La industria cinematográfica francesa ha hecho virtud del llamado cine feel-good. Bajo esa amable capa de comedia ligera, con un cuidado diseño de producción, se esconden, en muchas ocasiones, agradables joyas de lo cotidiano, que ayudan a descubrir una realidad y un contexto social que ensalzan y llevan al filme a un nivel mucho mayor de lo que, aparentemente, parece. Esa es la línea que sigue la debutante Julie Manoukian con 'Una veterinaria en la Borgoña'.
El filme, del cual Manoukian firma también el guion, tiene un inicio muy reconocible: joven urbanita, de orígenes rurales, se ve obligada a dejar la elegante París para volver a la tierra de donde proviene, donde vivirá una serie de conflictos que le harán revalorizar sus raíces. No es algo nuevo, cierto. Sin embargo, aprovechando ese esquema, Manoukian realiza un profundo análisis de la realidad de la Francia 'vaciada' -España no está sola en esto, tristemente-, fijando la mirada en un gremio pocas veces visto como protagonista de un filme: los veterinarios.
El mundo rural necesita mucho más los servicios de estos profesionales, debido a que muchos agricultores se dedican a la ganadería. Eso es una realidad palpable, que pocas veces ha tenido representación en la ficción. Desde esa perspectiva, Manoukin pone voz y rostro a los sanitarios del mundo animal, cuya dedicación y vocación es plena, siendo pocas veces recompensada como se debiera. La directora y guionista acierta de pleno en la crítica social, dejando en evidencia cómo las grandes urbes han mirado hacia otro lado en lo referente a las necesidades de la población rural.
Una ópera prima que marida magníficamente crítica social, feminismo y comedia feel-good
Manoukian le da una mirada propia al mundo rural, omitiendo cualquier canto idealista propia de los 'bobos' (burgueses bohemios) parisinos. Por otro lado, no olvida la faceta personal de sus protagonistas. Aunque el papel de Clovis Cornillac sea muy certero y sepa ejercer de mentor -pocas veces se le ha visto al humorista en una situación tan solemne- es el protagónico de Noémie Schmidt el que deslumbra.
La cineasta le dota al filme de un enfoque feminista espléndido, al tener una mujer protagonista de carácter fuerte, que no se deja amedrentar, que tiene las ideas claras y que sabe lidiar a situaciones hostiles. De manera concreta, sutil pero directa, Manoukian da visibilidad a la fuerza y vocación femenina. Se agradece ver personajes femeninos tan potentes y llenos de matices y claroscuros en un filme feel-good, pues muestra que ese cambio que tan se va demandando va tomando forma.
Sin duda, una nueva joya del cine francés. Manoukian trae el encanto y la asertividad del cine médico de Thomas Lilti al mundo animal, considerándose la contraparte veterinaria de 'Un doctor en la campiña' o 'Hipócrates'. Fascinante y concreto retrato de la realidad rural, con un enfoque femenino y feminista que convierte a la cinta en un nuevo logro de la industria cinematográfica gala.
Nota: 8
Lo mejor: El encanto natural de Noémie Schmidt le hace heredera millennial de Virginie Efira en la comedia feel-good francesa. La denuncia social que hace sobre la situación del mundo rural y de los veterinarios.
Lo peor: Menospreciarla por su tono amable y agradable.