas y demás intentos de traer el espíritu de antaño a la actualidad. Sin embargo, de tanto se obra el milagro y surge una joya inesperada que no solo supera al producto original, sino que muestra que es posible renovar el sentido de espíritu cinematográfico.
Porque 'Top Gun: Maverick' va mucho más allá de querer traer el factor nostalgia al público actual. 36 años después del estreno de la cinta original, considerada una de las más emblemáticas de los 80, un elemento que hace que sobresalga y se convierta por derecho propio en un filme autónomo es su conciencia de sí misma. Con guion de Ehren Kruger, Eric Warren Singer y Christopher McQuarrie, basado en una historia de Peter Craig y Justin Marks, era evidente que para que la cinta funcionase tocaba nombrar el pasado de puntillas, siendo consciente de que la barrera de tiempo era insalvable, incluso para los más nostálgicos.
Ser consciente de ese hándicap ha hecho del largometraje su principal fuerza, pues coge el espíritu de la cinta de 1986 y lo lleva a su propio terreno, deleitando al público con una historia completamente diferente, enmarcada en la realidad actualil y con la que el director del filme, Joseph Kosinski, aprovecha para crear un espectáculo visual a la altura de lo que sería 'Top Gun' en 2022, creando un virtuoso equilibrio entre la puesta por la mirada artesanal y la innovación técnica, provocando así una experiencia inmersiva al haber rodado con aviones reales sus secuencias de vuelo, lo que implica una serie de escenas que son puro deleite para la retina; así como también sonora, al envolver plenamente al espectador, dejando claro que se está ante una obra pensada para explorar las virtudes de una sala de cine.
Pero lo que eleva a 'Top Gun: Maverick' no solo es su cuidado aspecto técnico y visual, en la línea de producciones comerciales que apuestan por escenarios reales como 'Dune' o 'Tenet', sino también una historia que supera con creces a la mítica cinta de 1986. Precisamente, uno de los aspectos en los que flaqueaba el largometraje dirigido por Tony Scott era en su trama, provocando que 'Top Gun' fuese puro fuegos de artificio con actores carismáticos como mero reclamo comercial. Esta segunda parte cuida mucho su historia, la cual tiene una premisa digna de las últimas producciones de la saga 'Misión Imposible', de la que es una clara referencia (no solo porque en ambas producciones esté Tom Cruise, sino por la participación activa de Christopher McQuarrie, principal artífice del renovado ciclo que vive la franquicia).
Un milagro cinematográfico para deleitarlo en la gran pantalla
Sí, las piruetas en el aire son extraordinarias, pero 'Maverick' no olvida que dichas escenas son entrenamiento para enfrentarse a una amenaza bélica, en la que se corre el riesgo de perder vidas humanas. Ese aspecto se recalca mucho en la cinta, pues un simple fallo puede provocar que un piloto muera y dicho piloto tiene detrás una historia, una familia, unos sueños que pueden romperse. Aquí entra en escena la llegada de una nueva generación, jóvenes actores que no solo representan un relevo generacional, sino también que pueden morir antes de tiempo, algo que impacta más cuando el caído en combate apenas llega a la treintena.
En ese sentido, la cinta dota de personalidad a todos sus personajes, aunque su presencia sea testimonial. Destaca especialmente Miles Teller, quien físicamente se mimetiza en Anthony Edwards; aunque quien es un auténtico robaescenas es Glen Powell, pues su socarronería y su rivalidad con el personaje de Teller, hijo del fallecido Goose, emula a la que Tom Cruise tenía con Val Kilmer en el filme de 1986. Hablando de Val Kilmer, 'Maverick' sabe rendir homenaje al veterano actor, quien estaba luchando contra un cáncer de garganta en el momento en el que se rodó el filme, el cual tiene un momento en el que es imposible no emocionarse. Mención especial para Jennifer Connelly, cuyo personaje demuestra una fortaleza e independencia que recuerda que es importante cuidar los detalles, especialmente en lo referente a la representación de los papeles femeninos.
Aunque, por supuesto, nada de esto hubiera sido posible sin Tom Cruise. Dejando de lado sus polémicas relacionadas con su vida personal, es innegable que el actor es de la vieja escuela, en el mejor sentido de la expresión. Pocas estrellas tienen ese magnetismo del que goza aún el intérprete. Es más, el propio Cruise lo tiene muy presente, pues en una escena del filme lo llega a mencionar metafóricamente. Quizás Cruise represente a una generación que ha perdido su protagonismo en una era hipotecada al streaming, pero eso no significa que no sean capaces de dar batalla, ofreciendo películas únicas como 'Top Gun: Maverick'.
'Top Gun: Maverick', más allá de ser una experiencia audiovisual única, es una hermosa demostración de que aún está vivo el sentido de cine en su máxima expresión. Un largometraje que derrocha pasión por el séptimo arte y una forma de entender la cinematografía que no debe perderse. Un milagro que hay que celebrar, pues demuestra que el cine sigue teniendo la habilidad de sorprender incluso a los más descreídos. Una delicia para el paladar cinéfilo.
Nota: 8
Lo mejor: Su apuesta por rodar sus escenas de aviación con aeronaves reales, el espíritu de blockbuster clásico. La interpretación de Tom Cruise.
Lo peor: Quizás la resolución de la misión es demasiado increíble.