Si funciona en la televisión, ¿por qué no en el cine? Nacho G. Velilla es uno de los maestros de la comedia televisiva en España. Fue uno de los principales responsables de '7 vidas', una sitcom pionera en nuestro país y de una calidad que abrumaba a sus competidoras, y desde su debut cinematográfico, en 2008, ha compaginado su labor en ambos medios. En cuanto a su aportación al cine, su tipo de comedia siempre ha sido de fácil comprensión, con personajes cotidianos y reflejo del país en el que vivimos. Películas ligeras, de digestión nada problemática, con potentes repartos y guiones no tan fascinantes como quienes los interpretan. Son una especie de extensión de su trabajo en la televisión, que no exige ningún esfuerzo al público, así que lo tiene todo para triunfar ante comedias mucho más elaboradas, pero que requieren de una mayor actividad mental.
Aunque parta de ese posicionamiento en la zona más accesible del espectro de la comedia, no hay que despreciar su trabajo. El año pasado tuvo un gran éxito con 'Perdiendo el norte', convirtiéndola en franquicia, y ahora regresa con 'Villaviciosa de al lado'. Estas dos cintas guardan grandes similitudes en su planteamiento, pero en la más reciente el conjunto funciona bastante mejor que en 'Perdiendo el norte'. Con su nueva película nos encontramos ante un entretenimiento de breves acciones y multitud de personajes, que se van intercalando para componer un mosaico de la España contemporánea. Todo esto desde el liviano prisma de Velilla, que tampoco se moja demasiado a la hora de criticar ciertas costumbres políticas tan comunes como la corrupción y el sentimiento de superioridad moral. Aun así, nos encontramos con diversos enredos que al menos mantienen la atención del espectador y un entretenimiento muy activo, que se desarrolla con cierta inercia -algo muy televisivo-, pero que tiene el mérito de no generar numerosos bostezos.
Describir a cada uno de los personajes y sus relaciones sería equiparable a escribir un nuevo evangelio; básicamente, la trama de la película gira en torno al dilema que se genera en Villaviciosa de al lado cuando el premio más voluptuoso de la Lotería de Navidad toca en el prostíbulo del pueblo. Los hombres, desde el alcalde hasta el cura, cuentan con su participación, y deben ir a cobrarla en un plazo de tres meses. Y la duda es si podrán cobrarlo, ya que las relaciones con sus mujeres y su imagen pública se encuentran en peligro. Ahí entra en juego el tema de las apariencias, de la represión que, a diferencia de lo que cabría pensar, tan vigente se mantiene en nuestra sociedad, que todavía se rige por ciertos tabúes que nos llevan a actuar lejos de nuestra verdadera mentalidad. La posibilidad de crear personajes en torno a esa historia -sorprendentemente basada en hechos reales- era tremendamente amplia, y Nacho G. Velilla y su equipo de guionistas han creado una España a escala, zambullendo al público en un instante en ese ambiente viciado al que tan acostumbrados estamos.
La prostitución y la política
A la hora de conseguir introducirnos es donde más se nota el bagaje de Nacho G. Velilla, su dilatada experiencia en el mundillo del entretenimiento es tan obvia -quizá más- como efectiva. Esa extrema facilidad de sumergirse en la historia, sin implicarse demasiado con unos personajes de carácter demasiado conocido, también tiene su lado negativo, ya que, al no haber demasiados sobresaltos dentro de nuestra zona de confort, no hay una evolución notable en el arco de los individuos a los que estamos siguiendo. El oficio también es palpable a la hora de plantear la escenografía y un ágil ritmo, dos aspectos bien conseguidos por Velilla y su equipo creativo. Paradójicamente lo menos interesante es un guion confeccionado a partir de refranes, frases hechas y clichés, que sirven para crear un pueblo acorde a las raíces costumbristas que se quieren mostrar, pero que no estimula en ningún sentido. Cabe destacar sobre todo esa persecución a lomos de unos coloridos tractores, sobre todo por lo inusual del momento.
El personaje que está por encima del resto, tanto en profundidad como en ejecución, es Mari. La dueña del local de alterne, encarnada por Carmen Machi, carga con el único conflicto realmente interesante de la cinta. El de la reconciliación y la nostalgia, la lucha y la incesante adversidad. El resto del reparto cumple con su trabajo sin mayores sorpresas, a excepción del debut de Leo Harlem como ese alcalde dispuesto a curar la honradez a base de dinero. El popular humorista se deja notar en este nuevo medio. Mientras que la mayoría de los numerosos personajes van quedando diluido entre tanta trama, el alcalde y la prostituta imponen los dos poderes fácticos del pueblo.
'Villaviciosa de al lado' es una buena candidata a comedia del momento, que puede tener un recorrido constante en los cines. Aunque eso tenga más que ver con el gusto del público por la sencillez expositiva -no siempre fácil de conseguir-, ya que todavía no hemos llegado al punto de empacho con las series de "humor" de nuestro país, que quedan muy lejos de la calidad que nos llega del otro lado del Atlántico.
Nota: 6
Lo mejor: La claridad con la que Nacho G. Velilla presenta las acciones. No se complica en exceso, y en esta ocasión es un punto a su favor.
Lo peor: No es una comedia para hacernos pensar sobre la decadencia moral de nuestro país. Velilla la muestra en cierta medida, y la única posibilidad que se nos ofrece es la risa, pero no llega a incentivar la reflexión.