Hay una verdad innegable sobre las comedias románticas (y no es que sean cosa de mujeres): las mejores se hicieron en los 90, la década de oro de este género. Aunque los 80 también tienen sus hits ('Cuando Harry encontró a Sally') y los 2000 se cuelan en todas la lista de inolvidables (véanse 'Love Actually' o 'El diario de Bridget Jones'), son 'Pretty Woman' (1990), 'Cuatro bodas y un funeral' (1994), 'Mientras dormías' (1995), 'Algo para recordar' (1993), 'Tienes un e-mail' (1998), 'Notting Hill' (1999), 'La boda de mi mejor amigo' (1997), '10 razones para odiarte' (1999) o 'Novia a la fuga' (1999) las auténticas joyas de la corona.
Así pues, y aunque sean películas que las televisiones programan en bucle y algunas nunca pasarán de moda, para los baby boomers y la generación X fueron su ventana al amor romántico, un bombardeo anual de grandes cursiladas y expectativas poco realistas que el feminismo empezó a cuestionar cada vez con más empuje en el siglo XXI. Las nuevas generaciones tienen nuevos enfoques que se replantean el amor adaptado a nuestros tiempos, títulos como 'Palm Springs', 'El lado bueno de las cosas', 'Y de repente tú', 'Crazy Rich Asians' o 'A todos los chicos de los que me enamoré', ¿pero qué pasa con quienes se vieron representados en Meg Ryan, Julia Roberts, Richard Gere, Hugh Grant, Sandra Bullock y Tom Hanks? Que han desaparecido, porque nadie se enamora después de los 40 y además tienen que escuchar que aprendieron a querer mal. En una entrevista con The Hollywood Reporter en 2017, George Clooney dijo que que ya no protagonizaba películas porque era demasiado viejo: "Ya nadie quiere verme besar a la chica", pensaba él, pero llega a los cines 'Viaje al paraíso' para demostrar que se equivocaba y algo más: para darles aquellas generaciones la comedia romántica que todavía se merecen.
En 'Viaje al paraíso', Julia Roberts y George Clooney interpretan a un matrimonio divorciado que no se soporta. Salieron juntos en la universidad y justo en la graduación, cuando sus caminos les iban a llevar a ciudades separadas, en un gran gesto romántico David se declaró a Georgia ante todo el auditorio, se casaron, ella puso en segundo plano su carrera, tuvieron un bebé y 5 años después ya no se podían ni ver. Vivieron el golpe de realidad después del y comieron perdices y ahora su hija está a días de cometer el mismo error que ellos: va a casarse joven, a millones de kilómetros de su casa y con la carrera de derecho recién terminada. Por fin, David y Georgia vuelven a tener algo en común y se compinchan para impedir la boda en una sucesión de malentendidos, contratiempos y accidentes, todo en los paisajes más bonitos de la Tierra. Ya sabemos que el roce hace el cariño, el argumento no tiene nada de novedoso, el enfoque sí.
Para empezar porque sus protagonistas no son ni adolescentes ni veinteañeros (recuerda que si a los 30 estás soltero/a, has fracasado...), son dos grandes de Hollywood con más de 50 años y sus historias aún importan. Después, porque toda la película cuestiona una de las grandes mentiras que nos han vendido la literatura, el cine o la música: la de que el amor todo lo puede. La película nos repite una y otra vez que, aparte de quererse, se tienen que dar 3 condiciones: que sea en el momento correcto, en el lugar correcto y con las circunstancias correctas. Además, 'Viaje al paraíso' se divierte revirtiendo otros clichés del género, por ejemplo, el de la diferencia de edad. Julia Roberts y Richard Gere se llevan 18 años y se enamoraron en dos películas, Jack Nicholson es 26 años mayor que Helen Hunt y 35 que Amanda Peet y con las dos ha salido en pantalla; y ya sabéis que cuanto más mayor se hace Tom Cruise, más jóvenes son sus novias en la ficción. Ahora es ella, Roberts, la que sale con Paul (Lucas Bravo), un piloto de aviones con unos 20 años menos y perdidamente enamorado. Y es parte del chiste, no de la lógica de una relación de igualdad.
Encantadora en su sencillez
Pero basta de contexto y vayamos al meollo. En pantalla y fuera de ella (no os perdáis los títulos de crédito) Roberts y Clooney destilan una química demencial. Se lo pasaron genial rodándola y se nota, y además son y están insultantemente guapos. 'Viaje al paraíso' calca las estructuras de la screwball comedy de siempre con dos personajes destinados a estar juntos, que no se aguantan y que tienen 100 minutos para enamorarse. Una fórmula que ya conoces y en la que lo imprevisible brilla por su ausencia, y aún así es encantadora en su sencillez, justo lo que esperas de una comedia romántica de la vieja escuela con aires renovados. Está pensada para la disfrutes con una sonrisa casi tan grande como la de Roberts, te emociones un poquito y quizá te identifiques otro tanto. Nada más, pero a veces eso es suficiente. Aguantas lo que sea, incluso el manido discurso del carpe diem, por ese final conmovedor y empalagoso que sabes que va a llegar y es como una droga que te pasas toda la película esperando.
Pero no exageremos, no todo iba a ser bueno, o al menos no todo vale. Excepto Billie Lourd, que no puede evitar ser un huracán para la comedia como su madre (Carrie Fisher), y Bravo el robaescenas, el resto de secundarios están trillados y desaprovechados. Ni Kaitlyn Dever, que ya demostró su potencial en 'Súper empollonas', 'Creedme' y 'Dopesick: Historia de una adicción', ni el sosainas de Maxime Bouttier tienen una sola escena para el recuerdo. Y eso que son a los que van a fastidiar la boda.
Además, el guion y la dirección de Ol Parker ('Mamma Mia! Una y otra vez') se podían haber beneficiado de un poquito más de mala leche y picardía, pero al ser un producto familiar para todos los públicos la escena más "adulta" es el ataque de un delfín a los genitales de Clooney. Y eso pasa fuera de cámara. Otro problema que no ha sabido solventar siguiendo la receta demasiado al pie de la letra es el recurso fácil de los malentendidos de cama. La secuencia de la borrachera y la competición de beer pong entre padres e hijos es de los momentos más divertidos con los dos protagonistas bailando desfasados, pero le sigue el recurso fácil de haber pasado la noche juntos con tanta resaca que no pueden recordar si ha ocurrido algo sexual entre ellos. Eso sí, se despiertan vestidos de los pies a la cabeza.
Por mucho que hayamos culpado a las comedias románticas de idealizar los celos y los grandes numeritos como muestras de amor verdadero, de confundir discordia con pasión, de normalizar relaciones de desigualdad o de promover la idea de que un cambio de imagen es todo lo que necesitas para encontrar a tu alma gemela, son estas las películas que nos permiten creer en los finales felices, porque acaban siempre en el mejor momento, con la esperanza de que todo lo bueno está por venir. Ya los Beatles lo tenían claro: 'All You Need Is Love', pero vamos a querernos mejor, por favor.
Nota: 7
Lo mejor: La reinterpretación del amor romántico.
Lo peor: Los secundarios están completamente desaprovechados.