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CRÍTICA

Cuando a 'Vis a vis' le arrebatas el alma y la esencia, ¿qué es lo que queda?

'Vis a vis: El Oasis' ha sido una condena para los fans de la serie original.

Por Javier Pérez Martín 8 de Junio 2020 | 23:00

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¡Cuidado SPOILERS!

*No leas este texto si no has visto 'Vis a vis: El Oasis' completa.

En algún momento de las últimas ocho semanas, mientras veía uno de los episodios de 'Vis a vis: El Oasis', llegué a una conclusión irónica. Maca y Zulema eran libres por primera vez: después de cuatro temporadas dentro de la cárcel, los personajes interpretados por Maggie Civantos y Najwa Nimri corrían a sus anchas, hacían y deshacían, se colaban en una boda, viajaban a un motel del desierto de Almería, compartían una caravana y planeaban sus futuros. Y sin embargo yo me sentía por primera vez encerrado en la serie, como cumpliendo una condena.

'Vis a vis: El Oasis'

'Vis a vis' nunca fue perfecta. Para tener una legión de fans tan apasionada y entusiasta como la Marea Amarilla una serie tiene que ser igual de desenfrenada y exaltada. Ya en sus primeros episodios, cuando estaba en Antena 3, Iván Escobar y Álex Pina abusaban de los giros de guion y forzaban los momentos más tensos y explosivos. Pero nos enamoramos básicamente gracias al reparto. Najwa Nimri e Inma Cuevas sacaban adelante las partes más rocambolescas a base de talento y carisma arrolladores; Alba Flores, María Isabel Díaz, Marta Aledo y Berta Vázquez derrochaban verdad y humanidad, tanto en sus escenas guionizadas como en la mejor parte de toda la propuesta: los fragmentos de documental que las actrices improvisaban hablando a cámara.

El trabajo de un reparto bien engranado, uno de los más femeninos y diversos de nuestra televisión, que transmitía la imagen de familia delante y detrás de las cámaras, era el alma y la esencia de 'Vis a vis'. ¿Qué es 'El Oasis' sin ellas?

'Vis a vis: El Oasis'

Fox ha vendido este epílogo a la vez como un spin-off y como una quinta temporada, como si no tuvieran que renunciar a nada. Y esa ha sido la apuesta de Escobar al escribir el guion: hay algo de 'Vis a vis' pero también es otra serie completamente distinta, con nuevos escenarios, personajes y tramas. 'El Oasis' pretende cerrar las historias de Maca y de Zulema, seguir explorando el personaje de Goya (Itziar Castro), presentar a un puñado de mujeres delincuentes y contar las historias de un montón de personajes más. Y todo ello narrado en varias líneas temporales entrelazadas. Es una apuesta ambiciosa y desmesurada que se olvida de que, la mayoría de las veces, menos es más.

Ninguno de los nuevos personajes ha estado a la altura de la serie original. Triana (Claudia Riera) al menos estaba bien definida, a diferencia de la Flaca, que no le ha dado a la pobre Isabel Naveira nada con lo que trabajar. Todo lo relacionado con la boda resultaba artificial (el personaje de Lisi Linder), mediocre y manido (el de David Ostrosky) cuando no directamente cursi como una telenovela (la trama romántica de Alma Itzel y Almagro San Miguel).

'Vis a vis: El Oasis'

En el motel estaba la parte más interesante, aunque es una pena que el personaje de Ana María Picchio se quitara de en medio tan pronto para dejar paso a un autobús de adolescentes cuyo propósito en la historia nunca ha quedado claro. Y mejor no hablemos demasiado de esa trama gratuita sobre un padre que acosa a su hija y que tampoco aporta nada al relato principal. Ninguna de las líneas secundarias ha funcionado en ningún momento, pero lo peor de todo ha sido constatar al final que ni siquiera eran necesarias para el relato.

El regreso de algunas caras conocidas más allá de las dos protagonistas ha sido un aspecto generalmente positivo. Lo cierto es que la historia de amor de Goya y Triana es la trama secundaria mejor escrita de 'El Oasis', y la presencia de Saray en el último episodio ha ayudado a darle una emocionante despedida a Zulema. Los cameos del hermano de Maca, Román (Daniel Ortiz), y el inspector Castillo (Jesús Castejón) han sido buenos guiños a la serie original, mientras que la presencia "fantasmal" de Sandoval (Ramiro Blas) ha sido una buena idea para reciclar al villano de 'Vis a vis' utilizando a su familia y su legado.

Pero el gran problema de 'El Oasis' ha sido un vicio que ya venía de la serie original, y que hizo estragos sobre todo en la segunda y la tercera temporada: no dejar espacio para crecer y respirar a los personajes. Un error que Escobar comparte con Álex Pina, que lo aplicó también en 'La casa de papel': si te esfuerzas por estar quemando tramas constantemente y tu mayor preocupación es mantener arriba la tensión en todo momento, te dejas por el camino lo que hace a una serie grande, que es la complejidad, tridimensionalidad y verdad en los personajes. Y si todo el rato los tienes al borde del precipicio deja de interesarnos si van a caer o no.

'Vis a vis: El Oasis'

Tampoco ayuda el aspecto extremadamente estilizado de la serie, abusando de colores intensos y canciones de banco de sonido. 'El Oasis' está en todo momento remitiendo a alguna referencia, desde el western al cine de Tarantino, pasando por una escena en la que una fiesta de niños de instituto es la versión infantil de una mezcla de 'Élite' y 'Euphoria'. Mientras que 'Vis a vis' se quitó rápidamente de encima las acusaciones de ser una copia de 'Orange Is the New Black', este epílogo ha resultado parecer la versión de Hacendado de un puñado de series. La identidad propia se quedó encerrada en Cruz del Norte.

La fiesta de Zulema

La razón de ser de 'El Oasis' siempre fue acabar la historia de amor/odio de Macarena y Zulema, esa tensión latente surgida de la química entre Maggie Civantos y Najwa Nimri que dio los mejores momentos de 'Vis a vis'. Era una idea peligrosa, porque todo lo que nace de la química corre el riesgo de explotar o mustiarse cuando lo tocas demasiado. Y sin embargo esa prueba de fuego sí la han pasado Escobar y su equipo de guionistas: si cortásemos de toda la serie las escenas protagonizadas por ellas podríamos remontarlas para hacer una buena película.

Qué interesante es la idea de mostrar a Macarena y Zulema como un matrimonio de conveniencia, conviviendo a su pesar, encontrando a la fuerza un terreno común, cogiéndose manía la una a la otra y acabando con un gran estallido. Los flashbacks que enseñaban su vida juntas en la caravana han estado llenos de capas y han sacado lo mejor de Civantos y Nimri como actrices. La compleja relación de ambas, extremos que se atraen hasta fundirse en un monstruo de dos cabezas, quedaba tristemente diluida en medio del resto de tramas prescindibles y personajes sin desarrollar.

'Vis a vis: El Oasis'

Por supuesto, la gran reina del baile ha sido Zulema. En algún punto del camino 'Vis a vis' se dio cuenta de que ella era la protagonista de la historia, por todas las aristas que tiene el personaje y cómo Nimri ha volcado en ella décadas de experiencia, frustración y creatividad burbujeante.

Matarla era necesario: era la única forma posible de liberarnos a todos, guionistas, actriz y espectadores, de la idea de volver a 'Vis a vis'. Mientras Zulema estuviera viva habría conflicto. Era una bestia indomable que no cayó ni ante la enfermedad de su propio cuerpo. Y por supuesto que iba a morir a balazos. Todo en su cierre, incluida su lealtad a los perdedores (Lucas Ferraro) y su decisión de sacrificarse por el único hogar que conoció, Maca, ha sido perfecto. Y más sabiendo que le está entregando a su hermana, esposa y enemiga la oportunidad que a ella le arrebataron: la de ser madre.

Incluso su última escena, ese flashback con Saray en el que dice que le "importa una mierda" cómo la recordemos. Ese plano final, cuando Zulema y Najwa Nimri se fusionan en una y miran a cámara ("¡Bu!") mezclando la ficción con el falso documental, nos hace dudar si lo que estamos viendo es puro guion o improvisación. Y ese es el mejor homenaje a la esencia de 'Vis a vis', la fuerza de sus actrices. Una pena que haya tardado ocho episodios enteros en reaparecer.