Si hay una industria cinematográfica a la que los países de la Unión Europea miran con sana envidia, esa es la francesa. El cine francés y en lengua francesa se ha erigido como una alternativa viable y eficaz frente al dominio del cine de Hollywood. No son quimeras, puesto que los datos demuestran que la industria gala es la más boyante del panorama europeo, como también la que tiene una estrategia comercial con vistas al mercado internacional, lo que le ha permitido ser un referente para el resto de países y un ejemplo a seguir.
Según los datos del Observatorio Audiovisual Europeo, en 2016, hubo un aumento del 5,2% de las producciones audiovisuales en los países de la UE, lo que significa un crecimiento del 4,4% en lo referido a largometrajes producidos. Es un ejemplo de la trayectoria constante y ascendente del cine en Europa, puesto que entre 2007 y 2016, el aumento de la producción de cine ha aumentado hasta un 47% en total.
De esos datos, el cine francés tiene un puesto privilegiado. Según datos de 2016, Francia ocupa el quinto puesto de los 10 mercados más importantes del mundo a nivel de recaudación de taquilla, mientras que es el sexto en lo referente a producción de largometrajes y es el quinto en número de salas de cine. En todas esas cifras, Francia es el país líder de Europa, ya que solo por delante están mercados como los de Estados Unidos, China o India.
Francia, el mercado cinematográfico más importante de la UE
Con una media de asistencia al cine superior a la de la UE, es momento de pensar, ¿qué hace que el cine francés sea una alternativa viable a la industria estadounidense? Toca hacer un repaso sobre la industria cinematográfica francesa, un ejemplo de resistencia y de diversidad comercial y cultural.
Las fortalezas del cine francés como ejemplo de industria cinematográfica
Sistema de financiación solvente
La principal fuente de financiación del cine francés es el CNC (Centre National du cinéma et de l'image animée. En español, simplemente, Centro Nacional de Cine). Es una institución pública adscrita al Ministerio de Cultura y creada el 25 de octubre de 1946. La principal virtud del CNC es que posee autonomía financiera, lo que le hace no depender de presupuestos generales del Estado, sino de impuestos específicos que atañen al sector audiovisual.
En 2016, el CNC dispuso de un presupuesto de 700 millones de euros, mientras que el cine español, en el mismo período, tuvo 74,53 millones de euros, cifra que dependían de lo presupuestado por el Estado. Además, los 700 millones del CNC vinieron por la propia gestión que la organización hizo de los impuestos al sector audiovisual. Según mostró El Confidencial, de ese presupuesto, 140,9 millones de euros provinieron de los impuestos a las entradas de cine; 17,1 millones de los impuestos de la venta de títulos en formato doméstico y de las plataformas VOD y 513 millones de euros de los servicios de televisión, de los cuales 295,6 millones eran procedentes de los canales y 217,4 millones de los distribuidores de servicios. Con lo cual, el CNC tiene una verdadera autonomía que le permite al cine francés gozar de una independencia económica y social excepcional.
Sistema propio de exportación
Entre las ayudas del CNC, hay una de implantación reciente, que está relacionada con la exportación. El cine francés. En el presupuesto autogestionado de la entidad, el 1 de enero de 2017 se destinaron 8,5 millones de euros para la distribución y difusión de títulos. Según informó El Confidencial, los resultados de estas ayudas se evaluarán después de haberse concedido durante tres años.
Con sus programa de educación y exhibición de títulos, el CNC ha logrado crear una visión mucho más internacional de la industria francesa, que ha hecho que esté muy presente en el mercado global, gracias, justamente, a su propia autogestión, lo que le ha permitido ser una entidad pública autónoma e independiente del Estado, de una forma similar al canal público británico BBC.
Por otro lado, está UniFrance, organismo encargado de promocionar el cine francés en todo el mundo. Creado en 1949, está bajo la supervisión de la propia CNC. Su labor está en ser una plataforma que fomente la exportación de películas francesas. Actualmente, cuenta con más de mil miembros, entre productores, distribuidores, agentes y actores. En UniFrance, se puede seguir el movimiento del cine francés, al ser también un portal de comunicación, al que se puede acceder de forma pública, lo que facilita una imagen de transparencia.
Abiertos a las coproducciones
Según el informe sobre la industria cinematográfica y televisiva del Observatorio Audiovisual Europeo de 2016, Francia es el país que más coproducciones ha financiado en Europa. Entre los períodos del 2007 y 2016, el país galo participó en 556 títulos coproducios. Le seguiría, justamente, España, con 460 coproducciones y cerraría el podio Alemania, con 411 proyectos.
A nivel internacional, Francia es uno de los países europeos que participan en coproducciones con más de 25 países. Sin duda algo muy beneficioso ya que, como apunta el mismo informe, aunque las coproducciones en Europa solo sean el 24,2% de los proyectos realizados en el continente (en el período 2010-2015), más de la mitad de dichas producciones logra distribución fuera de sus fronteras, como también mayores beneficios en taquilla, lo que demuestra que, entre países vecinos, es mejor apoyarse.
Protección a las salas de cine y compromiso ciudadano
La ley francesa protege a sus salas de cine. Todo comenzó con la llamada Ley Malraux, promovida por el escritor André Malraux, que fue ministro de cultura en Francia entre 1958 y 1969, que ordenó que el 10,72% de cada entrada vendida en salas de cine, fuese a la producción de películas nacionales, como también al mantenimiento de salas pequeñas, especializadas en cine de autor y de arte y ensayo. De esta forma, las grandes producciones, inclusive las hollywoodienses, contribuían al mantenimiento del cine diverso, alejado de la mirada comercial, como también de propietarios de cines pequeños, o sea, el mantenimiento de las PYMES cinematográficas, algo que ciertas plataformas estadounidenses se niegan a apoyar.
De hecho, en Francia hay un tiempo estipulado entre el estreno en cines y su posterior distribución en otros formatos. Primero las películas llegan a las salas de cine, posteriormente, deben pasar cuatro meses para su distribución en VOD y en edición física como DVD o blu-ray; diez meses después, los filmes podrán verse en canales de pago; 22 meses después, en canales públicos coproductores de contenido; 30 meses más tarde, aquellos que compraron la película y, finalmente, 36 meses después de su estreno en cines, para el VOD por suscripción.
De esta forma, el cine en Francia se asegura y largo proceso de distribución que permite a las películas tener diferentes vidas en diversas plataformas, sin tener que "canibalizarse" ni competir entre ellas. Además, la llegada al VOD es rápida si esta es una plataforma Video-On-Demand de pago, no streaming por suscripción.
Aparte está el compromiso ciudadano por el cine y la asistencia a salas. Francia es el país europeo con mayor cuota de mercado nacional, un 35,8% de las entradas vendidas fueron para películas nacionales en 2016 (datos que contrastan con los de España, en los solo el 18,5% de las entradas fueron para títulos españoles). También en que Francia es el país con mayor número de salas de cine, un total de 5842 pantallas, según datos del Observatorio Audiovisual Europeo. Además, están las políticas de divulgación educativa de la CNC, que fomenta la asistencia a salas del público más joven. Ya lo dijo la actriz Lola Dueñas durante la promoción de 'Viaje al cuarto de una madre': "En Francia, hay cultura de ir al cine. Tengo unos amigos que van todos fines de semana al cine con sus hijas. Para ellos, no solo es ocio".
Fondos para impulsar los proyectos liderados por mujeres cineastas y fomentar la igualdad
Según datos ofrecidos por Le Parisien, en 2016 solo el 20% de las películas francesas fueron dirigidas por mujeres, una cifra muy baja. El 1 de marzo, en una tribuna en el diario Le Monde, el colectivo Sexisme sur écrans denunciaba esta situación de desigualdad, mostrando preocupantes datos en lo referente a la difusión de largometrajes dirigidos por mujeres cineastas en canales de servicio público, en los que solo el 7% de los filmes mostrados había sido realizados por directoras.
La respuesta ya ha llegado. Françoise Nyssen, ministra de cultura del actual gobierno francés, anunció en junio de 2018 la creación del fondo Venus Victrix, un proyecto creado por Éric Garandeau, presidente del CNC, para apoyar económicamente las películas de mujeres cineastas. El proyecto Venus Victrix, según informó Público, "tomará la forma de un fondo de dotación para que los donantes, ya sean empresas de particulares, puedan beneficiarse de un recorte impositivo del 60% en las contribuciones". El objetivo es el de dar "apoyo tangible a la causa de las mujeres en el cine".
Taquillazos internacionales
En la propia web de UniFrance pueden consultarse los datos de taquilla de las películas producidas en Francia, que dejan datos muy interesantes, como el hecho de que cada año hay más de un título que supera el millón de espectadores. En 2016, más de 50 millones de espectadores internacionales fueron a ver un título de origen francés, siendo 'El principito' y las coproducciones 'Amor y amistad', 'Atrapados' y 'Langosta' las que lideraron la taquilla.
Aquí entra otro factor importante, aunque el cine francés se produzca habitualmente en su lengua nativa, también se hacen producciones en otros idiomas. De hecho, aquí juega un papel fundamental Luc Besson, productor de taquillazos internacionales como la saga 'Venganza', como director de títulos como 'Lucy' o 'Valerian y la ciudad de los mil planetas', cintas de nacionalidad francesa pero con vocación claramente comercial, rodadas en inglés y estéticamente hollywoodienses.
Por otro lado están las famosas coproducciones, películas de reconocido prestigio y una taquilla internacional decente como 'Cold War', 'Una pastelería en Tokio', 'Sin amor', 'Timbuktu' o 'Girl'.
Además, Francia es el ejemplo de los fenómenos cinematográficos europeos. Títulos como 'La cena de los idiotas', 'Amélie', 'Los chicos del coro', 'Bienvenidos al norte', 'Intocable' o 'Dios mío, ¿pero qué hemos hecho?' arrasaron en el mercado internacional siendo todos rodados en francés.
Revolución de las plataformas
En Francia, el mercado audiovisual es consciente de la presencia mayor del SVOD (vídeo-por-demanda mediante suscripción). De ahí, que canales como France Télévision u otros entes apuesten por la creación de sus propias plataformas. Es más, la cadena, en mayo del 2018, anunció su alianza con otros canales públicos como Rai de Italia y ZDF de Alemania para unir fuerzas y crear series de producción propia a modo de coproducciones para competir contra gigantes estadounidenses como Netflix, HBO, Amazon Prime Video o Sky TV.
El objetivo de esta alianza es promover la cooperación entre países europeos y dar "financiación y distribución" a los contenidos propios, frente al dominio y hegemonía de las producciones estadounidenses. Se espera también que, en el futuro, otros entes públicos se unan a la alianza, como la belga RTBG, la Suiza RTS o incluso la española RTVE.
Por otro lado, también está el apoyo de entes privados que apuestan por la producción europea, como Orange TV, que planea sacar su propia plataforma en colaboración con Studio Canal y Canal Plus, los más importantes de la industria francesa. Además, el canal Arte, coproducido entre Francia y Alemania, optó también por mostrar su contenido de forma online.
Animación y videojuegos
El CNC apuesta también por crear una industria potente de animación. De nacionalidad francesa son títulos de éxito internacional como las películas de 'Astérix', 'Ballerina', 'Ernest y Célestine', 'El malvado zorro feroz', 'Un monstruo en París' o series como 'Titeuf', 'Cédric', 'Prodigiosa: Las aventuras de Ladybug' o 'Minúsculos'.
Por otro lado, el CNC también ofrece su apoyo a una industria cultural olvidada en España, la de los videojuegos. Apoyada por un sistema que protege los contenidos audiovisuales, una de las empresas más relevantes de videojuegos, precisamente, es francesa, Ubisoft, conocida por franquicias como 'Assassin's Creed', 'Far Cry', 'Just Dance', 'Rayman', 'Rabbids' o 'Prince of Persia'.
El punto medio entre cine comercial y cine de autor
Una de las ventajas del modelo francés es que ha logrado un punto de encuentro entre el cine comercial y el cine de autor. Muestra de ello son los varios títulos que llegan a España que van a caballo entre ambas visiones. Películas como 'Los casos de Victoria', 'Rosalie Blum' o 'La clase de piano' han demostrado esa vocación híbrida, de acercar a un público, aparentemente, diferente.
Francia ha hecho del llamado cine feel-good su bandera y, por las continuas cintas que llegan a salas españolas (de media hay un título francés de estreno a la semana), parece que da resultado.
Un star-system propio
Debido a su éxito, el cine francés ha impulsado, desde hace muchas décadas, un star-system propio. La industria se nutre de actores y actrices que son imán para la taquilla, como también leyendas vivas del séptimo arte. Figuras como Catherine Deneuve, Jean Gabin, Isabelle Huppert, Jean-Paul Belmondo o Jeanne Moreau son historia del cine.
Pero en Francia no solo hay glorias del pasado, también del presente y del futuro. Profesionales como Juliette Binoche, Guillaume Canet, Fabrice Luchini, Dany Boon, Marion Cotillard o Charlotte Gainsbourg son ejemplo de ello. El cine francés va ofreciendo en cada generación, nuevas estrellas. Hace unos años, Gaspard Ulliel, Laetitia Casta, Léa Seydoux, Omar Sy, Tahar Rahim o Louis Garrel eran las jóvenes promesas. Todos ellos se han mantenido con proyectos arriesgados y solventes y han dado el relevo otra generación que ha llegado pisando fuerte con actores como Adèle Haenel, Pierre Niney, Vincent Lacoste o Finnegan Oldfield.
Además, están actores extranjeros que han logrado forjarse fama y prestigio en Francia como Monica Bellucci, Charlotte Rampling, Carmen Maura o Alessandro Gassmann.