Solamente por haber participado en la creación de Mr. Bean, uno de los pocos personajes realmente inolvidables que nos ha regalado la comedia en las últimas décadas, ya deberíamos estar eternamente agradecidos a Rowan Atkinson, un actor capaz de despertar la carcajada de la persona más seria. No hay escudos ni reticencias posibles ante el talento de un cómico conocedor de todas y cada una de las estrategias infalibles para arrancar la risa de todo tipo de espectador.
Sin embargo, y aunque su carrera está marcada por el personaje por el que será recordado para siempre, Atkinson ha demostrado a lo largo de su carrera una envidiable capacidad para convertir cada una de sus apariciones en una alegría para el patio de butacas. La razón es bien sencilla; cuando el británico se presentaba en la gran pantalla, uno ya sabía que la fiesta acababa de empezar. Y lo hacía. Poco importaba el nivel del gag correspondiente en el libreto, Atkinson lo iba a mejorar.
A continuación, nos metemos de lleno en su vida profesional y personal para conocer un poco mejor a un cómico esencial, el culpable mil y un dolores de barriga a causa de humor descontrolado, tan elegante como absurdo, tan inspirado como imprevisible. Probad a ver alguno de sus sketches como Mr. Bean y comprobaréis que el tiempo no ha hecho mella alguna en ellos. Humor de leyenda y esencia cien por cien británica.
Curiosidades de Rowan Atkinson
Rowan el ingeniero
Además de cómico ilustre, Rowan Atkinson es licenciado en, atención, Ingeniería Eléctrica. Palabras mayores. Una carrera que comenzó en la Universidad de Newcastle y que continuó a mediados de la década de los setenta con un master en la misma materia llevado a cabo en The Queen's College de Oxford, institución de la que es miembro de honor desde 2006. Un cerebrito absoluto.
Amigos ilustres
Durante su estancia en la escuela preparatoria Durham Choristers School, Rowan Atkinson tuvo muchos amigos y compañeros, pero ninguno tan importante como aquel chaval llamado Tony Blair. Efectivamente, el político laborista y Primer Ministro de Reino Unido en la década que va de 1997 a 2007, fue compañero del intérprete británico. Dos personajes ilustres, cada uno en su ámbito. Aunque siempre tendremos mejor recuerdo de Atkinson.
Enamorado de la radio
El primer gran éxito de Rowan Atkinson no se produjo en la pequeña pantalla, sino en ese medio de comunicación único y genial llamado radio. Para ser más exactos, fue en el tercer canal de la radio BBC donde el británico consiguió despuntar gracias a una serie de programas en tono de comedia llamados 'The Atkinson People', basados en entrevistas satíricas con hombres famosos de ficción, que él mismo interpretaba.
Los guiones de este espacio radiofónico venían firmados por el propio Atkinson y otro de sus amigos más prestigiosos: Richard Curtis, el maravilloso guionista y director, con el que el actor británico volvería a colaborar en la creación de un tal Mr. Bean.
MR. BEAN (en mayúsculas)
Aunque parezca increíble, la serie original de Mr. Bean, emitida durante cinco años (1990 - 1995), contó solamente con quince episodios escritos por el propio Rowan Atkinson y el citado Richard Curtis. Un bagaje pequeño en cantidad, pero inmenso en calidad e influencia posterior.
Su impacto en la audiencia fue tan grande que, una vez finalizados aquellos capítulos, el personaje apareció en otros programas, anuncios y gags a los que se sumaron dos películas propias, ninguna de ellas memorables, pero ambas aceptables, una serie de animación y un cameo en, nada más y nada menos, que la inolvidable ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012. Leyenda.
Influencia francesa
La idea original a la hora de crear a Mr. Bean que tuvieron Rowan Atkinson y Richard Curtis tenía una fuerte influencia de Monsieur Hulot, personaje con el que compartían su ausencia casi total de diálogos y que fue interpretado durante las décadas de los cincuenta y sesenta por el esencial Jacques Tati.
Nombres cambiantes
Ahora es imposible pensar que pueda haber un nombre más acertado que Mr. Bean para el inolvidable personaje creado por Rowan Atkinson y Richard Curtis, pero lo cierto es que, en un primer momento, se barajaron otras posibilidades como Mr. White o, peor, Mr. Cauliflower. Por fortuna, se quedaron con la mejor de las opciones.
Conductor de primera
Si hay algo que realmente ama Rowan Atkinson son los coches. Interpretación y comedia, lo sentimos. El británico, quien ha llegado a confesar que uno de los momentos más maravillosos de toda su vida fue cuando obtuvo el carnet de conducir camiones, empezó a amar el mundo de los vehículos tras conducir durante toda su infancia el tractor de su padre, algo que le marcó para siempre.
En la actualidad, Atkinson cuenta con una de las colecciones de coches más famosas de Reino Unido, donde se puede encontrar desde un Fórmula 1 hasta un Ashton Martin. Eso sí, no busquéis un Porsche. Lo explica el propio actor: "Son coches maravillosos, pero no podría vivir teniendo uno. De alguna forma, la gente que compra Porsches, a las que no deseo ningún mal, no son mi tipo de gente". Lo tiene claro.
Esencia británica
Otra cosa no, pero si algo es Rowan Atkinson es inglés. Pero inglés, inglés. Su amor hacia la tierra en la que nació se ha visto recompensada con el cariño inmenso de sus vecinos, pero también ha contado con las muestras de cariño de las grandes instituciones, como quedó demostrado el pasado año 2013, fecha en la que el actor entró a formar parte de la Excelentísima Orden del Imperio Británico, donde recibió el título de Comendador. Respeto.
Mudo por trauma
Una de las principales razones por las que Rowan Atkinson decidió que Mr. Bean no hablara fue, ni más ni menos, que la leve tartamudez que sufre el actor en la vida real desde pequeño. Un problema que ha provocado que el intérprete tampoco conceda demasiadas entrevistas, intentando evitar siempre su participación en actos públicos que conlleven la posibilidad de tener que hablar frente a un micrófono.
Héroe
Mucha atención a esta historia. Año 2001, viaje a Kenia de la familia Atkinson. Durante el vuelo que les llevaba al país, el piloto se desmayó, provocando así que el avión se precipitara hacia el vacío. Un instante de auténtico terror donde el actor, quien sabía pilotar desde hace varios años, decidió que era el momento de demostrar todo lo aprendido en la materia. Y lo consiguió. Efectivamente, el mismísimo Rowan Atkinson consiguió estabilizar el avión antes de que el piloto despertara, aterrizando sin complicaciones. No todos los héroes llevan capa.