Sin duda, Fernando Pérez es uno de los cineastas más interesantes del panorama iberoamericano del momento. Su capacidad de percepción de la vida y sociedad de su país es fascinante. De hecho, se convirtió en el mejor exponente para mostrar el día a día de La Habana en el magnífico documental 'Suite Habana'. Como si de una continuación espiritual se tratase, llega a las salas 'Últimos días en La Habana', una de las grandes triunfadores del 20º Festival de Málaga, donde se alzó con el premio al mejor filme iberoamericano.
Ha muerto Fidel Castro, parece que Cuba empieza abrirse hacia el resto del mundo. En Centro Habana viven Miguel, un hombre que anhela con marcharse del país e instalarse en Nueva York, y Diego, su mejor amigo de toda la vida, homosexual y que se encuentra postrado en una cama debido a complicaciones relacionadas con el sida. Miguel cuida de Diego mientras espera una visa que le permita escapar de la decadencia de La Habana, de hecho, estudia inglés para poder integrarse lo más rápido posible en su país de acogida. Sin embargo, no está seguro de dejar solo a su amigo.
Un verdadero retrato de La Habana actual
Si en 'Suite Habana' Pérez exploraba La Habana más profunda, más cotidiana, aquella que se percibe mediante sensaciones y vivencias, dejando a las imágenes hablar por sí solas. Con 'Últimos días en La Habana', el cineasta vuelve a mostrar la rutina de la gente en la capital cubana con la diferencia de que se encuentra en un momento histórico distinto, la época post-Fidel. Con ese notorio cambio, el realizador sorprende al mostrar un cuadro mucho más decadente del que se vio en 'Suite Habana'.
Porque algo que se evidencia con la cinta, es que la sociedad cubana apenas ha cambiado tras la muerte de Castro. Esa apertura sigue siendo demasiado lenta. Por otro lado, la cinta guarda cierta relación con la aclamada 'Fresa y chocolate', sobre todo al ver la relación entre los dos amigos y por la homosexualidad de uno de ellos, tristemente víctima de complicaciones relacionadas con el sida. Es justo en sus dos protagonistas cuando se percibe que, pese al inicio de apertura y las ansias de cambio, estos llegan a pasos demasiado sosegados. Por un lado está Diego, que desea vivir cada momento que le otorga su destino, pese a vivir postrado a una cama. Por otro están las dudas de Miguel, en las que la lealtad, le deseo de un porvenir como también la incertidumbre de lo desconocido provocan que desee abandonar el país, huir, pero a dónde realmente.
Las dudas y la incertidumbre de una sociedad
Interesantes cuestiones que Pérez deja al público para resolver, puesto que opta por convertirse también en un mero espectador de los sucesos de sus protagonistas. No sólo ello, el cineasta vuelve a hacer gala de su habilidad con el documental para trasladar a la ficción la vida de los habitantes de la capital cubana. Para ello, nutre al filme de un interesante reparto en el que hay una vecina santera, unos familiares a favor de la Revolución y deseando cobrar la herencia de un difunto que aún no está fallecido, una joven sobrina que ve todos los errores del régimen pero que no se atreve a dar un paso a favor de aires de cambio, un chapero que muestra sus sentimientos... Todos ellos configuran un interesante pero decadente retrato de La Habana actual.
Sin saber si huir hacia delante, abandonar unos ideales caducos o, simplemente, quedarse perplejo sin saber qué hacer; 'Últimos días en La Habana' es un estupendo retrato de los problemas de la Cuba actual, no muy diferente a la Cuba de Fidel Castro. Junto con una fotografía sucia y profundamente realista, Fernando Pérez firma uno de los mejores largometrajes del cine iberoamericano actual.
Nota: 8
Lo mejor: El retrato de Cuba y sus personajes.
Lo peor: Debido a su manera de estar rodada, puede verse como un filme menor o de poca calidad, algo completamente falso.