Tras debutar en el largometraje con 'El cuarto reino', el barcelonés Álex Lora salta a la ficción con su siguiente proyecto, considerado su ópera prima al estar dirigido en solitario, 'Unicornios'. Presentado en la Sección Oficial del 26 Festival de Málaga, el filme llama la atención con un título metafórico con el que se muestra lo volátil de lo efímero y cómo esto provoca un profundo vacío en su protagonista.
A pesar de que podría hacer referencia al concepto empresarial de 'unicornio', que habla de una startup que logra en poco tiempo una valoración de más de 1.000 millones de dólares o de euros; Lora opta por traer ese concepto al plano sexoafectivo. En el ámbito sexual, 'unicornio' hace referencia al tercero que entra en una relación sentimental, el vértice de un triángulo amoroso. Se trata, pues, de uno de los elementos principales de la cinta, aunque Lora va más allá de lo sexual en un largometraje del que toca alabar su valentía.
Un elemento a su favor es ese, no se puede tachar a Lora de no ser honesto en su propuesta, la cual firma principalmente con Pilar Palomero, galardonado cineasta por 'Las niñas' y la magistral 'La maternal', con María Mínguez y Marta Vivet con aportaciones importantes, pero el grueso del material lo forman el tándem Lora-Palomero. Se percibe una sibilina crítica a la banalidad con la que se vive actualmente, con una protagonista que está 'muerta en vida'. Isa es una joven que tiene una vida ideal pero es profundamente infeliz, al tener un excesivo deseo de reconocimiento, que el film atribuye, en otros motivos, a una educación invadida por la venganza conyugal perpetrada por sus padres.
Se supone que también supone ser una sutil crítica a ese concepto 'centennial' del amor libre, el poliamor (el cual ya practicaron los hippies en los 60 y en los 70, sólo que de forma menos burguesa y sofisticada); así como lo vacuo del universo empresarial de las redes sociales y el arte moderno. Además, busca mostrar las contradicciones de la liberación sexual de su protagonista, la cual vive en una ambivalencia personal que provoca que se deje llevar por incoherencias.
Greta Fernández logra defender dignamente un papel complicado
El que la protagonista no provoque empatía (sino todo lo contrario) podría ser un punto a su favor (los papeles protagónicos femeninos en esa línea están funcionando muy bien en la actualidad). Sin embargo, lo que provoca que 'Unicornios' se quede a medio camino de todo es que da la impresión de que su guion no sabe qué quiere decir. Esa insatisfacción generacional (y femenina) se ha plasmado de manera más redonda en propuestas recientes como 'El arte de volver' o 'Chavalas'. En este caso, el vacío personal de su protagonista se traslada a un guion que tampoco sabe hacia dónde llevarla, queriendo tocar varios palos y provocando una serie de disonancias difíciles de obviar.
A pesar de ello, Greta Fernández se enfrenta a uno de sus papeles más complicados desde 'La hija de un ladrón'. La actriz afincada en Madrid transmite una ansiedad generacional que lleva a lo personal, a las propias características de su personaje. Con una interpretación de lujo, son sus secuencias con Nora Navas donde se aprecia más ese vacío emocional, del que la protagonista es huérfana. Son flashes de brillo de una película que hubiera podido ofrecer más.
Quizás son demasiadas temáticas juntas en la propuesta. El caso es que 'Unicornios' termina cayendo en lo que se propone criticar, siendo una especie de versión a esos retratos de feminidad imperfecta que tan bien han sabido plasmar los noruegos con 'Sick of Myself', 'La peor persona del mundo' o 'Ninjababy'. Un film que, quizás, como le pasa a Isa, es bueno en potencia, pero peca de ambicioso.
Lo mejor: Su animación psicodélica y su apuesta por traer el espíritu de películas como 'Chicas malas' a una propuesta familiar.
Lo peor: Realmente, su historia es tremendamente predecible. Se salva porque jugar con los clichés.