En algunas ocasiones, lo que aparentemente parece pequeño puede guardar una gran joya. Una cosa así es la que ocurre con 'Un otoño sin Berlín', la que puede considerarse como la ópera prima de la realizadora vasca Lara Izagirre, que pasó por la sección de cine vasco en la 63ª edición del Festival de Cine de San Sebastián, donde su actriz principal (Irene Escolar) obtuvo una mención especial y en la que ya se le vio su potencial como filme.
June ha estado fuera mucho tiempo. Un terrible suceso personal hizo que decidiera vivir en Canadá. Ahora que las heridas parecen cicatrizar, decide volver a su tierra, a reencontrarse con amigos, familiares y con Diego. Pero la ausencia ha sido larga y la vida de sus allegados no es la misma que cuando se marchó. June tendrá que volver a estrechar lazos con los que más quería. No resulta fácil, sobre todo con Diego, con quien vivió una intensa historia de amor. Él se ha vuelto más retraído, no sale de casa. June intentará sacarle de su caparazón, se habían prometido volver a Berlín, algo que harán todo lo posible por cumplir.
La delicadeza de los sentimientos
Una nota aparte es que recientemente el cine vasco parece haberse convertido en la vanguardia del cine español. El año pasado la espléndida 'Loreak' abrió las puertas a darles una visibilidad inaudita. Este 2015 llegó 'Amama', otra obra intimista y muy personal. Ahora, en castellano, surge 'Un otoño sin Berlín', una producción que tiene esa esencia a cine de autor, con sabor europeo, con una historia tan personal que provoca que conecte con rapidez con sus personajes.
Y en eso basa su fuerte Lara Izagirre, que se atreve a debutar con un largometraje con un relato que profundiza sobre la aceptación de las personas y los momentos tal cual somos. Un filme que muestra que la felicidad propia, sin querer en la mayor parte de las situaciones, quiere que los demás, egoístamente, puedan estar felices. Sin embargo, eso no puede ser factible. El aceptar al otro tal cual es y cooperar, ayudarse mutuamente, eso sí es lo que pueda crear felicidad.
Una enseñanza que en el filme tiene forma de June, o mejor dicho, Irene Escolar. La actriz es pasión y vehemencia. Consigue trasmitir todo lo necesario para conectar con su personaje. Es una mujer que se intuye que ha padecido, que tiene una mochila a sus espaldas con momentos realmente dolorosos. Pero intenta ser feliz, quiere que los demás lo sean. Por ello intenta que salga de su cascarón su ex pareja, Diego, un joven algo huraño y con un temor a salir de su hogar, su casa. Un chico que gracias a Tamar Novas se consigue poder tener cercanía, incluso, con esa alma herida que se ve incapaz de salir hacia delante.
Cine con sabor europeo
Tamar Novas e Irene Escolar son las piedras angulares de esta producción siendo la actriz de 'Isabel' la que mayor peso tiene, su escena final puede resumir todo lo aprendido. Aunque la cineasta ha sabido rodearse también con estupendos personajes secundarios encarnados por Ramón Barea, Lier Quesada, Naiara Carmona y Mariano Estudillo.
Con una fotografía propia del cine francés y un relato cercano a películas como 'Un castillo en Italia' de Valeria Bruni Tedeschi, 'Bajo la arena' de François Ozon o 'El tiempo de los amantes' de Jérôme Bonnell. Hecha con dedicación y esmero, 'Un otoño sin Berlín' es un relato bello e íntimo, de esos que consiguen dejar un poso largo e intenso. Sin duda, una de las mejores producciones españolas de este año.