Un bicho raro, sí, pero seamos sinceros: ¿ha surgido en la última década un actor mejor que Daniel Day-Lewis? Pues eso. Conviene ponerse de pie a la hora de hablar de, con toda probabilidad, el intérprete más admirado, reconocido y alabado del siglo XXI. Suena excesivo, pero cada uno de los trabajos que ha entregado Day-Lewis en los últimos años ha sido recibido con el entusiasmo, la expectación y la devoción que solamente consiguen las leyendas. Y ni siquiera le ha hecho falta estrenar muchas películas, todo lo contrario. Pocas, pero esenciales. Y con su interpretación siempre resaltando por encima de todo y todos. Porque, incluso en aquellas propuestas que no estuvieron a la altura ('Nine'), él se las apañaba para salir airoso, elevado en medio del desastre general.
Si las dudas aparecen, ahí está más de medio Hollywood confesando su admiración hacia Day-Lewis, convertido en referente e influencia directa en la carrera de miles de intérpretes que se han fijado en él a la hora de soñar con una trayectoria de su nivel. Y no es fácil. Porque la clave de Day-Lewis no reside exclusivamente en su más que controlada forma de escoger proyectos, sino en la manera en la que se entrega a cada uno de sus personajes como si fuera, de verdad, el último. No hay medias tintas, no hay excusa que valga, es todo o nada, la apuesta definitiva. Hasta la siguiente, claro. Un titán con mayúsculas.
En este especial, descubrimos diez curiosidades sobre su vida personal y ese proceso creativo al que se somete en cada una de las (estupendas) películas que protagoniza. Un recorrido a través de los años que dan forma a la carrera de Daniel Day-Lewis, un actor que continúa haciendo historia. Un ejemplo para la industria. Un privilegio para el cine. Un regalo para los espectadores.
10 curiosidades de Daniel Day-Lewis
Rechazando papeles históricos
Analizando su carrera en profundidad, es bastante evidente que Daniel Day-Lewis no es un tipo apresurado ni impulsivo a la hora de escoger un proyecto. Sin embargo, esa cautela no siempre ha estado ligada a aciertos, ni mucho menos. Y es que, a lo largo de los años, el actor ha rechazado protagonizar joyas como 'Philadelphia', recayendo el personaje en manos de un Tom Hanks que terminó ganando el Oscar; clásicos de la historia del cine como 'Pulp Fiction', diciendo no al personaje de Vincent Vega; o blockbusters de primera categoría como la trilogía de 'El Señor de los Anillos', en la que estuvo muy cerca de interpretar a Aragorn. Tres casos en los que el actor no estuvo muy listo. Nadie es perfecto.
Todo por los 'Gangs'
Si hay un proyecto en el que Daniel Day-Lewis ha puesto en auténtico riesgo su vida es 'Gangs of New York', la fascinante e infravalorada película de Martin Scorsese que, además, es una fuente constante de anécdotas y curiosidades. El actor, consciente de estar ante otro reto mayúsculo en su carrera, se metió de lleno en su personaje, el inolvidable Bill 'El Carnicero', hasta el punto de acabar con una neumonía grave que podría haber terminado en tragedia.
Y es que, Day-Lewis, además de pasar todas las horas del rodaje afilando cuchillos sin parar, decidió que no importaban las bajas temperaturas, él no usaría bajo ningún concepto un abrigo, ya que no era algo acorde a la época en la que se desarrollaba la historia. Nadie intentó hacerle cambiar de opinión. ¿Para qué?
Historia de los Oscar
Vale, Daniel Day-Lewis no es el único intérprete con tres Oscar, ubicados en el Salón Interminable de Premios que debe tener en su casa, pero sí que tiene el honor de que sus tres estatuillas correspondan a la categoría de Mejor Actor. Nada de secundarios, hablamos de tres personajes principales tan espectaculares y apasionantes como la manera en la que fueron interpretados.
De esta manera, la Academia se rindió por completo al trabajo de Day-Lewis en 'Mi pie izquierdo', 'Pozos de ambición' y 'Lincoln', convirtiéndole además en el primer actor no americano en ganar dos premios de la Academia en la categoría principal de interpretación. Lo más importante, en cualquier caso, es que aún quedan Oscar por llegar. No apostéis en contra.
Padre e hijo
La relación de Daniel Day-Lewis con su padre nunca fue fácil. Su infancia, de la que ya hablaremos más adelante, estuvo llena de conflictos y sucesos especialmente delicados que no ayudaron en absoluto a la hora de mejorar la situación entre ambos. Una experiencia vital que marcó para siempre al actor, especialmente tras la muerte de su padre a causa de un cáncer de páncreas, y que provocó uno de los momentos más extraños y delicados de su carrera.
Año 1989, Teatro Nacional de Londres, representación de 'Hamlet' protagonizada por Day-Lewis. Todo iba bien, el público continuaba hipnotizado ante el trabajo del actor sobre las tablas, la obra iba subiendo su intensidad dramática...y, de repente, el caos. Day-Lewis, visiblemente afectado, abandona el escenario y se dirige hasta su camerino, donde se rompe por completo. Los rumores aseguran que el actor tuvo que dejar la obra a medias porque había visto al fantasma de su padre a su lado. Una experiencia que le obligó a anular el resto de representaciones, asegurando que jamás volvería a interpretar 'Hamlet'. De momento, ha cumplido con su palabra.
Infancia conflictiva
Ya habíamos anunciado que hablaríamos de la infancia de Daniel Day-Lewis, y lo prometido es deuda. Todo comenzó en el colegio, una etapa marcada por el acoso y el maltrato de sus compañeros, tanto psicológico como físico, debido a su aspecto, especialmente refinado, y su ascendencia judía.
Una experiencia que tuvo consecuencias directas en la personalidad del actor, especialmente en su adolescencia, unos años en los que se dedicó, básicamente, a robar en numerosas tiendas y cometer otros delitos menores. Afortunadamente, el cine llegó para salvarlo. Y todos, sobre todo él, salimos ganando.
¿Superhéroes? No, gracias
A priori, Daniel Day-Lewis parece uno de los pocos actores que nunca caerán en las redes de los cantos de sirena del cine de superhéroes. Un género que, es evidente, supone una apuesta más que segura para la taquilla y que, además, en los últimos años ha conseguido algo que parecía imposible, ser aceptada por una crítica que, en muchos casos, acaba rendida ante alguna de sus muchas propuestas anuales. Ni así.
Day-Lewis no engaña en este sentido, confirmando nuestras sospechas en 2013, cuando Zack Snyder, valiente, se atrevió a llamarle para proponerle interpretar el personaje de Jor-El, padre de Superman, en la fallida 'El Hombre de Acero'. El actor, probablemente sin leer el guion, ya dijo que no. Imaginad si lo hubiera hecho. Russell Crowe, que pasaba por allí, accedió a sustituirle.
Método o locura
No falla, si hay algo que todo el mundo sabe de Daniel Day-Lewis es su entrega total a la hora de enfrentarse a cada uno de sus personajes. No existen medias tintas en su trabajo, hay que darlo todo, quemar todas las naves, dinamitar todos los límites. Los ejemplos que demuestran esta filosofía de vida (laboral), son muchos y variados. Repasemos alguno de ellos.
Prueba 1, 'Mi pie izquierdo': Day-Lewis estuvo durante todo el rodaje sentado en una silla de ruedas en una posición tan extrema que terminó con dos costillas rotas.
Prueba 2, 'La insoportable levedad del ser': Day-Lewis estudió de forma intensiva para aprender a hablar checo, un idioma de la que no sabía ni una palabra antes de comenzar el proyecto. Terminó hablándolo de manera natural.
Prueba 3, 'The Boxer': Day-Lewis entrenó durante 18 meses para convertirse en un boxeador profesional. Otra transformación física espectacular que sumar a la lista.
Prueba 4, 'El último mohicano': Day-Lewis vivió durante varios días solo y perdido en medio de la montaña, aprendiendo a manejar un hacha, cazando su comida y dedicando largas jornadas a la construcción de una canoa con la que poder salir a pescar.
Prueba 5, 'En el nombre del padre': Day-Lewis se recluyó durante tres días dentro de una prisión, pidiendo además que, cada cierto tiempo, le tiraran un cubo de agua helada encima.
PD: Aún nos quedarían ejemplos. Alucinante.
Perro ladrador, poco mordedor
Madre no hay más que una. Pero que ese argumento no trastoque una obra maestra. 'Pozos de ambición', monumento cinematográfico, tenía en Daniel Day-Lewis al protagonista perfecto, por lo que ya solamente faltaba encontrar a un niño a su altura para que interpretara a su hijo. El elegido, Dillon Freasier, cumplía los requisitos principales para todos...menos para su madre, quien mostró su desacuerdo ante la posibilidad de que su pequeño trabajara al lado de Day-Lewis.
¿Las razones? Acababa de ver 'Gangs of New York', por lo que su visión del actor era la de un tipo violento dotado con un control asombroso de los cuchillos. Una situación de emergencia que los responsables de 'Pozos de ambición' arreglaron de la mejor manera posible, enviándole un dvd de 'La edad de la inocencia', la joya de Martin Scorsese en la que Day-Lewis ofrecía una sutil interpretación repleta de delicadeza. Terminó convencida.
Sin casting
Si preguntas a un actor o actriz sobre qué es lo más duro de su trabajo, muchísimas respuestas irán en la misma dirección: las pruebas de casting. Nervios, tensión, riesgo, esfuerzo, en definitiva, toda una preparación a conciencia juzgada en base a unos pocos minutos. La vida de los intérpretes. Sin embargo, siempre hay personas privilegiadas que pueden librarse de esta tortura, y claro, Daniel Day-Lewis es una de ellas. Al menos, en el caso de 'Gangs of New York'.
Y es que el actor fue el único miembro del reparto que no tuvo que pasar ningún casting, ya que Martin Scorsese le había ofrecido el papel de Bill 'El Carnicero', atención, una década antes, durante el rodaje de 'La edad de la inocencia'. Eso sí que es jugar con tiempo. Tipo listo, Marty.
Debut entre amigos
Siempre es divertido, casi entrañable podríamos decir, recordar y analizar los primeros pasos de los titanes de la interpretación que han influido desde hace tantos años en nuestro amor hacia el cine. En el caso de Daniel Day-Lewis, su estreno en la gran pantalla llegó con 'Sunday Bloody Sunday', película de 1971 en la que el actor participaba con un cameo basado, exclusivamente, en pasear como un macarra junto a otros muchachos del barrio y rayar una fila de coches deslumbrantes. Su salario, cinco libras por un día de trabajo, le pareció una millonada. En ese instante apareció una vocación gracias a la cual hemos disfrutado, y lo que nos queda, de un actor único, insustituible.