En cierto modo, el ser humano necesita sentirse valorado. Necesita saber que hay alguien al otro lado, que se preocupan por él, que se mantienen alerta por si necesita cualquier cosa. Necesita verse reflejado en otras reflexiones, protagonista o secundario en la vida de alguien, centro de atención de algunas dudas, conflictos, alegrías o tristezas. Sentirse solo, excluido del sector de personas del que deseas formar parte, puede provocar una de las ideas más revolucionarias e importantes de nuestra historia, como es el caso que nos ocupa, pero también puede despertar nuestro lado más ambicioso, egocéntrico y perturbador.
¿Hasta qué punto un ser humano puede ser popular solamente por contar con 200 amigos en una red social? ¿Hasta qué punto esas relaciones son reales? ¿Hasta qué punto alguien puede sentirse solo frente a una pantalla mientras lee que tiene una decena de contactos en Facebook? Nadie nos había hecho pensar en esto de una manera tan clara como lo hizo 'La red social'. Y no se trata solo de una demostración de apabullante sabiduría cinematográfica por parte de un genio como David Fincher , un Aaron Sorkin desatado y un reparto que alcanza la perfección, sino de traspasar la pantalla y alcanzar el estatus de cine necesario. Ni siquiera es 'solamente' una obra maestra de nuestro tiempo. Es una película obligatoria, clave para entender el ruido que nos rodea desde hace poco más de una década.
Porque 'La red social' es una historia sobre nuestras miserias, necesidades y complejidades. Es tan grande que da miedo, tan necesaria que asusta. Pero no hablamos de Facebook, no, Fincher se refiere al ser humano. Ya era hora de dejar de hablar de lo que éramos o de lo que podemos llegar a ser. Tocaba (y toca) hablar de lo que somos. Y por eso hay que seguir celebrando 'La red social' en su condición indiscutible de obra maestra.
Curiosidades de 'La red social'
La reacción de Mark
En un primer momento, el auténtico Mark Zuckerberg se negó por completo a ver la película, asegurando que no le interesaba lo más mínimo. Eso sí, mandó a varios de sus empleados a que fueran al cine y le hicieran algunos comentarios al respecto de la cinta. Finalmente, Zuckerberg accedió a darle una oportunidad a 'La red social'. ¿Su reacción? Confirmar que, a pesar de algunas imprecisiones en la historia, la ropa con la que aparecía vestido su personaje era exactamente igual a la que él suele llevar. Algo es algo.
La colaboración de Portman
Durante una de las mesas redondas celebradas en el contexto de los Oscar de 2011, Natalie Portman confesó que organizó una cena en su casa con Aaron Sorkin y que, al descubrir que estaba trabajando en ese momento en el guion de 'La red social', decidió invitar también a un amplio grupo de sus amigos de Harvard. Su argumento era que, de esta forma, Sorkin podría escuchar en primera persona numerosas anécdotas sobre el día a día en la universidad que le servirían a la hora de mejorar el libreto para la película de David Fincher.
Escena conflictiva
Jesse Eisenberg solamente se encontró con problemas a la hora de rodar una escena de 'La red social' en la que, en un primer momento, su personaje se iba a lanzar desde la azotea a una piscina para celebrar junto a sus amigos el éxito de su idea empresarial. Sin embargo, el actor tuvo dudas desde el primer momento ya que, en su opinión, no se imaginaba para nada a Mark Zuckerberg haciendo algo así. Por fortuna para él, Sorkin y Fincher terminaron modificando esa situación en la última versión del libreto, haciendo que Eisenberg solamente tuviera que grabar a sus amigos mientras llevaban a cabo el salto.
Amistad en el plató
Una de las mejores recompensas que obtuvo Jesse Eisenberg en el rodaje de 'La red social' fue una enorme amistad con Andrew Garfield. Y es que, a pesar de los conflictos que viven sus respectivos personajes en la ficción, ambos intérpretes se hicieron inseparables durante el proceso de elaboración de la película.
Director Sorkin
En el momento en el que David Fincher le transmitió a Aaron Sorkin que se marchaba del rodaje de 'La red social' durante el último día del mismo, el guionista pensó que estaba de broma. Sin embargo, el equipo del director, formado por un grupo de profesionales que le conocían bien, le aclaró que no se trataba de ningún farol. Una situación inesperada que provocó que Sorkin tuviera que rodar la última toma de la película.
Cuestión de bondad
En un primer momento, los responsables de 'La red social' le pidieron a Andrew Garfield que realizara un casting de cara a intentar conseguir el papel de Mark Zuckerberg. Sin embargo, el propio David Fincher decidió que el actor transmitía demasiada bondad y simpatía, algo que no encajaba para nada con el personaje protagonista. A raíz de esta situación, Garfield se presentó a las audiciones para interpretar a Eduardo Saverin, una opción que encajó por completo en el proyecto.
Encuentros prohibidos
Una vez escogido el reparto, David Fincher procedió a prohibir por completo a todos y cada uno de los intérpretes implicados que se reunieran con sus homólogos en la vida real hasta que finalizara el rodaje de 'La red social'. Una regla que solamente se saltó el rebelde de Justin Timberlake, algo que, por suerte, no le costó el puesto de trabajo.
Precauciones de Harvard
Según confesó el propio David Fincher, los responsables de Harvard no fueron especialmente simpáticos ni generosos con el equipo de 'La red social'. Y es que, las autoridades universitarias andaban traumatizadas tras los múltiples daños materiales que había ocasionado en el campus el equipo de rodaje de 'Love Story' varias décadas atrás. Con lo románticos, buenos y tranquilos que parecían.
Referencia gemela
A la hora de preparar su doble interpretación en 'La red social', Armie Hammer estudió al milímetro el apabullante trabajo realizado en 1988 por Jeremy Irons en la espléndida 'Inseparables'. Entre gemelos anda el juego.
Prólogo complicado
Para dar por concluida la maravillosa escena inicial de 'La red social', uno de los grandes momentos de la película, fueron necesarias, nada más y nada menos, que 99 tomas y ocho páginas de guion. Una auténtica locura que, teniendo en cuenta el resultado final, mereció la pena de lleno. Aunque es probable que Jesse Eisenberg y Rooney Mara no la recuerden con tanto cariño.