John Hughes es el genio de la adolescencia. Ningún otro cineasta mainstream ha comprendido mejor lo que significa esa etapa clave en nuestro desarrollo físico y emocional. Por eso varias de sus películas se han convertido en cápsulas del tiempo, muy arraigadas en su propia época, ochentera o noventera, pero que se mantienen vigentes con el paso de las décadas. El tiempo amarillo todavía no se ha posado en títulos como 'Todo en un día', 'Solo en casa' y, sobre todo, 'El club de los cinco'.
Ésta última llegó a los cines españoles el 5 de agosto de 1985, después de amasar una considerable suma de dinero en su país de origen. 'El club de los cinco' recaudó 45 millones de dólares en Estados Unidos, partiendo de un coste de producción de tan sólo un millón. Esos milagros que hoy en día están en la mano de Jason Blum y algún otro maestro de la inversión. Un Hughes con escasa experiencia tras las cámaras había llegado para brindarnos una de las películas más influyentes de los ochenta.
El director y guionista firmó el paradigma de los dramas de iniciación, plasmando la realidad cristalina de un instituto. Recurrió a arquetipos para presentar una atmósfera creíble, que se hizo aún más verosímil cuando los personajes reconocieron que en la diferencia no se esconden enemigos, sino lecciones de vida. Para recordar la obra maestra de Hughes os ofrecemos este decálogo de curiosidades, que os trasladarán de nuevo a vuestra tierna o cruda adolescencia:
Curiosidades de 'El club de los cinco'
Rodaje cronológico
John Hughes contó con un lujo que pocos cineastas se pueden permitir en Hollywood, entre ellos Nicolas Winding Refn y Alejandro González Iñárritu; pudo rodar la película en orden cronológico. De esa manera consiguió explorar gradualmente junto a los actores la idiosincrasia de los personajes y las dinámicas que se construyeron entre ellos. Una química magnética que seguramente se habría visto mermada en un rodaje convencional.
Fuera Cusack
Encontrar al John Bender perfecto tampoco fue tarea fácil. Después de haber trabajado con él en 'Dieciséis velas', Hughes se fijó en John Cusack para el papel. El actor hizo varias pruebas, viajando ocasionalmente entre Los Angeles y Chicago para completar el proceso satisfactoriamente, ya que llegó a ser elegido. Pero entonces Hughes decidió optar por Judd Nelson para encarnar al rebelde personaje. Tal fue la conexión que sintió con él en primera instancia que Bender llevó durante la película la misma ropa con la que Nelson se presentó a la audición.
Secuelas improbables
Al estilo de la trilogía de 'Antes de amanecer' -incluso antes de que esta existiera-, se planteó realizar una secuela de 'El club de los cinco' cada diez años. Así se podría apreciar la evolución de los personajes con las diversas reuniones que se irían produciendo con el paso de los años. Una idea maravillosa, que jamás se hizo realidad por la mala relación entre John Hughes y Judd Nelson. Además, a finales de los ochenta, el director le puso la cruz a Molly Ringwald cuando ésta decidió dejar atrás el género adolescente.
A toda prisa
Cuando a un guionista con verdadero talento le llama la inspiración más poderosa, puede vivir dentro del papel. En el caso de John Hughes, 'El club de los cinco' le salió de las entrañas en casi un parpadeo, ya que afirmó que escribió el guion de la película en tan sólo dos días. En concreto, el 4 y el 5 de julio de 1982, por lo que se pasó la fiesta nacional encerrado en casa.
Estirón
El rodaje de 'El club de los cinco' le sentó muy bien a Anthony Michael Hall. Durante las semanas de producción de la cinta, el actor pegó tal estirón que su compañero de reparto Judd Nelson afirmó que cuando comenzaron a trabajar en la película Hall era más pequeño que él, y cuando finalizó la grabación ya tenía que mirar hacia arriba para encontrarse con su cara.
Puño en alto
El alzamiento de puño de Judd Nelson se convirtió en la imagen más icónica de la película, y como varios de sus momentos más memorables, no estaba plasmado en el guion. Durante el rodaje de la secuencia, Hughes le dijo al actor que probara diversas acciones mientras andaba por el campo de fútbol americano, y de repente, sin habérselo comunicado a nadie previamente, Nelson efectuó el gesto que cerraba la película y que quedó grabado en el imaginario popular.
Variaciones
Hubo un par de actores que saltaron de un rol a otro antes del inicio del rodaje. En primer lugar, Molly Ringwald iba a interpretar a Allison, pero ella quería el papel de Claire. Por eso trató de convencer al director y al estudio y al final se salió con la suya. En cuanto a Emilio Estevez, su vinculación original fue con el personaje de John Bender, pero al no encontrar a nadie que le convenciera para encarnar a Andrew, Hughes le pidió a Estevez que cambiara de rol.
Espontaneidad
Para promover la naturalidad y no cohibir a sus actores, John Hughes dio rienda suelta a la improvisación durante el rodaje. Aparte del momento del puño, hubo una escena en la que el ingenio de los actores tuvo una preponderancia superior. Nos referimos a la secuencia en la que los cinco personajes se encontraban sentados en círculo y narraban las historias acerca de por qué se encontraban castigados.
Todos a una
Siempre receptivo cuando los actores le hacían alguna petición o sugerencia, Hughes no hizo oídos sordos a una solicitud de Molly Ringwald. El guion indicaba que la actriz era la única que debía bailar durante la escena en la que Brian reproducía música a través del interfono, pero le dijo al director que se encontraba incómoda haciéndolo sola, y el resto del reparto se unió para componer una de las mejores escenas de la película.
Ironías de la vida
Para no perder el tono del personaje, Judd Nelson se mantuvo en su piel hasta cuando la cámara no está rodando. Un compromiso que pudo haber provocado su despido, ya que entre escena y escena llegó a meterse con Molly Ringwald, como hacía su personaje en pantalla. Hughes estuvo a punto de despedirle por ese comportamiento impropio, pero el actor recibió el apoyo de uno de sus compañeros, Paul Gleason, que le defendió alegando que Nelson estaba haciendo un gran trabajo al no abandonar el personaje. Irónicamente, el personaje de Gleason, el supervisor del grupo de castigo, no hacía muy buenas migas con el de Nelson al comienzo de la cinta.