Liam Neeson no quiere ni oír hablar de jubilación, y así lo deja claro en la tercera entrega de 'Venganza'. El sexagenario actor hace alarde de su espléndida forma física en 'V3nganza', el último capítulo de las aventuras de Bryan Mills, ese ex espía que sigue dando que hablar en las taquillas de cine, especialmente en las estadounidenses, siempre tan agradecidas ante este tipo de géneros.
Lo cierto es que esta vez la edad comienza a hacer mella, sobre todo porque Neeson no se mueve de casa y corre algo paticojo. Parece que sus viajes a París y a Estambul han dejado huella, y ha decidido quedarse cerca del hogar. Con más sentimientos que de costumbre, y como ya viene siendo tradición en la saga un protagonismo compartido con su querida hija Kim (Maggie Grace), el intérprete se enfrenta a la que podría no ser su última misión, porque una vez más la ambigüedad se apodera del final en las películas de Luc Besson.
Una vez más Olivier Megaton vuelve a ponerse detrás de las cámaras en este nuevo episodio de 'Venganza', en el que sigue empleando su fórmula (casi) secreta: Liam Neeson + acción = buena película entretenimiento, todo bajo el aval de un Besson profesional en este campo del cine. El actor inglés vuelve a bordar su papel de súper agente retirado, súper padre y súper ex marido, porque para eso es el agente Mills, y tiene licencia para vengarse y pegar tiros a diestro y siniestro.
Breve pero intenso es el papel de Famke Janssen, que junto con la ya no tan pequeña Kim, sacarán el lado más tierno a la par que vengativo de Mills, que esta vez se bate en duelo interpretativo con Forest Whitaker, que se estrena en la franquicia. El "mayordomo" se vale de esa sorna característica suya en esta tercera entrega en la que se mete en la piel del colega/enemigo de Neeson, el agente Dotzler. Juntos son otra fórmula de Megaton que demuestra funcionar en la gran pantalla.
Eficacia probada
Con una trama más digna de CSI que de película de Besson, y a pesar de que pueda resultar previsible desde el minuto 65, 'V3nganza' entretiene al espectador en su poco más de hora y media de película, que esta vez deja de lado los paisajes culturales europeos para pasarse a las playas de Malibú y a la mafia rusa, o lo que es lo mismo, acción más típicamente americana, de ahí que funcione tan bien al otro lado del charco.
Megaton, y su evidente toque francés, vuelve a demostrar que la acción es su género, igual que Neeson, que sigue empeñándose en demostrar que el tiempo no pasa para todos y que los sesenta no son iguales en todos los humanos. El tiempo dirá cómo funciona esta última parte, que ha demostrado que, contra todo pronóstico, es capaz de llegar a las salas de cine de medio mundo. Suerte, Mills.
