Las varias generaciones que hemos crecido viendo películas de Steven Spielberg sabemos que el "Rey Midas" tiene una pequeña obsesión con la figura paterna. El divorcio de sus padres fue lo que inspiró 'E.T., el extraterrestre', y películas como 'Encuentros en la tercera fase' e 'Indiana Jones y la Última Cruzada' tenían en sus centros relaciones paternofiliales disfuncionales. John Krasinski actualiza esa obsesión en su ahora díptico 'Un lugar tranquilo', dos películas de terror que beben directamente de la fuente spielbergiana y revierten la fórmula. La cosa ya no va de los niños y sus padres, sino al contrario: de los padres y sus hijos.
Para los que conocíamos la carrera de John Krasinski, 'Un lugar tranquilo' fue una de las grandes sorpresas de 2018. Ni su pasado como actor de 'The Office' ni sus dos películas anteriores ('Breves entrevistas con hombres repulsivos', 'Los Hollar') presagiaban que podría dirigir, co-escribir y protagonizar un fenómeno de terror comercial y a la vez granjearse críticas excelentes. La película, cuyo guion firmaban junto a él Scott Beck y Bryan Woods, conocía el género tan a la perfección que explotaba sus lugares comunes (sustos y tensión a raudales) y proponía una fórmula a la vez clásica y novedosa basada en algo muy poco explorado en el cine mainstream: la ausencia de sonido. Más sorprendente aún: el Krasinski realizador demostró tener un buen ojo para la composición y un talento para la economía narrativa que recordaban al Spielberg de 'Parque Jurásico' y al Ridley Scott de 'Alien, el octavo pasajero'. El secreto de su dirección era algo tan fácil de reconocer como difícil de conseguir: sencillez y elegancia.
'Un lugar tranquilo 2' es una buena secuela que repite el esquema de la primera: un prólogo introductorio y un planteamiento que establece las bases del universo (en esta ocasión, la nueva situación que vive la familia protagonista, tras la muerte del padre interpretado por Krasinski) seguidos por una segunda mitad de tensión casi sin tregua. De hecho, el "Part II" de su título original le viene mejor a esta segunda parte continuista que sigue la historia donde acabó la primera y no añade grandes nuevos elementos. Es como el segundo capítulo de una serie, y en ese sentido gustará a quienes gustó la primera y quizá decepcione a los que busquen algo nuevo en ella.
El guion, escrito esta vez en solitario por el propio Krasinski, vuelve a abusar de algunas decisiones cuestionables para hacer avanzar la trama, como un personaje que abandona un lugar seguro sin razón alguna. Pero la ventaja es que sabe explotar una de las grandes bazas que dejó 'Un lugar tranquilo': la conexión emocional que el espectador ha desarrollado con los personajes. En esta segunda entrega siguen siendo protagonistas la madre y los dos hijos, que esta vez cargan con un recién nacido, y aunque las situaciones que viven huyendo de estos extraterrestres hipersensibles al sonido pueden parecer algo redundantes, sufrimos igual o más que en la primera entrega. Básicamente porque nos importan.
Algo que no ocurriría si no fueran tan buenos actores. Sobre todo Emily Blunt y la joven Millicent Simmonds, que vuelven a estar a la altura de los primeros planos con los que las graba Krasinski: miedo, tristeza, determinación, valentía y desesperación, podemos ver las muchas emociones mezcladas en sus rostros incluso cuando, la mayor parte del tiempo, no están expresándolas con palabras. En esta nueva entrega, el hijo menor interpretado por Noah Jupe toma algo más de protagonismo, y hay un nuevo personaje interpretado por Cillian Murphy; ambos cumplen sin lucirse como las dos actrices.
Krasinski, ahora centrado en su papel detrás de la cámara (sin contar el trepidante flashback del prólogo), vuelve a construir algunos planos extraordinarios. Uno de los mejores: un travelling que muestra de fondo a la niña protagonista andando mientras en primer término vemos una estación de tren llena de zapatos de tacón abandonados. Hace un uso excepcional de la profundidad de campo y consigue contar una historia que crece en la imaginación del espectador, alimentando aún más la expectación y la tensión, los dos motores de la película. Su capacidad para rodar con sencillez y elegancia algo pensado para el gran público es lo que recuerda al Spielberg de la ciencia ficción; una influencia omnipresente que el propio Krasinski hace explícita calcando uno de los planos más icónicos de 'Parque jurásico'.
El otro gran protagonista de la película vuelve a ser el diseño sonoro, que fue nominado al Oscar en la primera. En este apartado, 'Un lugar tranquilo 2' vuelve a ser una experiencia inmersiva que une a los espectadores en un mismo estado de ánimo, uno que casi interactúa con la película: en el pacto de permanecer en silencio está parte de la diversión. En una crítica de Slate de la primera película lo explicaban con una frase perfecta: "La parte más extraordinaria de 'Un lugar tranquilo' no ocurre en la pantalla, sino en la misma sala". En este momento suena a cliché, pero esta película le da realmente sentido a la vuelta a los cines tras la pandemia. Una pena que la música de Marco Beltrami, a menudo innecesaria, devalúe esa propuesta sonora.
Niños, niños, futuro, futuro
Uno de los giros de guion más controvertidos de la primera entrega era la decisión de este matrimonio de tener un bebé en un mundo post-apocalíptico. Era una fuente de momentos de tensión demasiado conveniente que en esta secuela, obviamente, se explota más aún. Pero lo cierto es que el hecho de que Lee y Evelyn decidieran procrear en el fin del mundo está en sintonía con la filosofía que empapa toda la saga: un vitalismo arraigado en la supervivencia y en la confianza en la humanidad.
La mayor vulnerabilidad de Regan es la gran fortaleza de la familia: su capacidad para comunicarse en lengua de signos por la sordera de la niña les ayuda a esquivar a los monstruos, y al final de 'Un lugar tranquilo' descubrían que su audífono, acoplado con una radio, era una clave para matarlos. Es un giro que recuerda al M. Night Shyamalan de 'Señales' (otro gran heredero de Spielberg), cuando el hijo se salvaba del gas venenoso de los extraterrestres porque un ataque de asma le había cerrado los pulmones.
Esta segunda entrega ahonda en esa reconversión de la debilidad en poder, y subraya la importancia de los hijos para salir adelante. De hecho, son ellos los que se convertirán en héroes que salvarán el mundo, ante la atónita mirada de Evelyn, es decir, Emily Blunt, y la cámara de John Krasinski. Ellos dos, matrimonio en la vida real y padres de dos hijos, son los artífices emocionales y espirituales de esta improbable saga de terror. Es su experiencia como padres, sus ansiedades y sus esperanzas volcados en 'Un lugar tranquilo' y su secuela, lo que añade a esta franquicia de terror comercial una dimensión personal, casi de cine de autor.
'Un lugar tranquilo 2' llega a los cines el próximo 16 de junio.
Nota: 7
Lo mejor: Que aproveche tan bien las buenas bazas de la primera y haga avanzar la historia
Lo peor: Que resulte algo repetitiva y no aporte ningún hallazgo técnico o narrativo