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CRÍTICA

'El viaje de Ernest y Célestine': Vuelve el dúo entrañable

Crítica de 'El viaje de Ernest y Célestine', dirigida por Julien Chheng y Jean-Christophe Roger, escrita por Guillaume Mautalent, Sébastien Oursel y Jean Regnaud, basada en una idea de Agnès Bidaud y Didier Brunner.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 11 de Agosto 2023 | 17:20
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Imagen de 'El viaje de Ernest y Célestine'
Imagen de 'El viaje de Ernest y Célestine' (A Contracorriente Films)

Diez años atrás, el trío de directores compuesto por Benjamin Renner, Stéphane Aubier y Vincent Patar, estrenaron una de las joyas de animación contemporánea, 'Ernest y Célestine'. Nominada al Oscar a la mejor película de animación, tal fue el éxito de la adaptación de los libros ilustrados de Gabrielle Vincent que derivó en una serie de televisión, 'Ernest y Célestine: La colección', la cual tuvo un recopilatorio para cines, 'Ernest y Célestine: Cuentos de invierno', la cual también pudo verse en cines españoles.

El viaje de Ernest y Célestine

Consolidada la ficción para televisión, no sorprende que la saga regrese a la gran pantalla. Lo hace con 'El viaje de Ernest y Célestine', nominada al César a la mejor película de animación y que opta por llevar al cine a los directores encargados de la serie original. De ahí, que sean Julien Chheng y Jean-Christophe Roger los encargados de esta segunda entrega, la cual cuenta con un guion de Guillaume Mautalent, Sébastien Oursel y Jean Regnaud, los cuales tomaron de referencia una idea de Agnès Bidaud y Didier Brunner.

En cierta forma, esta continuación toma de referencia lo expuesto en la primera entrega. Establecida la amistad entre el oso Ernest y la ratoncita Célestine, la cinta retoma la idea de tener una vocación alejada de los que la familia suele predestinar en sus hijos. Esta segunda parte se enfoca en Ernest, quien se marchó de su pueblo porque no quería convertirse en juez, sino que quiso ser músico. Esta idea ya estaba presente en la cinta original y es esta segunda entrega la que profundiza más en ello.

El viaje de Ernest y Célestine

En esta segunda parte explora el país de Galimatia, un país que dejó de tener música por órdenes judiciales provocadas por el juez del Tribunal Supremo, el cual resulta ser el padre de Ernest. Si la primera entrega era una entrañable fábula que buscaba romper tabúes sobre la amistad y los orígenes, esta secuela remarca la importancia del libre albedrío y las peligrosas consecuencias de querer censurarlo.

Una segunda parte estupenda

A través del estilo de cuento infantil, el largometraje explora cómo las imposiciones ancestrales y las tradiciones pueden convertirse en una losa para una sociedad entera, algo que la cinta expone con prohibiciones tan absurdas como el tocar música sólo con una nota o que los hijos deban tener la misma profesión que sus padres. Con un relato sencillo y que sabe mirar con respeto a su público objetivo, el film deleita a la audiencia con un estilo de animación tradicional que evoca el poder de las acuarelas.

El viaje de Ernest y Célestine

Y en ese relato didáctico, la cinta sabe conquistar de nuevo con sus entrañables protagonistas, quienes saben aprovechar la ventaja que tienen de que su amistad ya se forjó en una anterior cinta. En esta ocasión, el oso y la ratoncita derrochan mucha más química y complicidad. Mención a la familia de Ernest, cuyos miembros derrochan carisma.

'El viaje de Ernest y Célestine' vuelve a ofrecer una propuesta con alma didáctica y que sabe reivindicar el cine infantil como cine de calidad y auténtico séptimo arte. Una maravilla animada con manufactura franco-belga, que recuerda que en los retazos aparentemente más sencillos, puede haber auténticas obras maestras.

8

Lo mejor: Su hermosa animación que evoca a las ilustraciones clásicas, el carácter entrañable de sus personajes y su mensaje.

Lo peor: Siendo malos, realmente lo que explora esta segunda parte ya se vio en la primera, la imposición profesional. Podría haberse aprovechado para explorar más el mundo de Ernest y Célestine.