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CRÍTICA

'La última primavera': La realidad que hay tras la Cañada Real

Crítica de 'La última primavera', ópera prima de Isabel Lamberti. Premio a la mejor dirección en la sección Nuevos Directores de la 68ª edición del Festival de San Sebastián.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 31 de Marzo 2021 | 10:15
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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La directora neerlandesa de origen español Isabel Lamberti, experimentada en el corto documental y en la dirección de series en su país natal, salta al largometraje bebiendo de sus experiencias, creando un híbrido entre documental y ficción con 'La última primavera', premio a la mejor realización en la sección Nuevos Directores de la 68ª edición del Festival de San Sebastián y título que iba a formar parte de la sección ACID de la fallida 73ª edición del Festival de Cannes.

La última primavera

Lamberti vuelve a sus raíces españolas, al querer realizar un retrato de la situación de una familia gitana que en uno de los asentamientos de Cañada Real de Madrid. Realmente, la directora narra un hecho basado en hechos reales, pues la familia Gabarre-Mendoza vivió la situación que se narra en la cinta. Es más, la directora conoce de primera mano la realidad del clan, pues dos de los hijos, David y Jesús, protagonizaron su corto 'Volando voy' en 2015.

Con lo cual, en cierta manera, 'La última primavera' es una continuación o ampliación de lo que fue el corto. No obstante, Lamberti crea un relato de ficción a partir de lo que la propia familia vivió, provocando que recree el proceso que vivieron desde que la Policía Nacional le anunció que el terreno había sido comprado hasta el momento en el que llegaría la orden de desahucio, el realojo y el derrumbe de la casa que había construido. La manera en que Lamberti lo recuerda evoca el documental. Es más, la cineasta parece haberse convertido en un miembro más, uno que camina de forma invisible alrededor de cada uno de los miembros.

La última primavera

Lamberti destaca cómo David, el padre y cabeza de familia, que trabaja recogiendo chatarra, busca la manera de encontrar una solución y se encuentra con una burocracia que no entiende; también se muestra cómo Agustina, la madre, vive un proceso de depresión. La directora tampoco olvida a los hijos, enfocándose en la formación de David como peluquero y su deseo de entrar en el mundo laboral. Vida cotidiana que, sin duda, ayuda a conocer una situación cercana y a la vez lejana. El público puede conocer cómo el estilo de vida y manera de verla del clan es diferente al del resto de la sociedad y lo complicado que resulta realizar un ejercicio de integración social. Complicado, que no imposible, como puede observarse en la cinta.

Lamberti podría declararse una sucesora de un cineasta patrio, es imposible no acordarse de Isaki Lacuesta y sus dos filmes 'La leyenda del tiempo' y 'Entre dos aguas', aunque también puede observarse ciertas pinceladas de las primeras películas de Chloé Zhao, especialmente con 'The Rider'. Sin duda, se está ante un debut impresionante, de esos que -se intuye- será germen de una figura cuya mirada social se forjará una interesante carrera muy a seguir.

Nota: 7

Lo mejor: La espontaneidad que da la familia y el resto de actores no profesionales. Quizás, a través de la ficción, pueden lograrse excepcionales documentales.

Lo peor: Lamberti no ahonda más en el problema que existe alrededor de la Cañada Real. Cierto que se hubiera perdido en intimidad, pero se hubiera agradecido un mayor contexto, incluso un enfoque en la depresión de la madre como manera de visibilizar la importancia de la salud mental entre familias en riesgo de exclusión social.

Películas
  • Año: 2020
  • 77 min. Holanda Drama