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CRÍTICA

'Wonderstruck. El museo de las maravillas': Haynes y la banalización de los sentimientos

Crítica de 'Wonderstruck. El museo de las maravillas' de Todd Haynes. Estreno en cines el 5 de enero de 2018.

Por Javier Parra González 5 de Enero 2018 | 12:05

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Teniendo en cuenta la impecabilidad con la que un cineasta de la talla de Todd Haynes estaba sorprendiendo durante los últimos años, resulta un tanto extraño descubrir como su última producción pasa a ser uno de esos pastiches sensibleros de los que llegan dispuestos a tocar la fibra del espectador de la forma más gratuita posible.

Wonderstruck

Habiéndose coronado como uno de los grandes creadores del melodrama moderno, la falta de sutileza a la hora de jugar con los sentimientos de la que parece hacer alarde en 'Wonderstruck. El Museo De Las Maravillas', hace que estemos ante el peor título de su carrera, pues en esta historia sobre la búsqueda de la identidad y suerte de coming-of-age inspirado en la literatura, todo acaba resultando banal, llegando a abrazar el tedio en varios de sus momentos.

El guion del último film del director originario de Oregon viene firmado por Brian Selznick, también autor de la novela en la que se basa, 'Maravillas', y a quien debemos la adaptación de otra historia suya: 'La invención de Hugo', dirigida por Martin Scorsese en 2011. Es por ello por lo que la película no parece querer despojarse en ningún momento del material de base sobre el que se asienta, ya que Selznick hilvana toda la trama de una forma que sobre el papel puede resultar un gran aliciente para el lector, pero que a su traspaso a la pantalla no deja de ser un producto del que recordaremos mejor mucho su envoltorio que todo lo que contiene en él.

Wonderstruck

Fue el propio Haynes quien, siendo conocedor de su gusto por las historias de época, se sintió plenamente fascinado por lo que contaba Selznick en su novela, en la que se nos presentan dos líneas temporales, una en los años 20 y otra en los 70, las cuales acabarán convergiendo de forma poco sorprendente. En este caso, estas dos historias cruzadas sobre la búsqueda de los valores familiares no acabarán de ser plasmadas con la fuerza que deberían, ya que debido a los dramas personales que arrastran sus personajes, el mensaje de la película decide apostar por abrazar los convencionalismos más básicos del cine de corte familiar, alejándose totalmente de la etiqueta con la que se nos vendió el film, el de un drama de misterio.

Parece ser que lo único por lo que Haynes se ha preocupado es en hacer su más sentido homenaje al cine mudo, etapa que queda reflejada a la perfección en la historia de Rose (Millicent Simmonds), una niña que en los años 20 decidirá escaparse de su casa para ir en busca de su madre, una estrella de cine llamada Lillian Mayhew, y a quien interpreta una Julianne Moore que, lejos de los grandes papeles de su carrera, parece estar actuando en modo piloto automático. Aun así, siempre se agradece ver a Moore en pantalla, aunque en esta ocasión lo suyo sea más un tributo a las estrellas del cine mudo que una de las interpretaciones de su filmografía que pasarán a la historia.

Wonderstruck

Sentimentalismo primario

'Wonderstruck. El museo de las maravillas' acaba fallando en su reflejo de las fuerzas (sentimentales) que mueven a sus personajes, ya que es algo que apenas consigue ni tan siquiera con su protagonista masculino, Ben, quien está encarnado por el joven Oakes Fegley, personaje que llega a una Nueva York setentera en la que poder indagar en sus orígenes tras la muerte de su madre, a quien vemos con el rostro de Michelle Williams, y que está dispuesta a convertirse en uno de los alicientes de la película, pese a tratarse el suyo de un rol secundario con pocos minutos de aparición en pantalla, la cual inunda a cada plano tal y como ya ha había sabido explotar Haynes en 'I'm not there' o Kelly Reichardt en 'Wendy and Lucy' o 'Certain Women'.

Así, y reiterándose en lo dicho anteriormente sobre los productos de buen empaque formal pero con un contenido vacío (en este caso, tan insulso como la historia que nos quiere contar), puede que haya cierta división de opiniones a la hora de juzgar lo último de Todd Haynes, pero lo que no se puede discutir es que parece una película de encargo hecha sin alma, ya que todo apunta a que lo único que el realizador quiso llevar a cabo fue un sentido y generoso homenaje al cine mudo, descuidando todo lo demás y pareciendo algunas de sus secuencias filmadas por un intento de imitador de Wes Anderson. Y todos sabemos que Haynes es mucho mejor que esto, así que tampoco habrá que tenerle muy en cuenta este traspiés en su carrera.

Nota: 5

Lo mejor: El cariño con el que rinde homenaje al cine mudo y su breve aunque emocionante secuencia en stop-motion.

Lo peor: No logra transmitir ni tan siquiera la mitad de lo que pretende.