Cuando uno escucha o lee una entrevista con Daniel Monzón es bastante sencillo identificar a todo un enamorado de su oficio. El cine como modelo de vida, pero también como tabla de salvación, filosofía del día a día, medicina para las heridas y motor de búsqueda e inspiración externa y propia. El director español siente cada palabra con la misma fuerza con la que maneja su cámara para plasmar en la gran pantalla sus inquietudes, recuerdos y, sobre todo, historias.
A lo largo de su carrera, Monzón ha conseguido sumergirse en géneros tan distintos como el thriller, la comedia e incluso la aventura fantástico, obteniendo en la mayoría de casos un resultado notable. El valor y el riesgo en tiempos de comodidades y zonas de confort siempre tienen un peso extra. Por eso, Monzón prefiere siempre ubicar su mirada en horizontes variados, dibujando mapas que se alejen del camino fácil, escapando con acierto de la rutina y lo previsible.
En este especial, repasamos su filmografía completa y la ordenamos de menos a más, teniendo siempre en cuenta que todas estas películas nacen de la ilusión por atrapar al público y convertir cada butaca en el mejor asiento posible para aislarse de todo lo que sucede fuera de una sala de cine. Porque ese es el objetivo principal de un Daniel Monzón al que le quedan muchas historias por contar desde el entusiasmo contagioso.
Daniel Monzón, de peor a mejor
'El robo más grande jamás contado'
Tras su fantástico debut, en todos los sentidos, Daniel Monzón cambiaba completamente de registro con 'El robo más grande jamás contado', comedia en la que, de nuevo, firmaba como guionista y director. Una propuesta alocada y refrescantes que se servía de un reparto espléndido donde podíamos encontrar a Antonio Resines, Neus Asensi, Manuel Manquiña o Sancho Gracia, entre otros, para alcanzar su objetivo más ansiado: la risa del público. Misión clara, armas precisas y meta lograda.
Poco más se le puede pedir a una cinta que, pese a ser el trabajo menos destacado de la carrera de Monzón hasta la fecha, ofrece un buen número de gags eficaces, un ritmo sin apenas fisuras y una primera mitad más que interesante, perdiendo inevitablemente algo de control durante su desenlace. Errores menores dentro de una comedia bastante disfrutable que, además, no ha envejecido nada mal.
'La caja Kovak'
Por supuesto que 'La caja Kovak' está repleta de trampas a lo largo de sus cerca de dos horas de duración. ¿Es algo malo? ¿Afecta de alguna manera negativa al resultado final de la película? No y no. Daniel Monzón tiene claro el artilugio con el que está jugando en todo el momento, los recursos con los que cuenta y la forma en la que quiere acercarse al espectador, agarrando de la solapa de la butaca al público y llevándole por caminos marcados por lo imprevisible.
Falla, una pena, la química de la pareja protagonista formada por Timothy Hutton y Lucía Jiménez, mucho mejor ella que él, pero Monzón se las apaña para mantener en pie este thriller con cierto aroma clásico. Un primer acercamiento a un género al que el director estaba apunto de entregar una de sus obras más mayúsculas tres años después.
'El niño'
Con la inestimable ayuda del guionista Jorge Guerricaechevarría, Daniel Monzón desarrolló con sumo talento y tacto para el ritmo en 'El niño' una trama que funcionaba bien como crónica social, pero que crecía de manera notable en su lado más comercial, es decir, como cinta de acción trepidante y thriller de altos vueltos. Midiendo con inteligencia cada uno de sus giros y construyendo con mimo la evolución de sus personajes uno lamentaba ciertas concesiones al gran público, como la elección de su protagonista, Jesús Castro, mucho físico y poca, poquísima, capacidad para mostrar algún tipo de expresividad dramática y una trama romántica que restaba más que sumaba.
En el extremo contrario teníamos a Luis Tosar y Eduard Fernández, dos actores inmensos que encabezaban los mejores momentos de una película que atrapaba y sabía mantener la atención del espectador durante sus más de dos horas de metraje. Un trabajo que, pese a no alcanzar la excelsa categoría de su predecesora ('Celda 211'), suponía un entretenimiento de primera clase que, además, servía para dignificar la ambición de nuestro cine.
'El corazón del guerrero'
Si tu debut cinematográfico está enmarcado dentro del género de la fantasía medieval, la espada, la brujería y la aventura solamente puedes ser un valiente o un temerario. En el caso de Daniel Monzón, sin lugar a dudas, la balanza se decanta por la primera de las opciones. 'El corazón del guerrero', casi dos décadas después de su estreno, sigue siendo una película prácticamente única dentro del catálogo del cine español del siglo XXI. Tal cual. Y sigue funcionando con la entusiasta energía del primer día.
Responsable del guion y de la dirección, Monzón compone en pantalla una carta de amor hacia la imaginación, la infancia perdida y reencontrada en el salto al mundo adulto y la creatividad como motor para escapar de la oscuridad rutinaria y cotidiana. Con un apartado técnico realmente deslumbrante, 'El corazón del guerrero' continúa siendo una de las óperas primas más sorprendentes y estimulantes que hemos tenido en nuestro cine en los últimos años. Se merece mayor reivindicación y celebración.
'Celda 211'
Clásico casi inmediato dentro del thriller nacional, que ha terminado convirtiéndose en uno de los géneros más aclamados del cine español reciente, 'Celda 211' es una de esas películas en las que, básicamente, todo funciona rozando la perfección. Excelente ambientación, genial banda sonora, frenética dirección de Daniel Monzón, puesta en escena impecable, ritmo narrativo preciso hasta el milímetro, reparto memorable, giros argumentales tan sorprendentes como coherentes, tensión absoluta...
Todo, absolutamente todo, al servicio de una historia que desprende aroma a western y que está contada de la forma más brillante e inteligente posible. ¿Y Luis Tosar? Una de las interpretaciones más incontestables, memorables e inspiradas de la historia de nuestro cine. Demasiados elementos ejecutando su papel a pleno pulmón como para no terminar convirtiendo a 'Celda 211' en lo que es: una obra maestra.