Tras una irregular aventura hollywoodiense con el melodrama de supervivencia 'La montaña entre nosotros', el cineasta palestino Hany Abu-Assad vuelve a ahondar en el conflicto israelí-palestino con 'La traición de Huda', que llega a salas comerciales tras pasar por la Sección Oficial de la 66ª edición de la SEMINCI de Valladolid y por el Festival de Toronto. Un regreso a los orígenes que pasa del drama social a un thriller frenético con incómodos tintes políticos con el que deja en evidencia la frágil situación de las mujeres en una realidad de eterna lucha.
Abu-Assad, quien firma también el guion, regresa al relato árido con una propuesta que hiela la sangre en sus primeros minutos de ejecución. Inicialmente, el cineasta engaña con lo que parece ser un drama social de corte costumbrista ambientado en Cisjordania, en el que una mujer, Reem, acude con su bebé a la peluquería de Huda para un corte y un peinado y, de paso, contar unas confidencias a la peluquera, con la que parece que tiene cierta confianza, pues está cansada de los celos de su marido. Lo que parece un momento de fraternidad femenina frente a una sociedad machista se torna en un retorcido thriller cuando se descubra que Huda droga a sus clientas para hacerles fotos comprometidas y así obligarlas a convertirse en espías del Mosad.
Inspirado en hechos reales. Se inicia así un perturbador suspense que mantiene en vilo al público constantemente, pues el filme, que de por sí tiene un comienzo maquiavélico, da otro volantazo, tensionando más la situación, tanto para la víctima, Reem, como para su verdugo, pues Huda cae en manos de la Resistencia palestina, que no muestra piedad alguna con las mujeres a las que la peluquera obligó a ejercer de espías. Abu-Assad muestra así una brutal crueldad del supuesto movimiento que busca liberarse del dominio israelí, en un film cuyo objetivo es mostrar cómo en ambos bandos, las mujeres son el flaco más débil.
Un thriller que mantiene en vilo al público hasta el final
En ese retrato de cómo tanto el Servicio Secreto Israelí como la Resistencia de la Autoridad Palestina utilizan a la mujer como mero sujeto de intercambio, Abu-Assad hace ejercicio de denuncia, al mostrar una situación de opresión máxima, en la que son blanco de la violencia de ambos bandos, siendo doblemente víctimas, tanto de sus victimarios como de sus supuestos aliados. En ese retrato, el cineasta hace una especie de proceso inverso con el que permite hacer un juego de espejos. 'La traición de Huda' se acerca más a 'Paradise Now' que a 'Omar' -ambas nominadas al Oscar- especialmente porque el cineasta mantiene la tensión hasta el minuto final, aunque esto se logra gracias a Maisa Abd Elhadi y Manal Awad, magistrales las dos.
Ambas se convierte en las dos caras de una incómoda moneda, en un filme que expone las costuras de la sociedad palestina, la cual es retrata en una especie de lucha fratricida, en la que el Servicio Secreto Israelí intriga para provocar el enfrentamiento. En ese aspecto, Abu-Assad deja a un lado su aparente neutralidad en los hechos que retrata, recordando que, a pesar de todo, sigue apoyando a uno de los bandos. No obstante, eso no impide disfrutar de un thriller que angustia, debido a la constante sensación de peligro para sus dos protagonistas. Por un lado está Huda, cazadora que termina siendo cazada; pero es Reem quien transmite esa sensación de miedo constante, que mantiene al espectador en una expectación casi perpetua, aquí deslumbre Elhadi, quien termina llevándose el show.
'La traición de Huda' es un certero regreso de Abu-Assad a sus orígenes, mostrando que es uno de los cineastas que mejor ha expuesto la complejidad del conflicto entre Israel y Palestina. Un relato fratricida que pone frente al espejo una lucha de lealtades de incomoda e imposible resolución. Un potente thriller con base social que remarca que, ante conflictos como este, son las mujeres en blanco fácil en cualquier bando, lo que expone el brutal machismo imperante en la región, un asunto de incluso más complicada resolución.
Nota: 7
Lo mejor: Las interpretaciones de Elhadi y Awad, ambas representan dos rostros contrapuestos del terror. Destaca muy especialmente la primera, la cual protagoniza una serie de escenas que hielan la sangre.
Lo peor: Se termina viendo la propia mirada política de Abu-Assad, lo que hace que la ambigüedad del filme se pierda. Tampoco ayuda que en su segunda parte, pese a mantener la tensión, termine con escenas demasiado repetitivas.