Aunque hayan pasado seis décadas desde su estreno, 'Duelo en la alta sierra', el inmenso clásico del maestro Sam Peckinpah, sigue siendo una experiencia cinematográfica repleta de emociones y recompensas para quien se acerque a ella en el presente. Desde su encantador prólogo, estamos ante un western que se ubica, sin ceder ningún espacio a la duda, entre los mejores de la historia del género.
Protagonizada por unos excelsos Randolph Scott y, sobre todo, Joel McCrea, esta historia de dos viejos amigos que unen fuerzas para escoltar un cargamento de oro desde las minas de Alta Sierra hasta un banco consigue hacerte sonreír y llorar con la grandeza única del mejor cine. Una propuesta en la que cada escena tiene un sentido y con la que Peckinpah firmó la que bien puede ser la obra más emocionante de su admirable filmografía. Y una de sus piezas realmente imprescindibles.
Aunque, si hablamos de cumbres, imposible no citar esos últimos minutos en los que, sin revelar nada de la trama, simplemente diremos que se produce una de las conversaciones más hermosas jamás escuchadas en un western. Un diálogo que se queda clavado en la memoria y que concluye con uno de los planos finales más deslumbrantes de todos los tiempos. Palabras grandilocuentes, sí, pero merecidas a la hora de celebrar el poder de este clásico imbatible llamado 'Duelo en la alta sierra'.
10 curiosidades de 'Duelo en alta sierra'
Edición y John Ford
Sam Peckinpah no rodó mucho más que el metraje que sabía, o intuía, que necesitaba para cada escena de la película, ya que tenía la costumbre de ir editando mentalmente sobre la marcha. Sin embargo, tras ver el ritmo y resultado de numerosos días de trabajo, la dirección del estudio responsable de 'Duelo en la alta sierra', MGM, le envió una nota al cineasta con mucha mala baba (y enfado) en la que se leía: "¿Quién te crees que eres, John Ford?".
La despedida de Randolph
'Duelo en la alta sierra' fue la última película de la trayectoria de Randolph Scott, maravilloso actor que se retiró del mundo de la interpretación tras ver el resultado de este trabajo. Y es que, totalmente emocionado, Scott aseguró que quería dejarlo mientras estaba en un punto alto, subrayando que creía que nunca sería capaz de entregar una actuación mejor que la que regala en la cinta. Intachable despedida.
Única condición
Aunque aseguró que le había encantado tras leerlo por primera vez, Sam Peckinpah dijo que solamente dirigiría 'Duelo en la alta sierra' si le dejaban reescribirlo. Una condición aceptada por el estudio que provocó que el cineasta pasará casi cuatro semanas en el libreto, dándole a la historia un impacto mayor al incorporar la muerte de uno de los personajes en el desenlace.
Referencia paterna
Muchas de las variaciones que hizo Sam Peckinpah al guion de 'Duelo en la alta sierra' fue aportar diversos elementos al personaje de Steve Judd relacionados directamente con su padre, incluyendo frases que el cineasta recordaba escuchar a menudo en casa. El homenaje fue tan evidente para el círculo cercano de Peckinpah que, después de ver la película terminada, la hermana del director acabó llorando a mares, realmente impresionada por la manera en la que Peckinpah había conseguido captar la esencia de su figura paterna.
Cambio de papeles
Aunque ahora nos resulte imposible imaginarlo, es lo que tiene la memoria cinéfila y emocional, hubo un momento durante los primeros compases de trabajo en 'Duelo en la alta sierra' en la que Joel McCrea iba a interpretar a Westrum y Randolph Scott a Judd. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que ambos actores acudieran por su cuenta al despacho del productor de la película para pedirle que les cambiaran de papel. Dicho y hecho.
Reparto inicial
Los productores de 'Duelo en la alta sierra' tenían en la cabeza a Gary Cooper y John Wayne, casi nada, como primera opción para protagonizar esta historia. Sin embargo, el primero de ellos falleció antes de que comenzara el rodaje.
Odio buscado
Para lograr que en pantalla quedara reflejado a la perfección el odio entre los hermanos Hammond y los protagonistas de 'Duelo en la alta sierra', Sam Peckinpah mantuvo a todos los actores que interpretaban a la temible familia minera alejados del resto del reparto, obligándoles a comer en soledad e ir a todas partes en grupo.
Bromas
A Sam Peckinpah le encantaba gastarle bromas a Mariette Hartley durante el rodaje de 'Duelo en la alta sierra', aprovechándose así de la inexperiencia de la joven actriz. Por ejemplo, hubo un momento en el que le avisaron a Hartley de que se había equivocado de calcetines en una escena en la que, por supuesto, ni siquiera se le veían en pantalla. Por supuesto, el cineasta no desaprovechó la oportunidad y fingió un enorme enfado, diciéndole que había estropeado todas las tomas. Otra de las bromas más comunes de Peckinpah era decirle que, si no actuaba como le pedía, la cambiaría por Joan Staley, otra aspirante a estrella de Hollywood en aquella época. Sin embargo, Hartley se tomaba estas situaciones con buen humor, subrayando posteriormente su admiración y cariño hacia el cineasta.
Aprovechando material
La lona que se utilizó para fabricar las tiendas del campamento minero que aparece en 'Duelo en la alta sierra' correspondían a material sobrante de la también magnífica 'Rebelión a bordo'. Además, Peckinpah y su equipo también usaron otro decorado empleado para la impresionante 'La conquista del Oeste'. No se tiraba nada en MGM, está claro.
Cuestión de confianza
Pese a tener un diamante en las manos, MGM no tenía demasiada confianza en 'Duelo en la alta sierra', así que la lanzó al mercado como 'telonera' de una sesión doble, lo que provocó un potente enfado de Sam Peckinpah. De hecho, el estudio la ubicó en pases donde se suponía que era la propuesta 'menor' junto a películas realmente pobres como 'Una vez a la semana' o 'Los tártaros'. Sin embargo, cuando el estudio descubrió que 'Duelo en la alta sierra' era la cinta que realmente daba dinero en esos programas dobles y que el público muchas veces ni se quedaba a ver la siguiente, la volvieron a estrenar, obteniendo unos grandes resultados. Nunca es tarde para entrar en razón.
