El cine en clave LGBT es uno de los exponentes más diversos. Debido a su temática, sus historias de narran dependiendo de la mirada del director, del guionista, así como también de la situación social que se exponga en la cinta, lo que permite que títulos de época como 'Retrato de una mujer en llamas', 'Carol' o 'Maurice' deslumbren de forma similar a otros títulos más reivindicativos como 'Mi nombre es Harvey Milk', 'Boys Don't Cry' o '120 pulsaciones por minuto'.
El caso de 'Vivir sin nosotros', ópera prima del sueco David Färdmar, sigue una línea que ya marcaron otros directores como Andrew Haigh, Ira Sachs o Lisa Cholodenko, al narrar una situación en un ambiente cosmopolita, moderno y que narra situaciones que tocan el presente de las relaciones LGBT. La principal diferencia, siendo esa su mayor virtud, es que es un filme que rehúye de cualquier tipo de cliché clásico asociado al cine de esta temática, lo que significa que no hay salidas de armario, homofobia interiorizada, acoso laboral o problemas en las relaciones familiares.
De esta manera, Färdman, el cual escribe también el guion, busca narrar una ruptura de pareja tal cual, con los dramas propios de este tipo de rompimientos. Las situaciones violentas no son provocados por la intolerancia, lo que invita a mirar con una perspectiva distinta su relato. Sin duda, un paso inteligente y que toca aplaudir, pues el cineasta busca ofrecer un retrato distinto a las nuevas generaciones de varones homosexuales. Y eso se refleja en la edad de sus protagonistas, que están entre los veinte y los treinta años, así como la química y el tipo de relación que hay entre los dos protagonistas.
Ese es otro punto, la química entre Björn Elgerd y Jonathan Andersson. Derrochan tanta pasión, que llega un momento en el que se produce la sensación de estar siendo un espectador voyeur. Tanto la intención de normalización como sus actores protagonistas son los principales fuertes del debut de Färdmar. Y es que, a pesar de las buenas intenciones, 'Vivir sin nosotros' tiene un grave problema: es demasiado ligera para lo que quiere narrar y, finalmente, no sabe cómo terminar esta crónica de una separación más que anunciada.
Una ópera prima llena de buenas intenciones
Sí, se aplaude la normalización y cómo los diálogos muestran cómo los defectos propios pueden terminar por una ruptura y cómo aprender de ellos es fundamental para construir otra relación en positivo o, si no se corrige, caer en los mismos problemas. Sin embargo, Färdmar lo trata de manera muy liviana, con situaciones que, incluso, se pueden calificar de naíf. Por otro lado, aunque haya química entre sus actores, sus diálogos son extremadamente impostados, con situaciones contradictorias que Färdmar no sabe explicar. Salvando las distancias, títulos como 'Weekend', 'Théo y Hugo, París 5:59' o 'Keep the Lights On' han sabido contar mejor historias de amor y desamor y han logrado salirse del cliché sin tampoco obviar parte del legado de la cultura gay.
Aunque la normalización es una intención estupenda, el director busca tanto evitar retratar de manera negativa la relación que tienen sus protagonistas, que la cinta acaba en una especie de tierra de nadie, que provoca una dura sensación de decepción, pues su inicio prometía estar ante una especie de 'Secretos de un matrimonio' moderno y millennial. En cierta forma, le sucede lo mismo que otro título gay que narraba un problema de pareja ajeno a la sexualidad, 'Tomcat'. No obstante, se agradece la intención de narrar una historia alejada de los estereotipos, lo que invita a pensar que un segundo largometraje puede ayudar a Färdmar a pulir los defectos de esta primera obra.
Nota: 5
Lo mejor: La química entre Elgerd y Andersson y el deseo del director en normalizar las rupturas de parejas gais.
Lo peor: Es demasiado ligera, sus diálogos parecen impostados y no sabe cómo finalizar el relato.