De 'Maixabel' a 'Carmina y amén': 10 grandes protagonistas femeninas del cine español de los últimos diez años

Paco Plaza construyó la película más satisfactoria de su carrera partiendo de unos hechos reales con alto contenido sobrenatural y transformándolos en un terror tan universal como el de hacerse mayor. Aceptar las cargas de la vida, las inseguridades que nos rodean y el valor con el que se deben afrontar las derrotas y las victorias son conceptos con los que el director valenciano tejió un suspense costumbrista y cercano que, apoyado en una sobresaliente puesta en escena, deslumbraba de puro talento.

Con 'Verónica' saltas del sofá y te retuerces en él con las uñas apretadas pero, en cuestión de minutos, estás emocionado hasta la lágrima con uno de los desenlaces más potentes que ha dado el terror español en mucho tiempo y una protagonista absolutamente memorable. Un proyecto que comenzó siendo de encargo y terminó convertido en el trabajo más personal de un director entregado a la causa.

Sirviéndose de tres relatos de Alice Munro, Pedro Almodóvar confirmó con 'Julieta' lo que era un hecho evidente, encontrarse en el momento más contenido, literario y delicado de su carrera. Se puede confundir con solemnidad o grandilocuencia emotiva, especialmente aquellos que jamás han comulgado con su cine, pero sería quedarse en el prejuicio gratuito, la ceguera voluntaria. En el caso de 'Julieta', todo tiene un sentido en una película que permite al espectador rellenar los huecos de la historia, completar el viaje de su protagonista, decidir el destino de una mujer marcada por todos los interrogantes que caben en una vida. No hay lágrimas fáciles, ni golpes de efecto, tan solo la mirada perdida de un fantasma que camina por las calles buscando el camino correcto.

Almodóvar en estado de gracia permanente. Almodóvar entregando una nueva obra maestra con la inestimable ayuda de un conjunto de intérpretes que, como marca la tradición, no bajan del sobresaliente. En el caso que nos ocupa, tanto Adriana Ugarte como Emma Suárez parecen haber vivido eternamente en el universo del cineasta manchego, regalando dos trabajos delicados, misteriosos y fascinantes en su contención. El enésimo ejemplo de que, en muchas ocasiones, menos es más.

Todo lo que funcionaba en la notable 'Carmina o revienta', celebrado (con justicia) debut como director de Paco León, se elevaba a la matrícula de honor en 'Carmina y amén', una secuela en la que la genialidad se desbordada en cada plano. Con diálogos tan hilarantes como enternecedores, esta continuación volvía a encontrar en la impresionante presencia de Carmina Barrios la mayor de sus virtudes, pero acompañándola en esta ocasión por un conjunto de personajes secundarios tan hilarantes como inolvidables. La confirmación de un cineasta maravilloso y de un personaje destinado a formar parte de la historia más deslumbrante de la comedia española.

Un nombre: Blanca Portillo.

No necesitáis más razones para volver a disfrutar de 'Maixabel'. Y, en el caso de que no te parezca una razón suficiente, recordamos que con 'Maixabel' nos encontramos ante la mejor película de la gran Icíar Bollaín en más de una década. Una obra austera, cruda, directa y profundamente conmovedora liderada por una actriz en permanente estado de gracia.

Liderada por una impresionante Laia Costa, protagonista principal de un reparto en el que también conviene destacar la maestría total de Susi Sánchez y Ramón Barea, 'Cinco lobitos' es una de esas películas aparentemente pequeñas que terminan convertidas en gigantes. Y lo mejor es que, esta citada transformación, se produce gracias a los detalles, los gestos mínimos, la delicadeza y la sensibilidad de una historia cuyo impacto emocional perdura en el tiempo, anclándose en la memoria con la misma ternura con la que está contada. Un debut maravilloso en el largometraje de Alauda Ruiz de Azúa.

Con un reparto impecable en el que brillaba con especial intensidad Bárbara Lennie, magnética, hipnótica, fascinante, 'Magical Girl' explotaba frente a nosotros como un cine completamente diferente, arriesgado, nuevo. Un universo, el de Carlos Vermut, en el que caben mil y un mundos, sin que ninguno de ellos se molesten entre sí. Más bien todo lo contrario.

Un talento total que, con su segunda película, conseguía terminar de definir una personalidad única e identificable a través de diálogos que son oro y una dirección sabia y generosa en el número de escenas inolvidables. Y es que, sigue costando mucho trabajo quedarse con un momento concreto dentro de este soberbio trabajo cinematográfico, un laberinto en el que uno se pierde desde su magnífico prólogo y del que nunca termina de salir. 'Magical Girl' te atrapa, golpea bien dentro y se queda instalada en la memoria. Lo mismo que sucede con su protagonista.

Empecemos por la contundencia: 'Muchos hijos, un mono y un castillo' es uno de los debuts más interesantes, especial y memorables del cine español. Tal cual. Rodada durante más de una década por el también actor Gustavo Salmerón, este documental (sí, lo es, aunque parezca imposible) nos presenta a una familia asentada en el caos, la tradición y las costumbres más reconocibles de un país, el nuestro, nacido, muerto y resucitado siempre en el territorio del desequilibrio, otorgando un protagonismo casi absoluto a la matriarca, Julita, una de esa revelaciones que el cine español recibe muy de vez en cuando y que conviene celebrar como un auténtico hallazgo.

Ella guía al espectador hacia la carcajada sonora, la lágrima furtiva, el surrealismo berlanguiano y la ternura que rodea el amor de toda una vida, y lo hace con una presencia en pantalla abrumadora, robándote el corazón desde el primer plano al último. Cuando todo termina, y lo hace de la manera más memorable posible, sabes que Julita se ha quedado para siempre en tu corazón, que no te hubiera importado pasar dos, tres, diez horas más en su compañía y que deseas que lo que le quede por delante lo viva con esa sencillez y felicidad arrebatadora. Una obra maestra.

La ganadora del Goya a Mejor película en el aciago 2020 fue una de las pocas sorpresas agradables del año más raro de nuestras vidas. Y es que, entre tanta sala cerrada y proyectos apagados, 'Las niñas' se convirtió en un pequeño y admirable fenómeno cinematográfico que nos alegró a base de cine honesto, sencillo, grande en sus detalles y precioso en su delicadeza. Una cinta que conmovió a varias generaciones de espectadores y espectadores que vieron en pantalla el reflejo exacto de la infancia, con todo el peso que eso conlleva. Una notabilísima película. Y una protagonista que es ya historia de nuestro cine.

'La novia' era una cuenta atrás de sentimientos, reproches y locuras que Paula Ortiz supo manejar con precisión médica, apostando por lo sensorial a favor del grito gratuito. Al final, como no podía ser de otra manera, todo saltaba por los aires, pero incluso en ese momento, la cinta prefería escuchar a Cohen antes que a los cuchillos ensangrentados. Un vals en medio del delirio, un cristal roto reflejando una luna llena y un caballo desbocado en silencio. Y el recital inolvidable de Inma Cuesta.

Con una interpretación que nacía de las entrañas para desembocar en grito, Cuesta era el alma de la película. Figura perdida entre dos hombres, estupendos Asier Etxeandia y Álex García, la entrega de la actriz era total, desnudándose en cuerpo y alma, otorgando sus inmensos ojos a un relato en el que los fantasmas del pasado, y del futuro, pesan como cadenas. El mejor trabajo de una carrera que, a estas alturas, no deja margen alguno a la duda: Inma Cuesta es una de las grandes actrices de nuestro país.