Pocos estudios de cine tienen una identidad tan marcada como para poder celebrar su efemérides creando una película ad hoc. Pero desde los años 30 somos una gran mayoría los y las criados por películas de Disney. Conocemos al dedillo cómo son sus cuentos, sus princesas, sus villanos, su magia.
'Wish: El poder de los deseos' nace con la intención de rendir homenaje a esos tópicos, de recordarnos a las primeras películas del estudio de Walt Disney, pero con el reto de hacer un largometraje para el público de hoy, cien años después de la fundación de The Walt Disney Company. Chris Buck y Fawn Veerasunthorn han conseguido que la historia de Asha y el reino de Rosas sean más que hora y media de fanservice y autopalmadas en la espalda. Y también han conseguido que 'Wish' recuerde al pasado y sin dejar de hablar al presente.
La película nos lleva al reino de Rosas, una isla del Mediterráneo muy cercana a España, fundada por el Rey Magnífico. Este monarca ha logrado dominar las artes mágicas y es capaz de extraer el deseo más profundo de sus súbditos para ponerlo a buen recaudo. Asha, una joven que aspira a ser aprendiz del rey, descubre que Magnífico no les ha contado toda la verdad acerca de los deseos. Desesperada, acaba recurriendo a las estrellas, y una de ellas responde a su llamada.
Para los españoles, 'Wish' es una película muy especial por localizarse no directamente en nuestro país, pero lo suficientemente cerca como para sentir la influencia. No es una inmersión tan grande como la de 'Encanto' y Colombia, pero tenemos castañuelas, tenemos arte mudéjar y tenemos a la Reina Amaya, que pronuncia las "r" de "mi rey" con mucho salero y viste como la Dama de Elche. No, no es 'Encanto', pero algo es algo.
Rosas no será de pata negra, pero lo que sí es, sin duda, es una preciosidad. Todos los fondos y escenarios de 'Wish' están hechos imitando el estilo de las primeras películas de Disney, como 'Blancanieves y los siete enanitos', 'Bambi' o 'La bella durmiente', con artistas como la legendaria Mary Blair como clara inspiración. Ese es uno de los mejores guiños al legado del estudio que encontramos en la película.
Para acompañarlo han optado por una especie de híbrido entre animación por ordenador y acuarela para los personajes. Aunque esa técnica destaca con el movimiento de las telas de los trajes o las trenzas de Asha mecidas por el viento, quizás resulta muy poco arriesgado para el primer estudio en el que casi todos pensamos cuando se menciona "animación". Es diferente, sí, pero tiene el problema de codearse con películas que sí han roto moldes como el Spiderverso, 'Ninja Turtles: Caos Mutante' o 'El gato con botas: El último deseo'. La animación de 'Wish' es efectiva, pero les coloca detrás en una carrera que deberían ir ganando.
Desde que comienza la película, ya con un guiño a esos primeros cuentos de hadas que cobraron vida en el estudio, 'Wish' consigue que nos invada una confortable sensación de nostalgia. Asha no será una princesa, pero es una heroína que sabe continuar con la estirpe de aquellas que la precedieron: Mirabel, Raya, Vaiana, Anna y Elsa. Es torpe y acelerada, pero no tan torpe y acelerada como para resultar cargante. Tiene el carisma suficiente para liderar la historia, y Ariana DeBose hace un trabajo fantástico en el doblaje, y simplemente magnífico a la hora de cantar.
Está acompañada por su abuelo y su madre, el ancla emocional de la trama, por siete (ejem) amigos, y por la adorable cabra Valentino. Alan Tudyk vuelve a desmarcarse con un trabajo de voz espectacular, aunque su personaje esté constantemente rozando la línea de lo cargante. La verdadera robaescenas de la película es la Estrella, que no solo cuenta con una animación exquisita y una expresividad increíble para ser un personaje mudo, digno de joyas del estudio como la alfombra mágica, sino que tiene el brillo suficiente para convertirse en favorita del público y posiblemente en la nueva mascota de The Walt Disney Company. Los amigos, eso sí, son demasiados y, salvo uno, dejan muy poca huella.
Disney regresa, y ya era hora, a los villanos grandilocuentes con el Rey Magnífico. El personaje doblado por Chris Pine, que se lo ha pasado como un niño pequeño, tiene muchos de los rasgos de los malos malísimos típicos de Disney: ese verde para remarcar su villanía, esa egolatría y narcisismo, ese puntito camp (no muy exagerado para que no le tachen de queerbaiting)... Echábamos mucho de menos un personaje así, uno además que se va desmelenando más y más, aunque sí se llega a notar una cierta contención, como si no fuese totalmente libre de desatar su maldad como una Maléfica o una Lady Tremaine. Pero ojalá él sea el primero de una nueva colección de malos que sean malos porque les dibujaron así. Interesante cómo la Casa del Ratón roza muy en la superficie la corrupción de los mandatarios y la reacción de un reino que, en ocasiones, casi funciona como una secta que venera a su líder.
El germen de toda la historia se encuentra en esos deseos que muchos personajes de la casa han pedido, muchos de ellos a una estrella, a lo largo de estos cien años. Y el poder de los deseos que menciona el título es el centro de la trama. Los directores, acompañados en el guion por la jefaza del estudio, Jennifer Lee, han sabido darle un peso especial a esos deseos, seguro consiguiendo que algún niño vuelva a mirar al cielo en busca de su estrella mágica. Pero también han sabido actualizarlos para no caer en lo naif. La moraleja de 'Wish' resuena con fuerza en un clímax que sabe ser emotivo, poderoso y visualmente llamativo.
La banda sonora cuenta con canciones muy pegadizas a cargo de Julia Michaels y Benjamin Rice. 'Mi deseo' es la estrella de una banda sonora con aire más actual que funciona más en unas que en otras. Le pasa un poco también al humor: hay chistes que parecen más de ciertos estudios competidores.
En ningún momento llegamos a olvidar que esta película también quiere ser un símbolo de los cien años de historias del estudio, y por eso está plagada de guiños y Easter Eggs más o menos descarados. Los fans van a tener que verla varias veces para encontrar ciertos objetos de otras películas, o para pillar las referencias en los diálogos.Y no os olvidéis esperar a la escena post-créditos.
He de admitir que esa parte de la película, el autohomenaje, me provocaba tanta curiosidad como temor. Ciertamente hay guiños que funcionan mejor que otros (tienden a gustarme los que parecen fortuitos, y pocos lo son). Pero lo bueno es que ese aspecto no ahoga la película ni la aventura de Asha. 'Wish' es, ante todo, un cuento de hadas en sí mismo, y se disfruta sin haber visto una sola película de Disney. Tiene su identidad propia y no se ve ahogada por las referencias.
Ahora bien, como película que quiere celebrar un hito tan importante como es un centenario, deja con hambre. De nuevo, en un momento en el que otros estudios de animación no solo están rompiendo barreras a nivel técnico sino también a nivel narrativo, 'Wish' se hace demasiado segura, demasiado poco ambiciosa. Es el precio a pagar por querer hacer algo que recuerde tanto a los inicios del estudio, pero en tiempos en los que todo parece posible, es como si no hubieran querido arriesgarse a mirar más lejos. Disney debería ser capaz de coger su fórmula y transformarla, como ya lo han hecho otras veces a lo largo de su historia.
Expectativas centenarias
'Wish' tiene magia, tiene humor, y un mensaje inspirador. Tiene todo lo que le puedes pedir a una película de Disney, y de hecho ha sido confeccionada para evocar precisamente eso. Pero no llega a sorprender como lo hace 'Encanto' con su foco en las expectativas familiares, o como 'Zootrópolis' y su escenario lleno de vida y posibilidades, o como 'Enredados' y su luz y carisma, o como 'Frozen' y su épica clásica que ya recordaba mucho al ADN de Disney. Si hubiera sido una película más de la casa, sería una estupenda película, porque lo es. Pero como emblema del centenario, quizás deberían haber dejado que su magia desbordara un poco más.
'Wish: El poder de los deseos' se estrena en cines el 24 de noviembre.