Ridley Scott es uno de esos cineastas a los que es difícil de calificar. Excepcional y magistral en varios casos, en otros ha sido todo lo opuestos y en otros, simplemente, un mero director de encargo. Como le sucede de tanto en tanto, el realizador británico vuelve a estrenar dos obras en un año -ya le ocurrió en 2017 y 2001-, antes de ver su apuesta por la crónica negra con 'La Casa Gucci', Scott trae a primera línea un polémico caso histórico judicial que terminó en duelo en el París medieval, el 29 de diciembre de 1386, con 'El último duelo', filme presentado fuera de concurso en el 78 Festival de Venecia.
Aunque la película esté inspirada en el libro 'The Last Duel: A True Story of Trial by Combat in Medieval France' de Eric Jager, es, ante todo, una producción basada en hechos reales. Debido a la ambigüedad del caso, Scott configura un largometraje que bebe de un clásico, 'Rashômon' de Akira Kurosawa, al narrar un hecho: la supuesta violación de Marguerite de Carrouges, esposa del caballero Jean de Carrouges, por parte del escudero Jacques Le Gris, protegido de Pedro II, conde de Alençon.
Y se cita a 'Rashômon' porque Scott; quien dirige un guion con el que Ben Affleck y Matt Damon se reencuentran como guionistas y que firman junto con Nicole Holofcener, divide el largometraje en tres episodios y cada uno cuenta su verdad. Bajo esa perspectiva, el cineasta hace un interesante retrato del significado del honor de la masculinidad en el medievo con ciertos ecos que se pueden interpretar desde el presente.
Lo interesante, es que, desde este punto, 'El último duelo', a pesar de tener escenas épicas que recuerdan que la cinta la firma el director de 'Gladiator' o 'El reino de los cielos', lo curioso es que parece una apuesta completamente opuesta, al enfocar la principal trama en sus diálogos y en cómo retrata la ambición de los caballeros, derrumbar ese mito romántico de la lealtad hacia unos valores propios que se tienen de las historias de esta épica.
Una mirada de la realidad femenina en el siglo XIV
Aquí no hay fieles guerreros que buscan velar por su rey o por unos valores, sino hombres que se entregan voluntariamente a las empresas más virulentas y sangrientas con tal de ganar favores ante el Rey frente a los nobles y también para poder hacer frente a deudas contraídas. Vamos la antítesis de los héroes de la literatura, el teatro o el cine. Y es que Scott opta por poner el foco principal en la víctima, en Madame de Carrouges, en lo que es un duro retrato de la completa ausencia de autonomía -y eso incluye corporal- de las mujeres en el siglo XIV, en la Baja Edad Media.
Y es en ese punto donde 'El último duelo' se aleja la épica del cine histórico de caballeros para acercarse a esas figuras femeninas que el cineasta bien supo retratar en títulos como 'Alien, el octavo pasajero' o 'Thelma y Louise'. Y aquí surge Jodie Comer como la gran protagonista frente a Matt Damon -irreconocible como el hosco y envidio Carrouges- y Adam Driver -en su línea de personajes atormentados con el libertino Le Gris-. La actriz de 'Killing Eve' ofrece una poderosa fuerza interior, simbolizando a aquellas mujeres que no quisieron callar.
Es con Madame de Carrouges donde el relato muestra la otra cara de las historias de caballeros, donde la mujer no solo estaba atrapada en un sistema opresivo y carente de empatía, sino que cuando tomaba el valor de alzar la voz, esta solo podía ser escuchada si era refrendada por un varón de la familia. Y hasta en este aspecto donde Scott derrumba cualquier gesto asertivo de los varones, pues hasta en este aspecto, vuelve a ser un hecho que se denuncia para defender su propio honor y no para hacer justicia.
Y es ahí donde Comer más brilla, con una interpretación muy alejada de la vista en la ficción de BBC America o de otros títulos recientes como 'Free Guy'. Su acto y su visión de lo ocurrido desafía el esquema convencional del cine histórico, logrando que 'El último duelo' sea el largometraje más redondo de Scott en varios años, desde 'Marte (The Martian)' no había logrado ofrecer un resultado final tan óptimo. Por otro lado, a pesar de su innovadora visión, su forma de ejecutar, así como su temática, lo sitúa como una respuesta contemporánea al majestuoso cine épico de los años 90, trayendo el estilo de gesta de títulos como 'Bailando con lobos' o 'Braveheart', al presente y demostrando que este tipo de cine aún tiene cabida en la actualidad.
Nota: 8
Lo mejor: Su cuidado diseño de producción, de vestuario, el tratamiento de los colores de su fotografía. Sobre todo, la que lleva el filme a otro nivel es Jodie Comer.
Lo peor: Que el público estadounidense la haya condenado al fracaso, no es justo para una propuesta de esta calidad.