Hilary Swank se convirtió por méritos propios en una de esas actrices que, en el cambio de siglo, se posicionaron como algunos de los talentos a tener en cuenta para un futuro. Y para acabar de remarcar semejante afirmación, tan solo cabe recordar que la intérprete consiguió hacerse con dos Oscar a la Mejor Actriz en un periodo de tan solo cinco años, convirtiéndose en una de las actrices más jóvenes en ganar dichas estatuillas.
Nacida en 1974 en Lincoln, Nebraska, Swank es uno de aquellos ejemplos de que con talento y muchas ganas de trabajar, es posible hacerse un hueco en el competitivo Hollywood. Sin embargo, nunca está de más recordar que, de la misma forma en la que la industria cinematográfica ensalza hasta las estrellas de la noche a la mañana, también tiene la capacidad de hacer que aquellos que han estado en lo más alto de su firmamento sean relegados a un olvido del que a veces nunca se consigue salir.
La (doble) maldición del Oscar
Habiendo debutado en la pequeña pantalla en 1990, Hilary Swank estuvo deambulando en diferentes series y telefilms (desde 'Los problemas crecen' a 'Sensación de vivir') hasta que en 1999 le llegó su primer papel estrella, el de un joven transexual atrapado en el cuerpo de una mujer. Se trataba de 'Boys Don't Cry', título que le valió su primer Oscar en el año 2000, con tan solo 26 años de edad.
A partir de aquí, y pareciendo que su carrera estaba destinada a ser una de las trayectorias que más darían de qué hablar, Swank pareció ser víctima de la archiconocida maldición de los Oscar cuando en el 2005 recogía su segundo premio de la Academia gracias a 'Million Dollar Baby'.
Esto refleja a la perfección esa manía que tiene Hollywood de tratar a las estrellas de hoy como deshechos del mañana. Hay quien habla de malas decisiones a la hora de escoger proyectos, o puede incluso que sus meteduras de pata con temas de política internacional hayan hecho merma en su irregular carrera. Repasamos 10 curiosidades de la actriz a la que recientemente hemos visto en 'Trust'.
Curiosidades de Hilary Swank
Infancia en un parque de caravanas
Nacida en el seno de una familia humilde, cuando tenía seis años Hilary Swank se mudó junto a sus padres y hermano a un parque de caravanas cercano al lago Samish, al oeste del estado de Washington.
Estando en el colegio, pasó a formar parte del equipo de natación, lo que le llevó a competir en varios campeonatos a nivel estatal. Sin embargo, lo que a la joven le entusiasmaba de verdad era el mundo de la interpretación. Es por ello que, después de su divorcio, su madre decidió irse con ella a Los Ángeles, donde estuvieron viviendo en el coche hasta que pudo reunir algo de dinero para pagar un alquiler.
La actriz ha asegurado más de una vez que su madre ha sido siempre su gran inspiración.
Debut cinematográfico
El debut de Hilary Swank llegaría dos años después de haber llegado a Hollywood, pues en 1991 debutó en la pequeña pantalla como actriz en dos episodios de 'La familia Newton', la sitcom protagonizada por Burt Reynolds y Marilu Henner. Ese mismo año también estuvo en 'Los problemas crecen' y 'Harry y los Henderson', con personajes episódicos.
Un año más tarde, y también con un pequeño papel, fue Kimberly en 'Buffy, la cazavampiros', la película protagonizada por Kristy Swanson que sirvió como origen para la serie.
A partir de aquí, todo parecía ir bien encaminado para la joven intérprete.
Llegada a Beverly Hills
Ya con varios telefims y series a sus espaldas, con 23 años Hilary Swank llega a una de las series más míticas de los 90: 'Sensación de vivir'.
En ella, fue Carly Reynolds a lo largo de 17 episodios de la octava temporada, una madre soltera que mantendría un intenso romance con Steve Sanders (Ian Ziering).
Consagración
Un año después de su participación en 'Sensación de vivir', a Hilary Swank le llegó el que, sin duda, fue el papel que marcó su carrera de por vida.
Este punto de inflexión hizo acto de presencia en la trayectoria de Swank gracias a Kimberly Peirce, quien confió en ella para interpretar a Brandon Teena, un joven encerrado en el cuerpo de una mujer que, armándose de valor, un día decide empezar a vivir como el hombre que siente que es.
Era 1999 y el colectivo transgénero apenas tenía visibilidad en el cine (veinte años después, poco ha mejorado el asunto), siendo ese uno de los principales aspectos por los que todas las miradas se posaron sobre la actriz y la total entrega hacia un personaje que le valió su primer Oscar.
La doble maldición del Oscar
Tras alzarse con el Globo de Oro y el Oscar en el año 2000 por 'Boys Don't Cry', parece ser que la tan temida maldición de los Oscar se cruzó en su camino.
Para muestra, la serie de títulos random que la actriz estuvo protagonizando hasta el año 2004 ('Premonición', 'Insomnio', 'El núcleo', '11:14 Destino fatal'), momento en el que se cruzó en su camino Clint Eastwood con 'Million Dollar Baby'.
Por su interpretación de Maggie Fitzgerald, Swank conseguía su segundo Oscar, pero lo que vino después fue otro conjunto de elecciones que no concordaban con una carrera de una actriz doblemente oscarizada ('La dalia negra', 'La cosecha', 'Posdata: Te quiero').
Estaba claro que Swank no acababa de encontrar su lugar en Hollywood, hasta que este se olvidó de ella.
Intento frustrado
En la carrera de toda actriz que se precie, los biopics siempre aportan algo de caché, y si en este caso estamos hablando de que pese a tener dos Oscar, Hilary Swank seguía en Hollywood sin un rumbo muy claro, muchos creyeron que cuando se anunció que sería Amelia Earhart en 'Amelia', ese podría ser el regreso a primera plana para actriz.
Nada más lejos de la realidad: el film resultó ser un fracaso comercial y la crítica se cebó con él, arrastrando de nuevo a Swank a un pozo del que parecía estar condenada a no salir.
Metedura de pata internacional
En 2011, Hilary Swank fue una de las invitadas al cumpleaños de Ramzam Kadyrov, el jefe de la República de Chechenia.
Varios grupos de defensores de los derechos humanos habían puesto en preaviso a la actriz acerca del abuso de los derechos humanos por los que líder checheno había sido acusado en repetidas ocasiones, pero Swank, durante la fiesta, no solo le felicitó en persona sino que dijo, como intentando hacer callar bocas: "He leído. He hecho mi propia investigación".
Tras las duras críticas que se cernieron sobre la actriz, esta solo supo excusarse diciendo que ella no sabía que Kadyrov hubiese sido acusado de violar los derechos humanos, teniendo que pedir perdón públicamente y lamentando el haber estado presente en aquella ostentosa fiesta, donando todo lo que cobró a causas benéficas.
Lavado de imagen
Tal fue el revuelo causado por su metedura de pata con el líder de Chechenia, que Hilary Swank realizó lo que bien podría llamarse como una campaña para blanquear su imagen.
Así fue como en 2013 viajó a Etiopía como asociada de UNICEF y Montblanc, para conocer en primera persona el sistema educativo del país, como parte del proyecto 'Signature for Good'.
Abrazando el indie
Desde entonces, la carrera de Hilary Swank ha ido yendo de la misma manera que siempre, pues parece ser que ni es un buen reclamo para atraer público ni acaba de acertar con las películas que protagoniza.
A principios de 2018 confesó en una entrevista que llevaba un tanto alejada de las cámaras desde 2015 debido a que a su padre le hicieron un trasplante de pulmón, motivo por el que decidió enfocarse en él y dejar aparcada su carrera, pese a que en 2017 estuvo en 'La suerte de los Logan', de Steven Soderbergh.
En Sundance presentó 'What They Had', drama sobre el Alzheimer con el que podría estar queriendo volver a demostrar su valía como actriz.
Volviendo a la televisión
A día de hoy no es malo pasar del cine a la televisión, sobre todo teniendo en cuenta el talento que hay en la pequeña pantalla y el prestigio que ha ido alcanzando en los últimos años.
Sin embargo, suena a excusa cuando Hilary Swank habla maravillas sobre su regreso a las series gracias a 'Trust', alegando que la forma de entender la ficción en formato serial le parece (y le ha parecido siempre) muy interesante, y que por eso está tan contenta de haber vuelto al medio con el que comenzó, cuando es evidente que en su caso se trata de que ha tenido que volver porque en Hollywood ya nadie se acuerda de ella.