En 'Un lugar tranquilo', John Krasinski nos presentaba a una familia que, en el día 89 tras una invasión alienígena, intentaba no solo sobrevivir, si no que mereciese la pena seguir vivo. Abrazaba la complejidad de la humanidad, era un canto a la belleza en medio del desastre, a la esperanza, y un ejercicio de estilo excepcional dentro del género con una construcción de personajes impecable. Su precuela sin embargo, 'Un lugar tranquilo: Día 1', apuesta todo al espectáculo, a la aventura de supervivencia, a un ritmo trepidante y grandes escenas de terror, la fórmula perfecta para mantener la tensión 99 minutos, que no es fácil, pero se adolece el factor emocional. Y el factor sorpresa. Y el formal también.
El hablar de precuela puede llevar a pensar que en 'Un lugar tranquilo: Día 1' descubriríamos más sobre la invasión, las criaturas o cómo la humanidad logró de alguna manera adaptarse a ellas, por eso quizá deberíamos, mejor, hablar de spin-off: esta es la historia de una mujer, Samira (Lupita Nyong'o), moviéndose a contracorriente el día de la invasión en busca de un trozo de pizza. Samira padece un cáncer terminal que le causa un tremendo dolor físico. Sin expectativas de futuro al que agarrarse para sobrevivir, lo único que Samira quiere es comerse un trozo de pizza del local al que, de niña, iba con su padre. El fin del mundo puede que esté llegando hoy, pero su mundo estaba ya en tiempo de descuento después de haber superado la expectativa de vida que estableció su diagnóstico.
Por el camino, Samira se encuentra con Eric (Joseph Quinn), que se apunta como escudero en esta cruzada culinaria. A ella podemos entenderla, podemos ver su resignación y resiliencia ante la muerte, que su instinto de supervivencia se doblegue ante un capricho superfluo, podemos entender que está atravesando el duelo por una vida que dejó atrás mucho antes de la llegada de las criaturas y que tan solo quiere volver a saborear una vez más. A él no.
Quinn, que ya se enfrentó a un demogorgon en 'Stranger Things', se maneja con solvencia en las secuencias de acción y tiene casi tan buena química con Nyong'o que con el gato, Frodo, pero no hay forma de entender qué empuja a Eric a adentrarse en una Nueva York postapocalíptica más que estar atravesando un episodio de estrés postraumático que le nubla el juicio. Eric es el arquetipo de personaje de toda película de terror que no puede parar de tomar malas decisiones.
La pena es que no veamos suficiente de Alex Wolff, y no solo porque él esté demostrando ser uno de los actores más interesantes de su generación tras 'Hereditary', 'Tiempo' y 'Pig' (donde ya le dirigió Sarnoski). Wolff interpreta a Reuben, uno de los enfermeros de Samira en el centro de cuidados paliativos en el que vive, pero no tiene demasiado peso dramático en la historia y deja una sensación agridulce pensar en todo lo que podía ofrecer el personaje.
Nada nuevo cae del cielo
'Un lugar tranquilo: Día 1' no es innovadora prácticamente en ningún aspecto, ni siquiera en el uso del sonido, y así es como aporta un enfoque diferente a la saga. Con un lore ya establecido, su director, Michael Sarnoski -que además firma el guion junto a Krasinski- se enfoca en elevar los scare jumps y los set piece de acción, en utilizar los excelentes efectos especiales con los que cuenta la película para explotar los violentos ataques de los extraterrestres y crear la sensación constante de peligro sobre una fórmula de cine de monstruos convencional. Mientras sus predecesoras jugaban con la anticipación, esta entrega es predecible e insulsa. Es por eso que el melodrama de sus personajes se recibe incluso irrelevante cuando toda esta tensión se detiene de repente en ellas. El único nexo en común entre las dos primeras entregas y esta precuela es la aparición casi anecdótica de Djimon Hounsou.
También el cambio de escenario, de la intimidad de la casa de campo a las imponentes y ruidosas calles de Nueva York, la ciudad que nunca duerme, y un aumento sustancial del presupuesto ayudan a Sarnoski a entregar una epopeya de supervivencia más grande, explotando sus fortalezas -las criaturas- y disimulando sus carencias -el arco dramático. Es tremenda la primera escena del ataque, con Nyong'o corriendo en una nube de polvo y los monstruos atacando en la sombra, o la persecución en las vías del metro (aunque todo el tema del gato aquí no hay suspensión de la incredulidad que lo aguante).
En resumen, 'Un lugar tranquilo: Día 1' es extremadamente solvente como thriller de terror y película de acción, pero he tenido serios problemas para conectar y entender a sus protagonistas. Agradezco que quiera ofrecer algo más que un periplo de terror con extraterrestres, pero por muy rica que esté la pizza, el trasfondo emocional, esa historia sobre conexión, sobre encontrar lo que te hace feliz y te reconforta el corazón a través de la adversidad, se ha quedado también en silencio.