La primera temporada de 'Westworld' acabó con un Big Bang. Los robots del parque de atracciones más caro del mundo se rebelaban contra sus dueños, hartos de ser esclavos sexuales y víctimas constantes de malos tratos lúdicos. Anthony Hopkins, el mayor reclamo prestigioso de la serie de HBO, recibía una bala en la nuca, un probable cuantioso finiquito y un merecido descanso tras pasarse diez episodios recitando sin mucho interés frases ambiguas y pretenciosas. Adiós al Doctor Ford; hola, Dolores.
Era un golpe de efecto final que nos hacía olvidar que los diez primeros episodios fueron un viaje lleno de bandazos, derrapes y vueltas a la línea de meta. Un prólogo, como han dicho los propios creadores de la serie, Jonathan Nolan y Lisa Joy, que servía de introducción para lo que la serie es realmente. Ahora, por lo visto, es cuando empieza 'Westworld' de verdad, con el primer episodio de la segunda temporada, que llega a HBO España durante la madrugada del 23 de abril.
Durante los cinco capítulos que la cadena ha dejado ver a los periodistas, la mitad de la segunda temporada, queda patente cuánto ha cambiado la ficción desde que se emitiera ese 'The Bicameral Mind' en diciembre de 2016. Tras la revolución de los huéspedes, 'Westworld' se vuelve aún más caótica (en el buen sentido), impredecible y fragmentada.
Dolores (Evan Rachel Wood) y Teddy (James Marsden) viajan por un mundo que ya saben que es falso, intentando despertar las consciencias de los androides de cara a la guerra que viene. El Hombre de Negro, o William para los enemigos (Ed Harris) sigue jugando a un juego que ahora se ha vuelto mortal. Maeve (Thandie Newton) se adentra de nuevo en el parque para buscar a la hija perdida en su memoria. Y Bernard (Jeffrey Wright), ya plenamente consciente de su condición robótica, navegará entre dos aguas, engañando a los empleados del parque que aún le creen uno de ellos, mientras intenta descubrir cuál es su lugar en este mundo y cuántos pecados ha cometido en su adormecido pasado. Y en medio de este boicot, Delos se revela como una empresa con más secretos de los que creíamos.
Lo más estimulante de 'Westworld' es que parece dispuesta a explotar sus infinitas posibilidades. Hasta ahora, la narración ha estado bastante limitada a la sesgada cosmovisión de los huéspedes del parque. No sabemos realmente dónde está Westworld ni cómo es el mundo exterior. Tampoco conocemos qué pretende Delos, una oscura organización que parece estar recabando información personal de todos los visitantes (Mark Zuckerberg estaría orgulloso). Ni estamos seguros de que los robots puedan alcanzar su libertad, su Tierra prometida, ahora que han salido de la caverna. Con un punto de partida lleno de agujeros que rellenar, gracias a que el tono y el ritmo de la primera temporada estaba hecho para testar paciencias y estimular la imaginación, a partir de ahora Nolan y Joy pueden hacer lo que quieran con su juguete. Y la primera mitad de la segunda temporada expande mucho el campo de visión, en términos de tiempo y espacio (sigue habiendo flashbacks y elipsis por doquier), ofreciendo respuestas que a su vez, claro está, plantean nuevas preguntas.
La nueva 'Juego de Tronos'
Hay muchas series dentro de 'Westworld', algo que ha cogido directamente de su hermana de cadena, 'Juego de Tronos', que sin duda se ha convertido en el fenómeno cultural que es gracias precisamente a eso. Si te gustan los culebrones monárquicos, 'Juego de Tronos' es para ti. Si eres fan de las aventuras medievales, ponte con 'Juego de Tronos'. Si te vuelven loco los dragones, ahí tienes 'Juego de Tronos'. ¿Que te van más los zombis? "Aguántame la copa".
'Westworld' es ciencia ficción high-concept, tiene robots y saltos temporales, es perfecta si eres un aficionado al cine western, y te quedarás por sus personajes femeninos empoderados. Dolores y Maeve son las absolutas reinas de la segunda temporada, y en concreto Thandie Newton se come con patatas a Daenerys y sus tres hijos con aliento de fuego. Ella y Jeffrey Wright destacan de entre todo el reparto. Ella por convertirse en una absoluta maestra del one-liner y la mirada condescendiente, y él por llevar a cabo una interpretación llena de capas, entre ellas la de un animal herido que busca sentido a su existencia.
También hay violencia, sexo y desnudos, aunque en la era del #MeToo y tras las variadas críticas que recibió HBO en los últimos años, 'Westworld' no es un desfile de tetas. En lo que no escatiman, eso sí, es en dinero para la producción y talento para la dirección: incluso cuando no entiendes muy bien qué está pasando, o simplemente una trama no te interesa demasiado (las hay muchas, muy variadas y para todos los gustos), te seguirás quedando embobado con su excelente realización y puesta en escena.
En esa constante expansión narrativa y temática, en estos nuevos episodios también descubrimos dos nuevos parques, llenos de sus propios androides huéspedes y sus ricos visitantes. Uno de ellos es el ya comentado Shogun World, la película de samuráis que a 'Westworld' le faltaba, y con la que los guionistas hacen un juego de referencias (meta y auto) muy divertido. No hay nada que no pueda pasar en esta serie, y quizá por esa promesa (o amenaza, quién sabe) estamos dispuestos a quedarnos incluso cuando 'Westworld' atraviesa uno de esos valles narrativos que nos invitan a echar una cabezada durante medio episodio.
Cuando abramos los ojos, quizá hayan entrado en el parque de los musicales, y eso no nos lo queremos perder por nada del mundo.