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CRÍTICA

'Verónica': Cuando el terror nacional sí asusta

Crítica de 'Verónica', el film de posesiones de Paco Plaza inspirado en un caso real. En cines a partir del 25 de agosto.

Por Javier Parra González 22 de Agosto 2017 | 11:56

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Si hay algo que caracterice al cine de terror proveniente de cinematografías anglosajonas (también en la nipona), es el hecho de haber explotado hasta la saciedad parte de las historias paranormales que han conformado su propia mitología e folclore popular. La casa de Amityville o el actual universo fílmico inspirado en los casos de los Warren, son tan solo algunos ejemplos de lo dicho.

Sin embargo, por lo que a la producción de cine de género en España se refiere, esta ha estado ligada casi desde sus orígenes a querer repetir las fórmulas extranjeras. El fantaterror se proyectaba al mundo bebiendo directamente de la Hammer y el giallo, pese a explotar algunos elementos patrios que otorgaron cierto aire de culto a algunos de los títulos, como viene a ser el caso de la lectura de 'El Monte de las Ánimas' de Bécquer por parte de Amando de Ossorio en su tetralogía de los Templarios.

Verónica

Con 'El día de la bestia' y 'Los sin nombre', Álex de la Iglesia y Jaume Balagueró otorgan al cine de género patrio un espíritu puramente esencial en cuanto a la representación de nuestras filias y fobias. Así es como Madrid, las torres Kio y la Gran Vía se convierten en el escenario de la llegada del Anticristo. O cómo una ciudad indefinida, en la que el espectador podrá vislumbrar la misma Barcelona, será el escenario en el que conozcamos a la misteriosa secta del segundo título. Por un lado, De la Iglesia ha continuado explotando lo nuestro en pantalla, mientras que Balagueró optó por las co-producciones rodadas en inglés, hasta que llegó uno de los grandes fenómenos del cine de terror contemporáneo. Co-dirigida junto a Paco Plaza, en 2007 se estrenaba '[REC]', found footage que revolucionó la producción de género española y que rompió moldes, exportando la fórmula de puertas para afuera y alzando, una vez más, la bandera del terror español por tierras lejanas.

Dos secuelas ('[REC] 2' y '[REC] 4', esta última de Balagueró en solitario) y una precuela (dirigida por Plaza) después, el realizador valenciano sigue conformando su particular filmografía, con la que ha conseguido labrarse su merecido puesto como uno de los realizadores de género más importantes de nuestro país en la actualidad. Tras haber ganador en 2002 el prestigioso Méliès d'Argent con su ópera prima, 'El segundo nombre', habrá que esperar dos años para que Plaza explore, por primera vez en su filmografía, elementos que conforman nuestro imaginario popular gracias a 'Romasanta, la caza de la bestia', su versión del mito del asesino de Ourense de quien se decía que era un hombre lobo. Luego llegaron su 'Cuento de Navidad' y su participación en la saga protagonizada por Manuela Velasco, tirando de un repertorio musical en '[REC] 3: Génesis' en el que ya se vislumbran ciertos dejes del cineasta.

Verónica

Un lustro después de su última película, Plaza toma como principal inspiración un caso real sucedido en el Madrid de principios de los años 90. Conocido como el Expediente Vallecas, se trata del único caso de supuesta actividad paranormal retratado en un informe policial de la época, donde se definió como "misterioso y antinatural" lo que pasaba en casa de Estefanía Gutiérrez Lázaro, joven que había muerto en extrañas circunstancias tras haber jugado, según se comentaba, a la ouija.

Fernando Navarro, responsable de los guiones de 'Anacleto: Agente secreto', 'Toro' y de la próxima 'Musa', es el encargado de escribir una historia que llevó por título original el de 'El Expediente', rebautizado como 'Verónica' y dándole así todo el mérito que merece la interpretación de Sandra Escacena, quien se pone en la piel de la joven que caerá bajo el influjo de una entidad paranormal después de haber hecho una sesión de ouija durante un eclipse de sol, con el fin de contactar con su padre.

Verónica

Maldito duende

Paco Plaza juega con el costumbrismo para que este se convierta en el principal vehículo que mueva una trama que se posiciona junto a todos los esquemas del terror. Porque 'Verónica' no quiere jugar a parecer un producto yankee con el fin de conseguir más impacto comercial, ya que pone todas sus cartas sobre la mesa presentándose como un producto cien por cien español, algo que ya ha encandilado a las audiencias internacionales en anteriores ocasiones ('El orfanato', 'Secuestrados', o la saga '[REC]').

Ya sea creando el vínculo con el espectador de aquí, a quien resultarán familiares los rincones y situaciones por lo realistas que resultan; o con el de allí, por lo exótica que pueda resultar una historia de posesiones en la España de los noventa, con guiños a obras de culto de la talla de 'La centinela' (la monja ciega), o a las nuevas representaciones contemporáneas del horror. Porque 'Verónica' no tiene nada que envidiar al reciente cine de James Wan o Mike Flanagan. Al primero, puede recordar por la forma en la que mueve la cámara dentro de un hogar que ya percibimos como maldito. Al segundo, por la forma en la que plasma las fuerzas sobrenaturales, siendo el caso de 'Verónica' más cercano a 'Ouija: El origen del mal' que a 'Expediente Warren'.

A ritmo de Héroes del Silencio, el personaje de Verónica irá a la deriva hacia lo que podemos augurar un desenlace donde no pueden faltar las sorpresas. Siendo a ratos lo que bien podemos definir como un coming-of-age con tintes de terror, es este último elemento el que acabará conformando todo el conjunto y el que otorgue a lo nuevo de Paco Plaza la licencia suficiente como para alzarse como uno de los mejores ejemplos del horror español de los últimos años. Porque hace frente a aquella horrible afirmación pronunciada por pseudo críticos de "no parece española". Porque 'Verónica' tiene la esencia de puro cine español. Y encima, aterra.

Nota: 8

Lo mejor: La forma con la que Plaza va insertando todos los elementos de horror dentro de un título absolutamente costumbrista.

Lo peor: Que, aparentemente, necesite apoyarse en un apartado musical que acaba resultando repetitivo.