Aún no era una gran estrella hollywoodiense cuando Kevin Costner decidió arriesgar y apostar capital propio para sacar adelante un proyecto audaz: una película que reivindicaría la figura de los nativos americanos, apostaría por un mensaje tremendamente ecologista y humanista, con gran parte de los diálogos en dialecto original (y con subtítulos en pantalla), y todo ello enmarcado en un género por entonces defenestrado, el western.
Aliado con sus compañeros Jim Wilson (co-productor) y Michael Blake (guionista), Costner tardó cinco años en completar 'Bailando con lobos', un film convertido en clásico instantáneo (gracias, en gran parte, a los siete Oscar que cosechó en su día) con el que la estrella se convertía, además, en un exitoso realizador.
Ahora que se cumplen veinticinco años del estreno de la película en nuestro país, recordamos estos diez datos curiosos que quizá no conocías sobre 'Bailando con lobos':
Curiosidades de 'Bailando con lobos'
El germen de la historia
En 1970, un joven guionista de veinticinco años llamado Michael Blake se trasladó de su Carolina del Norte natal a Los Angeles, en busca del sueño dorado de Hollywood. Sin embargo, durante casi tres lustros no le fue la vida nada fácil al aspirante a escritor, que solo logró colocar uno de sus libretos, 'Stacy's Knights', que en 1983 se convertiría en un film menor en manos de un debutante (Jim Wilson) y con un joven desconocido como protagonista (Kevin Costner).
Cuando la carrera del actor empezó a despuntar, Blake, que había trabado una buena amistad con él, le pasó unas pocas páginas de un western atípico en el que estaba trabajando, una historia de tintes crepusculares y tremendamente ecologista que en cierto modo subvertía los parámetros del género, ya que los indios eran los héroes del relato y los invasores blancos no salían muy bien parados. Visto que nadie le compraba el manuscrito, Costner le animó a desarrollarlo como novela. Dicho y hecho, 'Bailando con lobos' se publicó en 1988, y Costner, ya estrella en ciernes, le encargó que lo convirtiera en guion para la que sería su ópera prima tras las cámaras, y que rodaría al año siguiente.
Los actores
Quizá temeroso de no poder afrontar la película desde ambos lados de la cámara, Kevin Costner pensó en un principio en buscar a otro actor para que fuese el soldado que, destinado en solitario en un lugar remoto, trababa amistad con la pacífica tribu de los lakota. Tras valorar (y descartar) a Tom Berenger, quien más cerca lo tuvo fue Viggo Mortensen, que llegó a hacer una audición. Finalmente, y como sabemos, el protagonista terminaría siendo el propio Costner.
La por entonces desconocida Mary McDonnell interpretaría a la mujer que, siendo niña, fue adoptada por los nativos. Curiosamente, McDonnell es dos meses mayor que su padre adoptivo en la ficción (Graham Greene) y solo dos años menor que su madre en la pantalla (Tantoo Cardinal). Estos dos actores, al igual que otros que participaron en el film (Rodney A. Grant, Wes Studi, Michael Spears), eran mestizos de ascendencia amerindia, pero no hablaban lakota y necesitaron de las indicaciones de un profesor nativo.
El casting también contó, en papeles de reparto, con auténticos intérpretes amerindios, caso de Floyd Red Crow Westerman (que interpretó al anciano Diez Osos) o el joven Nathan Lee Chasing His Horse (Risueño).
Robert Pastorelli, Charles Rocket y Toni Pierce fueron otros actores con roles importantes en el reparto. Costner barajó la idea de contratar a Marlon Brando para el breve (pero fundamental) papel de Fambrough, el superior que envía a Dunbar al fin del mundo; pero, siguiendo con la tónica de contratar actores poco conocidos para mantener la credibilidad de la historia (de hecho, Costner era la única estrella de la película), finalmente el elegido fue Maury Chaikin.
Rodaje secuencial
El primer claquetazo tuvo lugar el 18 de julio de 1989, y el rodaje se prolongaría durante cuatro intensos meses (hasta finales de noviembre) en diversas localizaciones de Wyoming, Nebraska, Kansas y Dakota del Sur, incluyendo el famoso parque nacional de las Badlands.
Salvo las escenas correspondientes a la Guerra de Secesión, que se filmaron al final de la producción (con unos doscientos cincuenta actores y figurantes en escena), el rodaje de 'Bailando con lobos' se realizó casi por completo en orden secuencial, algo que, como sabemos, no es lo habitual; se planificó de esta manera de acuerdo a la climatología.
La caza del búfalo
Para realizar la que probablemente sea la secuencia más espectacular y una de las más sobrecogedoras del film se emplearon siete cámaras, un helicóptero y casi doscientos extras, veinticuatro de ellos verdaderos nativos americanos montando sus caballos a pelo. Se contó con la colaboración de veinte ganaderos que manejaban el rebaño de búfalos más grande del país: tres mil quinientos animales al servicio de la película con los que solo se podía realizar una toma al día, ya que cada vez que salían en estampida, podían alejarse hasta quince kilómetros. Ningún búfalo sufrió daño alguno: los que caen abatidos son criaturas animatrónicas, veinticinco en total, que costaban alrededor de diez mil dólares cada una. La secuencia tardó ocho días en completarse.
Aunque la película contó con un coordinador y varios especialistas, Kevin Costner decidió rodar él mismo sus propias escenas de acción a caballo. Eso sí, no tuvo que comerse el hígado de ningún animal muerto: el manjar era en realidad gelatina de arándanos.
Calcetines
Dos lobos amaestrados se alternaban para ser Calcetines en la pantalla, y respondían a los nombres de Buck y Teddy. Sin embargo, solo uno de ellos tenía "las patas blancas como la nieve"; al otro no hubo más remedio que... pintárselas.
Preparando la secuencia en la que Dunbar y Calcetines jugaban a perseguirse entre ellos, uno de los animales mordió accidentalmente en la pierna a su amaestrador (que durante los ensayos sustituía a Costner). Para evitar un percance parecido, el director y protagonista se procuró varios trozos de carne con los que aplacar, si era necesario, el ímpetu de su compañero de escena.
¿Cuánto dura la peli?
Orion Pictures, que finalmente entró en el proyecto como distribuidora, había pedido a Costner un metraje que no superara las dos horas y veinte minutos de duración. Algo que parecía casi imposible, habida cuenta de que el primer montaje rondaba las tres horas y cuarenta y cinco minutos... finalmente, después de arduas negociaciones, el actor y director logró acordar ciento ochenta minutos como tope.
En el año 2001, a propósito del décimo aniversario de la película, se lanzó una edición especial de tres discos en DVD (distribuida en España por Filmax) que, además de contener la versión cinematográfica, incluía un director's cut inédito de doscientos treinta y seis minutos.
'Kevin's Gate'
A finales de los ochenta, nadie en Hollywood apostaba el Lejano Oeste, y mucho menos por un tocho que rondara las tres horas de duración y en el que uno de cada cuatro diálogos obligaría a los espectadores a leer subtítulos. Kevin Costner era una estrella con tirón gracias a 'Los intocables de Eliot Ness' (Brian DePalma, 1987) o 'Los búfalos de Durham' (Ron Shelton, 1988), pero no dejaba de ser un director novel empeñado en sacar adelante un proyecto imposible. Finalmente, Costner financió de su propio bolsillo los dieciocho millones del presupuesto de la película, una "auténtica locura" para algunos que empezaron a bautizar este proyecto como 'Kevin's Gate', en referencia a 'Heaven's Gate' ('La puerta del cielo'), el colosal y estrepitoso fracaso de Michael Cimino que llevó a la United Artists a la bancarrota en 1980.
Contra todo augurio, 'Bailando con lobos' recaudaría casi ciento ochenta y cinco millones de dólares en Estados Unidos y más de doscientos cuarenta alrededor del mundo, convirtiéndose en el western más taquillero de todos los tiempos, un récord que aún ostenta. En 1991 se alzaría con siete premios Oscar de la Academia: Película, Director, Guion Adaptado, Fotografía, Música, Sonido y Montaje. Una recompensa excelente para un film de un género muerto.
El amigo de los indios
La enorme popularidad y simpatía que lograron los nativos americanos en todo el mundo, y la corriente que surgió en defensa de sus costumbres, tradiciones y territorios gracias al éxito global del film, hizo que los sioux nombraran a Kevin Costner miembro honorario de su tribu.
El actor aun mantuvo durante unos años su estatus de estrella hollywoodiense, pero lo cierto y verdad es que su carrera, que algo ha remontado en los últimos tiempos, nunca ha vuelto a llegar a la cima que le supuso 'Bailando con lobos'.
En estos veinticinco años, solo se animó dos veces más a sentarse en la silla de director: 'Mensajero del futuro' (1997) y 'Open Range' (2003), títulos que, indirecta o directamente, le devuelven al que parece ser su género favorito. Se rumorea que, enfrentado a su examigo Kevin Reynolds, en su día tomó las riendas de la estrepitosa 'Waterworld' (1995), un dato nunca oficialmente confirmado.
La explosión del 'neo-western'
El indiscutible éxito de 'Bailando con lobos' y, dos años después, de 'Sin perdón' (que le reportaría su primer Oscar a otro actor-director, Clint Eastwood), propició que las historias de diligencias, caballerías, nativos y ferrocarriles ambientadas en áridos y rocosos paisajes inundaran las carteleras durante buena parte de los años noventa, con desiguales resultados: 'El último mohicano' (Michael Mann, 1992), 'Un horizonte muy lejano' (Ron Howard, 1992), 'Tombstone, la leyenda de Wyatt Earp' (George P. Cosmatos, 1993), 'Gerónimo, una leyenda' (Walter Hill, 1993), 'Renegados' (Mario Van Peebles, 1993), 'Wyatt Earp' (Lawrence Kasdan, 1994), 'Cuatro mujeres y un destino' (Jonathan Kaplan, 1994), 'Leyendas de pasión' (Edward Zwick, 1994), 'Dead Man' (Jim Jarmusch, 1995), 'Rápida y mortal' (Sam Raimi, 1995) 'Wild Bill' (Walter Hill, 1995), e incluso experimentos tan demenciales como 'Wild Wild West' (Barry Sonnenfeld, 1999).
Por estas latitudes, y aprovechando los escenarios almerienses, contribuimos a este revival con, ejem, 'Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera' (Álvaro Sáenz de Heredia, 1996). ¡¡¡Cómorl???
La secuela
¿Existe una segunda parte de 'Bailando con lobos'? Pues sí, aunque, de momento, solo en negro sobre blanco. En 2004, Michael Blake sacaba a la luz 'The Holy Road', una continuación directa situada once años después de los acontecimientos narrados en su primer libro. Aunque no tuvo tanto éxito como el original, en los mentideros de Hollywood empezaron a correr rumores sobre cuándo y quién se haría cargo de la adaptación cinematográfica, una vez Kevin Costner afirmó rotundamente que no estaba interesado en el proyecto, ni como actor ni como director.
De nuevo se tanteó a Viggo Mortensen para el papel de John Dunbar, pero, finalmente, el proyecto nunca llegaría a cuajar, y por segunda vez el recordado Aragorn de 'El Señor de los Anillos' se quedaba con las ganas de interpretar al personaje. Ahora se especula con que 'The Holy Road' se convierta en miniserie para televisión, algo que, por el momento, solo es una idea de tantas.