Prácticamente desde que el cine es cine, la ciencia ficción ha tratado siempre de discernir qué futuro nos aguarda a la humanidad. En concreto, los futuros postapocalípticos que imagina el género suelen colocar al ser humano en el centro de la catástrofe, culpable de los males que asolan la tierra ya sea por una catástrofe natural o un virus pandémico. Dentro de este subgénero, 'Vesper' ha sido el último añadido a una larga lista de sci-fis de medio-bajo presupuesto que han proliferado en estos últimos años, como es el caso de 'Prospect' o 'Un lugar tranquilo', por citar un par.
A los mandos se encuentra la lituana Kristina Buožyt? y el francés Bruno Samper (de cuya colaboración surgió 'Aurora' en 2012) en una coproducción entre Lituania, Francia y Bélgica que ha ido cosechando éxitos a lo largo y ancho de los festivales europeos, con especial parada en el pasado Festival de Sitges, donde estuvo nominada a mejor película.
'Vesper' nos sitúa en una Tierra totalmente devastada. Su ecosistema colapsó y ahora la escasa población que pervive (y se lo puede permitir) lo hace en las llamadas Ciudadelas, gigantescas infraestructuras con forma de pulpo que aloja a gente pudiente, mientras que el resto quedan relegados a maltrechas cabañas o a vagar en busca de chatarra. En el centro de la historia tenemos a Vesper (Raffiella Chapman), la niña que da nombre a la película y que debe buscarse la vida para mantener con vida a su padre paralizado (un Richard Brake postrado en la cama), que transmite su conciencia a un pequeño robot que flota en el aire.
La cinta de Buozyte y Samper despliega desde el primer momentos sus máximas fortalezas. Por un lado, un worldbuilding notable que apuesta por los efectos prácticos, prótesis y maquetas en lugar de un abuso de CGI que empañe el elegante resultado final. Por el otro, una fotografía espectacular que saca a relucir lo sombrío e inquietante de este planeta Tierra distópico, destacando un interesantísimo uso de la iluminación y los colores. Sin embargo, 'Vesper' absorbe influencias de aquí y de allá que, si bien le permite conformar un interesante escenario temático, le aboca a sufrir unas consecuencias definitorias: tiene serios problemas para encontrar un estilo genuino.
Mejunje de influencias
Desde esos créditos iniciales que tanto recuerdan a los de 'Blade Runner', 'Vesper' desplegará sobre su metraje un compendio de elementos, visuales y narrativos, que sonarán al espectador medio medianamente versado en ciencia ficción. Un púber protagonista buscando su razón de ser en un mundo de fantasía recuerda demasiado a 'La historia interminable' como para pasarlo por alto, aunque su estética bebe mucho más de la reciente 'Dark'. Como ocurre en 'Stranger Things', el personaje protagonista se encontrará a una niña con poderes (Rosy McEwn) que espolea sus ganas de ayudar y revelarse contra lo establecido. El villano y tío de Vesper (Eddie Marsan) se mueve entre unos grises interesantes ya que pretende explotar a los de abajo sin formar parte realmente de los de arriba, por lo que representa ese ansia del hombre de querer más y más.
Los derroteros que siguen la trama de 'Vesper' son más bien típicos, utilizando tropos del género como esas semillas salvadoras que representan lo natural en contraposición con lo artificial o ese androide parlante que sirve al mismo tiempo de sidekick y de voz de la conciencia. Le sigue a todo eso ciertas explicaciones más bien tediosas acerca de unas investigaciones científica que salvarán el mundo y que terminan por enmarañar un worldbuilding atractivo pero farragoso.
En definitiva, 'Vesper' es una apuesta por la sci-fi más artesana, visualmente potentísima y con un acabado pulido y definido por lo físico, por lo real. Aunque precisamente por coger grandes referencias del género caiga en familiaridades algo molestas, la cinta logra reflexionar acerca de problemas de nuestra realidad como la alerta por el cambio climático, lo estropeado que está el ascensor social o incluso las promesas estériles de una tierra prometida para aquellos que tienen el talento pero no la herencia. A una ciencia ficción que se compromete con los problemas sociales y que presenta una fotografía tan apabullante se le puede perdonar cualquier otro 'pero' nimio que pueda surgir.
Lo mejor: Una fotografía y unos efectos prácticos muy conseguidos que evocan un gran worldbuilding
Lo peor: Hay ecos demasiado familiares que utiliza como influencia.
