Cada día de cuarentena que pasa puedes imaginar de manera más viva ese primer paseo que vas a dar al sol sin horarios, puedes saborear la cena que compartirás con tus amigos tras tanto tiempo sin veros más que en modo 'La tribu de los Brady' en videollamada, degustar la cerveza que vas a pedir en una terraza. Todos estamos deseando salir de casa y retomar nuestra vida normal, nuestra libertad. Respirar aire fresco e ir olvidándonos del coronavirus como de un mal sueño.
No sabemos muy bien qué pasará cuando termine la cuarentena, nunca nos hemos visto en una situación como esta. Se supone que el mundo volverá a girar pasito a pasito, hasta que podamos regresar a la mayor normalidad posible (para lo que, hagámonos a la idea, queda mucho). Y aunque habremos pensado muchas veces qué es lo primero que haremos al salir, es probable que entre las prioridades no se encuentre ir al cine.
No lo voy a negar, lo entiendo. ¿Por qué ibas a querer meterte, tras tantos días entre cuatro paredes, en otro lugar cerrado a ver películas, que es probablemente lo que más habrás hecho esta cuarentena? Las salas llevan mucho tiempo en terreno pantanoso, desde antes del COVID-19. La gente cada vez tiene mejores televisores y sistemas de sonido, y aunque nunca suplirán a una pantalla gigante y un sonido envolvente, para muchos espectadores lo que tienen en casa es más que suficiente.
Pero para otros tantos, ver una película en el cine no tiene punto de comparación. A todos esos que disfrutan como yo de la experiencia de ver una película en comunidad, que les gusta cuando la gente ríe al unísono o a alguien se le escapa un grito espontáneo de terror, es a los que me dirijo. Vuestro cine os va a necesitar, más que nunca.
Las salas se enfrentan a la mayor crisis de probablemente toda su historia. Ni con la piratería. Se ha dicho mucho estos días que las salas de cine no cerraron ni durante las guerras. Ahora se han enfrentado a semanas, meses, en las que no han podido abrir y, cuando abran, en principio tendrán que hacerlo con restricciones para evitar nuevos brotes. Todos prevén pérdidas millonarias y habrá que ver si los gobiernos les ofrecen algún tipo de ayuda para solventar el socavón, pero sin el apoyo del público, poco podrán hacer.
No hemos empezado todavía las fases de la desescalada, pero es obvio que a muchas personas, un lugar cerrado con gente alrededor les provocará pavor, aun con nuevos protocolos de seguridad y limpieza o reducción de aforo. También nos encontramos con el problema económico que nos va a afectar a todos en mayor o menor medida. Estas semanas de parón han supuesto un varapalo para muchas familias, y quizás no estén pensando gastarse el dinero en entradas de cine. Casi imposible si los precios siguen como hasta ahora. Si quieren salvar el cine en pantalla grande, exhibidores, proveedores, distribuidoras y gobierno van a tener que unir fuerzas y adaptarse a la situación.
Con la falta de estrenos, de momento, hasta el mes de julio, si los cines deciden abrir antes de verano (y si pueden), deberían hacer todo lo posible por asegurarse que los cinéfilos se atrevan a volver. No solo con todos los protocolos en regla, sino con iniciativas que "recompensen" a esos primeros valientes. Reestrenos de los títulos favoritos del público, maratones por la Tierra Media o los universos cinematográficos, películas míticas que sería un sueño volver a vivir en pantalla grande. Con precios adaptados a la situación. La vuelta va a ser dura, pero si poco a poco los que somos fáciles de convencer regresamos a las butacas, pronto nos seguirán los demás. Y cuando lleguen 'Tenet' o 'Mulan' a los cines podríamos estar ya en una "nueva normalidad", como la llaman.
Pero nosotros, los espectadores, también tenemos que poner de nuestra parte. Algunos cines ya están diciendo que es inviable económicamente abrir con un tercio del aforo, un cine en el fondo es un negocio caro. Por eso no podemos esperar que la vuelta de las salas sea una Fiesta del Cine continua con entradas a precios tirados. Ellos van a tener que recalibrar sus precios, por supuesto, pero nosotros no podemos pedirles un suicidio a largo plazo. Así que, en la medida de lo posible, apoya al cine de tu ciudad, destina lo poco que puedas a comprar una entrada. Combate las dudas iniciales con esa ilusión que solo consigue una sala de cine.
Acuérdate de la emoción que sientes cuando se apagan las luces y aparece el logo del estudio. De lo diferentes que saben las palomitas a las de microondas. Del retumbar de la sala en los momentos más épicos. De los momentos en los que todo el público se vuelve uno y se comparten sensaciones y reacciones. De esa mirada cómplice con los desconocidos con los que has compartido película cuando vuelven a encenderse las luces. Del camino de vuelta a casa. De los debates posteriores. Del subidón al pensar en la siguiente película que vas a ver. Acuérdate de cómo en un cine la película es lo único que importa. Que no existe nada más. Y que esa sensación solo puede conseguirse allí. Yo no quiero que desaparezca, y ojalá muchos de vosotros tampoco. Muchas veces he necesitado el cine en algún momento para escapar, para viajar, para vibrar. Ahora el que nos va a necesitar es el cine. Ojalá no te hayas olvidado de él.
#AcuérdateDeLosCines