La carrera de Judd Apatow como director de películas se ha caracterizado por seguir una fórmula: hombre de 30-40 descarriado encuentra a una mujer que lo mete en vereda. Lo hizo con Steve Carell en 'Virgen a los 40', un pardillo que estaba por perder su castidad, con Seth Rogen en 'Lío embarazoso', un pasota que dejaba embarazada a un lío de una noche, con Adam Sandler en 'Hazme reir (Funny People)', un hombre rico y mujeriego que echaba de menos a su ex-mujer y por último en 'Si fuera fácil' con Paul Rudd, un padre de familia que tenía que madurar urgentemente.
En todas ellas, Apatow utilizaba una mezcla de humor gamberro y comedia romántica (perfecta para atraerlos a ellos y a ellas a las salas) para contar historias con moraleja sobre un estilo de familia tradicional, monógama y, por qué no decirlo, blanca y de clase media-alta.
A la vez, se ha ido convirtiendo en una especie de mecenas del humor (de un estilo de humor, por lo general), y sus proyectos como productor/benefactor/guía han sido de lo más interesantes: desde las míticas 'El reportero: La leyenda de Ron Burgundy' y 'Supersalidos' a las "femeninas" 'La boda de mi mejor amiga' y 'Girls', la serie de Lena Dunham para HBO.
La chica de moda
No es de extrañar, entonces, que el camino del director y guionista de comedia más importante de los últimos años haya convergido con Amy Schumer. Se puede decir oficialmente que 2015 está siendo su año: la tercera temporada de su serie de sketches de Comedy Central, 'Inside Amy Schumer', ha sido nominada a tres premios Emmy (para Actriz de Comedia, para Dirección de variedades y para Guion de Variedades), y ella misma ha ganado el premio de Mejor Actriz en los Critics' Choice y el Premio al Logro Individual en Comedia de la Television Critics Association (que no distingue entre mujeres y hombres).
Además, Schumer ha obtenido relevancia últimamente por sus declaraciones condenando la nula política de control de armas de EEUU, tras un tiroteo que tuvo lugar durante una proyección de la película que nos ocupa. A todo esto, le añadimos la belleza física (algo alejada del estereotipo de "tía buena"), el atractivo de la chica gamberra, y ya tenemos chica de moda en EEUU. Protagonizar y escribir el guion de la nueva película de Judd Apatow, 'Y de repente tú', solo era la necesaria guinda del pastel.
Un giro de 360º
Lo curioso de 'Y de repente tú', es que toma el relato apatowiano (lo siento) y le da un esperado giro femenino. En realidad, es la misma historia, pero con los papeles intercambiados: una mujer adicta al alcohol y el sexo con desconocidos, que no se toma demasiado en serio su trabajo de redactora en una revista de tendencias, conoce a un hombre sereno y adorable que le mostrará el buen camino. ¿Es esto un spoiler? ¿Hay alguien que espere otro curso de los acontecimientos?
Apatow repite ingredientes, aciertos y errores porque no deja de funcionarle, y, siendo sinceros, porque al final los aciertos repetidos pesan más que los fallos (al igual que le está ocurriendo a la factoría Marvel en el terreno de los superhéroes). Empecemos entonces por estos últimos.
'Y de repente tú' es demasiado larga para su género y su contenido. De nuevo el metraje sobrepasa las dos horas y sentimos que podría haberse prescindido sin problemas de algunos gags, algo que quizá haya que atribuirle al guion de Schumer, que en ocasiones parece estar escribiendo un capítulo de su programa de sketches independientes.
El mayor problema de 'Y de repente tú' (aparte del título español, aunque 'Trainwreck', una expresión para hablar de personas que son un desastre, no tiene traducción directa) es la obsesión de Apatow por colar la moraleja final, una moraleja que no solo se huele desde la mitad del metraje sino que además lastra el talento para la comedia de los actores y guionistas de los que se rodea, normalmente genios actuales del género. En este caso, choca especialmente con la imagen y el espíritu de Amy Schumer, del que se beneficia la película en su primera mitad. Las comedias de Apatow, y esta entre ellas, navegan entre lo gamberro primero y lo empalagoso al final, y aquí se ve como una colisión entre el estilo Schumer (desvergonzado, irreverente, ofensivo en ocasiones) y la tendencia de la fórmula Apatow por acabar cumpliendo las reglas de la comedia romántica, género cuyos tópicos explora y revuelve, pero respeta en última instancia.
Esto es así: la promiscuidad y la libertad de Amy son tratadas como problemas (miedo al compromiso, alcoholismo) que se acabarán solucionando con la ayuda del hombre adecuado y llevan a la película a un clímax de cuento de hadas, coqueteando con el subgénero de las comedias deportivas, y creando en el espectador una amplia sonrisa, pero a costa de ese giro al que en principio 'Y de repente tú' parecía apuntar.
No le podemos pedir peras (revoluciones) al olmo (el cine comercial de Apatow), pero sí atribuirle sus méritos. Y al final, nada es tan simple. Las películas de Apatow hablan de la generación que ha sido criada en los 70-80, los años de las revoluciones sociales y los cambios progresistas. Es importante explorar los límites entre lo que no consiguieron nuestros padres, lo que sí consiguieron, y aquellos triunfos que se han pervertido con los años para convertirse en un nuevo problema. Schumer no deja de subrayar, tanto en su serie como aquí, que nuestros padres y abuelos fueron racistas y homófobos, pero la sociedad actual está viviendo una tensión entre el respeto relativista y la corrección política de la auto-censura.
Por suerte, el humor de este grupo lucha contra esto, y en ese sentido Amy Schumer encaja a la perfección utilizando constantemente los tópicos para explotarlos. Es el caso del personaje interpretado por el jugador de baloncesto LeBron James, uno de los mayores aciertos: rico hasta las orejas pero tacaño, fan de 'Downton Abbey' y muy sentimental con su mejor amigo. O una de las escenas más graciosas, en la que un grupo de amas de casa comparte con Amy algunos secretos supuestamente vergonzosos, y una de ellas admite que "ni siquiera ha explicado a sus hijos qué es una persona gay".
De nuevo Apatow acierta en el reparto, y aquí también hay mezcla de ambos: Schumer trae a algunos amigos recurrentes en su programa (imponente en muchos sentidos Bridget Everett) mientras que de los sospechosos habituales de Apatow solo vemos Bill Hader, pero el director se las apaña para volver a convertir la película en una alfombra roja de cameos, muchos de ellos del mundo de los deportes (el gag de la "intervención" al personaje de Hader probablemente sea muy gracioso en EEUU), y de regalo una maravillosa parodia de la típica película indie de Sundance, en blanco y negro y protagonizada por un Daniel Radcliffe fumador y paseador de perros.
De los secundarios, destacamos a Tilda Swinton, que vuelve a estar irreconocible y perfecta, da todo lo que requiere su papel, y entra en la lista de los jefes hijos de puta más graciosos del cine. Schumer está tan aguda como siempre, pero además sorprende emocionando, sobre todo en sus relaciones familiares (la hermana Brie Larson y el padre Colin Quinn también son un acierto).
En fin, aunque le puedan caer algunos palos, a Apatow tenemos que agradecerle subir el listón de un género tan menospreciado como el de la comedia. No nos cambiará la vida, pero 'Y de repente tú' nos entretendrá y nos hará reír a carcajadas incluso, sin tratarnos como a encefalogramas planos. Benditas risas.