Cuatro años después de realizar una de las mejores adaptaciones del clásico 'Pinocho' de Carlo Collodi, Matteo Garrone continúa experimentando. Con el relato fantástico, el cineasta suavizó ese toque brutal tan característico suyo en títulos como 'Gomorra' o 'Dogman'; el realizador ahora lo recupera con un mayor enfoque social con 'Yo capitán'. Candidata por Italia en la categoría a la mejor película internacional en los 96 Premios Oscar (ha logrado pasar la shortlist), la cinta llega a salas comerciales tras llevar el León de Plata a la mejor dirección en el 80 Festival de Venecia y el Premio del Público del 71 Festival de San Sebastián.
Si ya con 'Pinocho' Garrone salía de su zona de confort, con 'Yo capitán' da un paso más allá. Y lo hace porque se trata de un drama social que narra una realidad tremendamente incómoda: la de los inmigrantes ilegales que cruzan todo un continente para llegar la tierra prometida. El cineasta, consciente de que era una temática sensible, se puso la tirita antes de tener la herida y declaró en la rueda de prensa del 80 Festival de Venecia que buscaba "dar voz" y "escuchar las historias verdaderas"; así como admitía que se trataba de un film realizado desde una "perspectiva occidental".
El poner la tirita antes de tiempo ha provocado que, posteriormente, se haya condicionado el visionado de la cinta a posteriori. A pesar de ello, puede decirse que 'Yo capitán' es un loable testimonio de consciencia social y de mostrar otro tipo de relato sobre la inmigración ilegal. Usualmente, se tiende a reflejar situaciones extremas, guerrillas, guerras civiles y otras realidades de pobreza extrema que fuerzan a sus protagonistas a dejar sus casas y arriesgar sus vidas en una odisea que suele convertir el mar Mediterráneo en un cruel cementerio bajo sus aguas.
Sentido de la épica con consciencia y denuncia social
Sus protagonistas, Seydou y Moussa, quieren ir a Europa a triunfar en la música y que "los blancos les pidan autógrafos". Buscan fortuna desde su natal Dakar, en Senegal, a pesar de las advertencias de familiares y otras personas que volvieron al país tras intentos fallidos. Con el consejo de Kouassi Pli Adama Mamadou, marfileño radicado en Caserta que actualmente ejerce de mediador intercultural, el guion de Massimo Ceccherini, Massimo Gaudioso y Andrea Tagliaferri, la cinta sorprende con unos protagonistas con dichas ambiciosas. Es más, eso permite ver con cierta distancia lo que se narra.
Por supuesto, la cinta es el punto de vista de Seydou y Moussa, pero con dos adolescentes que viajan a la tierra prometida para triunfar en la música, se permite no remarcar demasiado el horror que experimentarán en el trayecto. Y es que Garrone muestra una habilidad única para crear una sensación de épica de sentimientos encontrados. Por un lado, firma una poderosa cinta de aventuras, al más puro estilo Jean-Jacques Annaud.
Sus secuencias en el desierto son dignas de la más pura cinta de aventuras. Pero no puede obviarse que su temática es todo lo opuesto a encontrar un tesoro perdido (aunque el símil entre El Dorado y ese sueño que es Europa se sienta en ciertos momentos). Es más, Garrone lleva elementos propios del cine de aventuras al drama social, donde hace una feroz crítica a las mafias y la corrupción de países como Libia, donde los inmigrantes ilegales son torturados y tratados de manera infrahumana.
El cineasta saca su savoir-faire a la hora de plasmar la brutalidad y el horror cuando toca. Es ahí donde 'Yo capitán' más brilla. Es más, su denuncia social queda muy patente ese viaje al infierno donde miles de personas caen víctimas, de cómo las mafias y las autoridades corruptas buscan chantajear a familiares de los migrantes o enviarlos a la mar como forma de presión para los países europeos y occidentales, los cuales tienen la opción de recibir a los inmigrantes o, por el contrario, pagar a los países que retienen a estas personas.
Libia es el país con mayor conexión con Italia, con muchos migrantes enviados en barcos o pateras a Lampedusa o Sicilia. Pero bien podría ser Túnez o Marruecos. Ahí reside la fuerza y honestidad de un trabajo que tiene el reto de lograr un equilibrio entre el cine de aventuras y el drama social. El resultado es que Garrone aprueba con nota, mostrándose como uno de los cineastas más atrevidos del panorama del país transalpino.