Este viernes pasado se ha estrenado la argentina 'Relatos salvajes'. Co-producida por El Deseo, la productora de Pedro Almodóvar, la cinta es ya la película más taquillera de la historia en Argentina y la elegida para representar al país sudamericano en la próxima ceremonia de los Oscar. La película, dirigida por Damián Szifrón y protagonizada por Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia, está estructurada en seis relatos distintos que nos habla, con sorna, violencia y mucho humor negro, de todas esas pequeñas injusticias cotidianas y situaciones en la vida que nos llevan a perder los estribos.
En palabras de su director, a quien tuvimos la oportunidad de entrevistar en el pasado festival de San Sebastián, "vivimos en una civilización que está llegando a un punto de no retorno, en la que algo va a tener que cambiar porque hay determinadas injusticias que a todos nos alteran y ya son demasiado evidentes". En efecto, el filme está articulado en base a las injusticias del día a día y nos habla de aquellas personas que "son conscientes de que este sistema no está diseñado a favor de los ciudadanos, sino que está diseñado a favor del beneficio de grupos determinados" o, haciendo una alegoría animal, "es como el perro que está enjaulado y lo molestan constantemente con un palo, hay algunos que muerden y otros que no. Esta película es sobre los que muerden".
Violencia planificada y civilización bárbara
Szifrón, que afirma que el primer relato del filme lo escribió hace 10 años, ha realizado una película que va de lo salvaje a la sofisticación. Sobre el elemento que vertebra todos los relatos, la violencia, el director argentino afirma que "la violencia más terrible para mí, es aquella planificada y calculada que persigue un beneficio propio y que no es fruto de un impulso" en clara referencia a los políticos y, en concreto, a la política argentina lastrada por la corrupción.
Quizás sea este último punto el que haga conectar la película con el público español, ya que muchas de las historias que 'Relatos salvajes' cuenta, son perfectamente trasladables a la sociedad española. Sobre este aspecto, Szifrón afirma que "la civilización, tal y como la conocemos hoy, es bárbara" y eso hace que lo que la película cuenta sea universal. Muchas veces hemos fantaseado con perder el control en determinadas situaciones, por eso, Szifrón, tiene muy claro que "una cosa es lo que les pasa a los personajes y otra es la experiencia de ver la película. Los personajes sufren mucha hostilidad, mucho encierro, tensión y crispación, pero la experiencia de ver como pierden los estribos es liberadora, catártica y está atravesada por el humor y el placer". Para acabar, a pesar de que en el filme los personajes se tomen la justicia por su mano, el director argentino defiende que, en esta crisis de valores por la que la sociedad mundial parece estar pasando, "el perdón y la compasión es lo único que nos puede salvar. Comprender que la agresión que uno pueda recibir no viene de la nada, que el otro no es malo, sino que hay una serie de elementos que condicionan y llevan a la gente a cometer determinados actos".