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CRÍTICA

'Un italiano en Noruega': Bienvenidos al norte

Checco Zalone protagoniza 'Un italiano en Noruega', comedia dirigida por Gennaro Nunziante y que logró más de 10 millones de espectadores en Italia y ser la película más taquillera de la historia del país.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 28 de Abril 2017 | 09:45
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Hay algo que quedó muy claro, Dany Boon con 'Bienvenidos al norte' creó escuela. Si en España estuvieron los 'Ocho apellidos vascos' y los 'Ocho apellidos catalanes', en Italia lo han tenido por partido doble, primero fue 'Bienvenidos al sur', el remake de la citada película de Dany Boon, ahora llega un nuevo enfoque, más ácido si puede ser con 'Un italiano en Noruega', película que ha logrado la increíble cifra de 70 millones de euros en la taquilla italiana y más de 10 millones de espectadores, casi cuatro veces más de lo que obtuvo 'Star Wars: El despertar de la Fuerza' en el país transalpino.

Un italiano en Noruega

Checco es un hombre de casi cuarenta años que cumplió el sueño de su vida: Ser funcionario. Feliz viviendo en casa de sus padres y con una novia con la que no quiere casarse, su trabajo es tramitar licencias de pesca, lo que hace que tenga mucho tiempo libre. Todo en su vida funciona... Hasta la llegada de la crisis económica, que provoca que el Estado elimine las provincias, lo que su departamento dejará de existir. Tras ofrecerle una jugosa indemnización, Checco decide seguir con su puesto fijo y aceptar todos los destinos que la administración le propone con el fin de que se acabe cansando y renuncie. De esta forma, Checco acabará en Noruega, como guardián de una estación científica italiana situada en el Ártico.

Siguiendo los pasos de Dany Boon

De humor de brocha gorda, 'Un italiano en Noruega' continúa con la misma estrategia comercial que las anteriores cintas que protagonizó Checco Zalone y dirigió Gennaro Nunziante. Es decir, tira de momentos humor tópico sobre las diferencias entre italianos del norte e italianos del sur y aprovecha para lanzar una dura crítica a la sociedad del país. En ese sentido, 'Un italiano en Noruega' se centra en ser una sátira sobre la sobrevaloración de ser funcionario público y tener un sueldo de por vida.

Un italiano en Noruega

De hecho, la carta de presentación de la película es una ácida parodia de las funciones del funcionario de la administración pública, que provocará cierta sonrisa en el público, sobre todo al ver parte de la realidad española reflejada. Cierto es que lo que narra es excesivamente chabacano para lo que finalmente acaba siendo, una clásica película feel-good, pero funciona, los momentos de humor logran sacar carcajadas y la trama, aunque predecible, no llega a flojear en ninguna parte de la cinta.

Humor de brocha gorda, ingrediente para un buen taquillazo

Cierto es que el humor de Checco Zalone parece una mezcla entre el de Dani Rovira y el Santiago Segura de la saga 'Torrente'. No obstante, en el trasfondo a la crítica del sistema público, 'Un italiano en Noruega' logra ser una película mucho más ácida de lo que se piensa, al mostrar los defectos de un sistema corrupto, así como una sociedad que lo ve como algo completamente normal la existencia de políticos corruptos, banqueros especuladores y mafiosos asesinos.

Un italiano en Noruega

'Un italiano en Noruega' es una cinta ideal para pasar el rato y echarse unas risas, además de mostrar cierto humor que va entre lo zafio y lo ácido y en el que Zalone aprovecha para mostrar todos los tópicos de la sociedad italiana para sacar la cara menos amable del país. Se echa en falta mayor riesgo en la trama romántica y que, aunque sea genial ser directo en su crítica, se hubiera agradecido menos repetición en algunos de los momentos de humor. Eso sí, el público debe fichar a Checco Zalone, un verdadero "Dany Boon" italiano cuyo carisma logra crear éxitos sin precedentes.

Nota: 6

Lo mejor: Su humor negro respecto a la corrupción del estado y la representación de la administración pública, especialmente de los funcionarios.

Lo peor: Los chistes son repetitivos, la trama amorosa predecible y su humor, en momentos, puede ser demasiado rancio para el público español, más acostumbrado a las comedias feel-good francesas.