Vida y obra de Mel Gibson han estado ligadas a la expiación, de la misma manera que la figura de Jesucristo lo está a la bondad y las segundas oportunidades. Por tanto, 'La pasión de Cristo' se gestó como resultado de una unión que le debe más a la conveniencia que a la devoción. En 2004, Gibson ya había dejado de ser el tipo que, como hiciera 10 años antes de puertas para afuera, soportaba el peso de sus demonios internos con interpretaciones violentas ('Braveheart') y películas sobre aprender a evitar los prejuicios ('El hombre sin rostro'). De esta última, heredó el título cuando se quitó la careta y le gritó al mundo que, como el representante de Dios en la Tierra, él también merecía una segunda oportunidad. Así que, nos cogió por las solapas y deslizó uno de los retratos más crudos, sangrientos y certeros de la crucifixión y posterior resurrección del hijo de María.
Aunque ni de lejos fue la intención de Gibson cuando anunció el estreno, 'La pasión de Cristo' llegó un año después de la vergonzante Invasión a Irak como una especie de bálsamo para los que siempre creyeron que rezar desde casa iba a proteger a los que se jugaron la vida. De alguna manera, la narrativa que despliega el cineasta impactó en las retinas de un público que no estaba acostumbrado a ver tanto sufrimiento, y menos si se trataba de su referente existencial absoluto. La sangre, el dolor y la profundidad psicológica son los tres pilares en los que se fundamenta el tratado de Gibson, quien, apoyado en el tour de force de Jim Caviezel ('La delgada línea roja'), compone uno de los retratos más comprometidos y estéticamente sublimes.
El hecho de que Gibson le diese un perfil completamente explícito, provocó que parte de la crítica la despedazara "por buscar el morbo", que la otra parte la encumbrase "por su comprometido carácter con lo sucedido" y que el público la convirtiese, en datos de 2008, en la 12ª película más taquillera de todos los tiempos con 370 millones de dólares amasados. Por eso podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que 'La pasión de Cristo' fue un éxito rotundo y, más que probable, la obra maestra de un Gibson que se desfondó para demostrar que su talento cinematográfico tiene pocos parangones. Recientemente, Gibson ha anunciado que la secuela está en la primera fase de construcción, así que te interesará saber una serie de curiosidades sobre la película original que la convierten, sin duda, en un evento todavía más grande.
Curiosidades de 'La pasión de Cristo'
La misa del rodaje
Es consabido el ultracatolicismo que practica Gibson. Durante los días en los que tuvo lugar el rodaje de 'La pasión de Cristo', el cineasta contrató a un sacerdote de origen canadiense para que oficiase misa antes de que se iniciase la jornada de rodaje. La totalidad de la misa debía ser cantada en latín y, en teoría, iba a ser únicamente el primer día. Sin embargo, se achaca a la superstición, dicha misa fue celebrada todos y cada uno de los días de rodaje, en la que todo el elenco estuvo involucrado como si se tratase de una pequeña familia cristiana.
Un detalle que va más allá de la coincidencia
Los intérpretes que encarnan a Poncio Pilatos y al discípulo Juan se llaman Hristo, nombre arameo que hace referencia a la figura del representante de Dios en la Tierra. El primero, con Shopov como apellido; y el segundo con Jivkov. Gibson cuidó tanto los detalles que esta curiosidad se antoja como cualquier cosa antes que como coincidencia.
¿Un milagro en el rodaje?
La actriz Maia Morgenstern, quien dio vida a María, le susurró a Caviezel durante un parón en el rodaje que estaba embarazada. Se desconoce si Gibson aprobó o no este hecho, pero lo cierto es que ayudó bastante a la intérprete para sacar su lado más protector, su entraña materna, para un personaje que se basaba, sobre todo, en eso mismo.
La pasión de Cristo no tiene precio
'La pasión de Cristo' llegó en un momento de crisis existencial para Gibson, que se entregó en cuerpo y alma a un proyecto para el que ninguna productora estaba dispuesta a tirar la casa por la ventana. Esto situó al cineasta en una encrucijada que resolvieron nada más y nada menos que 30 millones de dólares. Dicha cifra fue la que invirtió Gibson para que su obra maestra saliese adelante. Su vida estaba en juego. Y, como si de un milagro se tratase, la película funcionó como un bálsamo para sus heridas y consiguió doblar la inversión en taquilla con uno de los éxitos más económicamente notorios de la historia. Gibson, querido, sigue rezando.
Caravaggio, referente
Los cuadros del genio italiano Michelangelo de Caravaggio, maestro del estilo claroscuro y leyenda absoluta de la pintura barroca, fue el principal referente estético de Gibson para componer 'La pasión de Cristo'. Caleb Deschanel tomó prestados los valores que representan a Caravaggio para diseñar la fotografía de la película. No en vano, su nominación al Oscar tiene mucho que ver la insistencia del cineasta en que analizase y tradujese a la imagen cinematográfica el talento del maestro italiano. Además, Gibson estaba tan prendado de los cuadros y de la pintura de Caravaggio, que muchos de los/as intérpretes fueron escogidos por su parecido físico con los representados en sus obras. Luz, oscuridad y espiritualidad. Sangre, dolor y expiación. Caravaggio fue la inspiración de Gibson. Más, incluso, que el propio Jesucristo.
Expiación obligada
En las imágenes donde le clavan a Cristo las manos a la cruz, la mano que aparece en plano hincando el clavo en la madera, era la de Mel Gibson. El cineasta explicó después que en ese cameo hay más espiritualidad y catolicismo que en toda la Biblia. Lo que hizo Gibson en ese secuencia fue tratar de expiar sus pecados porque, según dijo, eran también los suyos los que llevaron a Cristo a la cruz. Nadie entiende todavía ese salto temporal, pero al bueno de Mel debió de funcionarle para curar su crisis existencial.
¿Y el Oscar a Maquillaje pa' cuando?
Interpretar la pasión de Cristo fue duro para Gibson, pero todavía lo fue más para Jim Caviezel. Para rodar las últimas secuencias, en las que el personaje estaba completamente magullado, ensangrentado y hecho fosfatina, el actor tenía que soportar sesiones de maquillaje durante más de seis horas, llegando, incluso, a dormir con el mismo puesto porque Mel no podía permitirse el lujo de retrasar más el calendario y, por ende, extender más cheques. Desde aquí, 15 años después, no nos queda otra que decir: ¿y el Oscar a Mejor maquillaje, pa' cuando?
Vivo de milagro
Como decíamos, el rodaje fue bastante más duro para Caviezel que para ningún otro integrante del equipo. Además de cargar con una cruz de 150 kilos que acabó dislocándole un hombro cuando se le cayó en las secuencias camino del Gólgota, el actor recibió un impacto real (por accidente) del látigo durante la escena de la flagelación, ocasionándole una herida de 35 cm. Evidentemente, el accidente fue incluido en el metraje final para darle todo el realismo posible. Acuérdate de que, cuando veas la secuencia, uno de esos latigazos se hundió en la espalda de Caviezel como si esta fuese plastilina. Pero no todo acaba aquí, porque Caviezel, que terminó el rodaje con más faltas que un partido de fútbol por culpa de las posiciones que tuvo que tomar, también recibió el impacto de un rayo junto al asistente del director, mientras Gibson rodaba la secuencia de la crucifixión, saliendo indemne, pero con alguna quemadura sensible. Lo dicho, vivo de milagro (y sin su Oscar).
La decisión de J.C.
Gibson le debe más de lo que crees a su actor protagonista. En un momento de debilidad, en el que el cineasta estuvo a punto de abandonar el proyecto por falta de fe (y, sobre todo, de dinero), Jim Caviezel se acercó a él y le espetó: "Es demasiado tarde, Mel". Como es lógico, nuestro Mel se quedó extrañado y le preguntó por qué. Caviezel, completamente metido en su papel, le respondió como un profeta: "Porque me acabo de dar cuenta de que mis iniciales son J.C. y que, ahora mismo, tengo 33 años". ¿Coincidencia? No lo creemos.
El récord de la expectación
Aunque nunca fue la película más vista de la historia (durante 2008 sí que ostentó el 12º puesto), sí que estuvo varios años como la película que más entradas había vendido de manera anticipada. Este récord no sólo la convierte en una de las cintas más esperadas, que era previsible por su temática, sino en una de las más proféticas, pues, a pesar de todos los problemas que encontró su creador por el camino, el final fue de los buenos.