Medio siglo esperó la popular saga literaria de C.S. Lewis para llegar a los cines. Tras un intento animado y una serie exhibida en la BBC, que recogía los eventos de las cuatro primeras novelas, en el año 2005 Disney estrenó la primera entrega de una franquicia que ha ido de más a menos. El entorno mágico de Lewis llegaba finalmente a la gran pantalla, y generó un gran éxito económico para la compañía.
La película dirigida por Andrew Adamson contó con uno de los presupuestos más elevados del año, de 180 millones de dólares, que quedaba bastante por encima de los 150 de la cuarta cinta de 'Harry Potter' y de 'Batman Begins'. Aunque siempre estaba Peter Jackson para restarle importancia con los 207 millones de dólares que costó hacer su 'King Kong'. Y la tremenda inversión de Disney mereció la pena, porque el espectáculo generado por Adamson fue el tercer film con mayor recaudación del año, con 745 millones.
Un esperanzador inicio para una saga que fue mermando con sus dos siguientes entregas. Pero ahora es el momento de recordar 'Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario', que aunó a prometedores y consolidados actores con jóvenes recién llegados, y que plasmó de forma efectiva las aventuras de los Pevensie en un mundo alternativo al nuestro, pero con tantas similitudes entre ambos. Para hacer memoria y conocer un poco más la película, te proponemos estas ocho anécdotas y curiosidades:
Curiosidades de 'Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario'
No sin mi doble
Las escenas de acción no son la única fuente de trabajo de los especialistas, ya que hay muchas otras situaciones de riesgo en las que se necesita la ayuda de los dobles. En el caso de la actriz que interpretaba a la adolescente Susan, Anna Popplewell, su petición de auxilio emanó del pánico que le generaban los ratones. Por lo tanto, cuando alguno de esos pequeños roedores hacía aparición, la actriz se quedaba a una distancia segura y su doble se enfrentaba a ellos.
El que la dice la paga
Cuando tienes a niños en el set de rodaje, hay que cuidar un poco más el lenguaje. Algo que a James McAvoy parecía no preocuparle demasiado. Tal fue el exceso de palabras malsonantes durante la grabación, que la pequeña Georgie Henley puso un tarro a disposición de los culpables, y como no podía ser de otra manera, el fauno interpretado por McAvoy fue el que más aportó a la causa. Aunque otros actores adolescentes tampoco se libraron de la iniciativa.
Espera a la sorpresa
Lo más probable es que si eres un niño -o un adulto- nunca hayas visto a un fauno salvaje por el campo o por el parque de tu barrio. Por eso el director de la película decidió que la primera reacción de los niños de la película al ver a Tumnus debía ser la genuina, y decidió llevar a Georgie Henley con los ojos tapados a ese nevado mundo de Narnia para encontrarse con McAvoy totalmente maquillado como su personaje. De esa manera consiguió que su mirada y gestos fueran lo más naturales posible.
Pide tu deseo
A veces nuestros anhelos se hacen realidad. Si no que se lo pregunten a Skandar Keynes, el joven Edmund, que durante la película preguntaba si la Bruja Blanca le podía hacer más alto, y vaya si se cumplió el deseo. Durante el rodaje de la cinta, que se extendió a lo largo de varios meses, del verano al invierno de 2004, el actor creció alrededor de 16 centímetros. Tal fue su cambio fisiológico, que al cambiarle la voz a lo largo del proceso, su hermana tuvo que doblarle en algunas escenas en postproducción.
No me toques
Skandar Keynes fue el último que consiguió su papel dentro del cuarteto de hermanos Pevensie. Lo cual sirvió a Andrew Adamson para que Edmund estuviera un poco más alejado de sus familiares, ya que los otros tres actores habían pasado un mes ya juntos cuando Keynes les conoció. El director fue un paso más allá y, consciente del rechazo que le generaba a Keynes el contacto con el resto de chavales, cada vez que podía instaba a los compañeros de reparto a abrazar al pequeño Edmund. Así consiguió las mejores expresiones de repulsión.
Recortar o perder
La recomendación oficial de películas por edades es uno de los pasos más delicados del proceso de distribución. Una escala demasiado elevada y pierdes a la mitad de tu público potencial, y más cuando hablamos del tipo de cine de 'Las crónicas de Narnia', que tenía como objetivo atrapar al público infantil. Mientras que en la mayor parte del mundo recibió una calificación para todos los públicos, en Alemania y los Países Bajos se puso el mínimo de edad en los 12 años. Para evitar ese varapalo y poder explotar la película al máximo, se hizo un nuevo corte de la película para esos dos países, alterando efectos de sonido y las escenas con conflictos más impactantes. Al final lo consiguieron, aunque esos espectadores quedaron privados de la versión real.
¿A qué te sabe?
No es de extrañar que a Keynes no le entusiasmara el contacto físico con sus compañeros de reparto, ya que fue víctima de alguna que otra broma. Su hermano mayor en la ficción, William Moseley, le engañó para que se comiera el cristal falso del marco de una fotografía, diciéndole que estaba hecho de azúcar. Pero el sabor dulce nunca llegó a sus papilas gustativas, ya que realmente era silicona. Menos mal que las bromas se compensaban con batallas de bolas de nieve con el director.
Voces imponentes
La inquebrantable voz de Liam Neeson no fue la primera opción para doblar al solemne león Aslan. En primera instancia, Brian Cox iba a ser el encargado de cumplir con ese honor, pero finalmente se retiró del proyecto. Otro que quedó a las puertas del trabajo fue Gerard Butler, que metió la pata durante su audición al preguntar si el nuevo Aslan sería como la marioneta de la miniserie de la BBC. Por último, en la silla del director podríamos habernos encontrado a alguien que todavía no ha sabido aprovechar un gran presupuesto, al tan odiado como amado M. Night Shyamalan.