Nos guste más o nos guste menos, el verano terminó. Nos lo deja caer la meteorología, nos lo grita el despertador, nos insistimos nosotros mismos pensando que, con semejante ejercicio mental, será menos dura la vuelta a la siempre temible rutina. Sucede también, seña de identidad de la complejidad del ser humano, que la memoria pierde menos tiempo en activarse y los recuerdos empiezan a brillar con especial intensidad desde que la primera nube hace acto de presencia. Los grandes momentos y los pequeños detalles guardados en tres meses, junio, julio y agosto, se elevan por encima de la pereza y se convierten en tablas de salvación. Si nos ponemos poéticos también debemos ser un poco exagerados, ¿no?
Porque las fotografías físicas y psicológicas que nos dejan los veranos siempre son especiales, diferentes, únicas incluso en su reiteración. Y eso incluye, por supuesto, aquellas películas que nos emocionaron en una sala de cine con el aire acondicionado al máximo nivel o en una terraza con suelo de pipas y pequeñas piedras. La costumbre, siempre ha sido así, es relacionar estos meses estivales con una decaída del nivel cinematográfico después del aluvión de las propuestas en busca de premios, con los Oscar a la cabeza, que se acumulan en los últimos meses del año, una teoría que, en muchas ocasiones, no se ha sostenido por ningún lado. Y el 2017 es otro ejemplo dispuesto a romper las reglas.
A continuación, destacamos diez películas que marcaron los meses de junio, julio y agosto, hasta convertirse, por méritos propios, en claras aspirantes a ocupar los primeros puestos de la lista de lo mejor del año cuando nos toque despedir diciembre y hacer balance. Propuestas de distintos géneros en los que se dan cita el drama, el bélico, la comedia, la ciencia ficción o incluso el western, dando forma a una colección envidiable de gran cine. El listón, para todas las películas que están por llegar, ya está alto. ¿Quién pensó que los referentes los encontraríamos en verano?
Lo mejor del cine de verano 2017
'La seducción'
Después de recuperar algo de pulso con 'The Bling Ring', tras las decepciones que supusieron sus dos trabajos previos, 'María Antonieta' y 'Somwhere', frente a las excelsas 'Las vírgenes suicidas' y 'Lost in Translation', Sofia Coppola ha vuelto a lo grande con 'La seducción', su mejor película en más de una década. Este remake de 'El seductor', la notable cinta dirigida por Don Siegel y protagonizada por Clint Eastwood en 1971, se convierte en manos de Coppola en una obra hipnótica y fascinante en la que las grandes escenas y los planos perfectos se suceden sin descanso.
Su reparto, con tres interpretaciones tan impresionantes como las que ofrecen Nicole Kidman, Elle Fanning y Kirsten Dunst a la cabeza, aportan la calma y la precisión exactas que requiere un relato tan breve como complejo. No es solamente una de las propuestas más redondas y estimulantes del verano, 'La seducción' es ya una de las grandes películas del año.
'Dunkerque'
Un grupo de soldados aparecen ante nosotros con la mirada perdida hacia un cielo siempre sospechoso. Sobre sus hombros caen trozos de papel que muestran una ruta directa hacia lo imposible, hacia la tragedia, hacia la fuga de una libertad cuya banda sonora corresponde a las bombas, al horror, a la guerra. Y comienzan los disparos. Provienen de lugares invisibles, rincones abandonados que, de repente, se llenan de últimos deseos, cuerpos temblando, carreras a contrarreloj.
No han pasado ni cinco minutos desde que en la gran pantalla se comenzaron a suceder planos magistrales y ya estamos dentro de 'Dunkerque'. Con y sin comillas. Ya estamos dentro de la mejor película que se ha estrenado en nuestro país en lo que llevamos de año. Ya estamos dentro de una nueva cima en el cine de un director que, más allá de debates perezosos y aburridos incluso para aquellos que amamos cualquier tipo de conversación cinéfila, se ha confirmado de manera definitiva como uno de los grandes cineastas del siglo. Christopher Nolan, el ambicioso y el prepotente, el excesivo y el tramposo, el genio que acaba de sumar una nueva obra maestra a su colección.
'La guerra del planeta de los simios'
Además de funcionar como cierre perfecto, 'La guerra del planeta de los simios', reafirma de manera definitiva y contundente la coherencia narrativa interna de una trilogía que ha llegado a su final repleta de fuerza, intensidad y cine. Muchísimo cine. Los ecos que encontraba el western clásico en la segunda entrega se convierten aquí en una esencia crepuscular que cautiva a base de silencios y miradas, que te clava en la butaca y te corta la respiración con una sequedad que se combina a la perfección con la emotividad más transparente.
Nada de artificios, control total de los recursos, de fondo y forma, por parte de un Matt Reeves inmenso en la dirección. Cine en estado puro que, cuando alcanza su epílogo, emocionante hasta la lágrima, permite que el espectador sienta que acaba de asistir a algo más que a un entretenimiento con el que devorar palomitas. Aquí, desde el principio, había una gran historia y una intención por contarla de una manera concreta y valiente. Afortunadamente, cayó en las manos correctas, por lo que hemos podido disfrutar de una trilogía que ha pasado del notable a la matrícula de honor sin perder su esencia por el camino, sin caer en lo previsible, arriesgando y triunfando en cada una de sus decisiones, entregando cine en mayúsculas. Y 'La guerra del planeta de los simios' es el final que merecía. El mejor posible.
'Wonder Woman'
No, 'Wonder Woman' no es un soplo de aire fresco dentro del hinchado, omnipresente, género superheróico. Es un tornado, un torbellino, una fascinante demostración de fuerza disfrazada de sencillez. Y viceversa. En unos tiempos en los que las carteleras de todo el mundo reciben una media de cinco o seis estrenos relacionados con personajes sacados de los tebeos más populares y reconocibles de la historia popular, una película tan vibrante, divertida y emocionante como la que han creado la directora Patty Jenkins y la actriz Gal Gadot, con las mismas dosis de inmensa responsabilidad, solamente puede ser recibida con un entusiasmo más que justificado.
Estamos ante una propuesta que, siendo en esencia otra historia de orígenes, consigue ser mucho más. Una aventura clásica, un thriller de espías, una comedia romántica llena de encanto y química, una espectacular película de acción y, por encima de todo, el descubrimiento y confirmación definitiva de un personaje y una actriz que ha llegado para quedarse.
'Baby Driver'
En una trayectoria marcada por una trilogía tan inspirada, divertida y felizmente compleja en su discurso sobre el valor de la amistad como la que forma 'Zombies Party', 'Arma fatal', la mejor del lote, y 'Bienvenidos al fin del mundo', completada con ese sobresaliente festival visual y narrativo llamado 'Scott Pilgrim contra el mundo', 'Baby Driver' juega un papel evidente. Edgar Wright haciendo de Edgar Wright, o lo que es lo mismo, un director depurando su estilo a base de demostración de todos los conocimientos y habilidades descubiertas por el camino.
Las ideas visuales se suceden, los coches siempre van con la sexta marcha puesta y las canciones mantienen el volumen lo más alto posible. Por eso, y aunque le habría venido bien un repaso más exhaustivo a su guión, repleto de coincidencias y resoluciones demasiado vagas, 'Baby Driver' es un trayecto que merece la pena, un entretenimiento por encima de la media.
'Verano 1993'
Es la preferida por la esfera cinéfila para que los españoles nos traigamos el Oscar a la mejor película de habla no inglesa a casa. Desde 2005, con 'Mar adentro' de Amenábar, no hemos conseguido siquiera una nominación, pero la ópera prima de Carla Simón podría romper la mala racha.
Aunque muchos espectadores se han perdido una de las mejores películas del año, lo cierto es que 'Verano 1993' ha sido una de las propuestas independientes más vistas de los últimos meses. Más de medio millón de euros recaudados que se unen a los premios y reconocimientos en diferentes festivales: Estambul, Berlín (mejor debut) y Málaga (mejor película), entre otros.
Lo de Carla Simón es una engrasada máquina del tiempo que nos lleva a principios de los años 90 con realismo y precisión y nos los muestra, de nuevo, a través de los ojos de los niños (ambas cosas, por cierto, las tiene muy en común con 'Verónica', la otra gran película española de la temporada). Tiene en su reparto a dos adultos en estado de gracia, Bruna Cusí y David Verdaguer, y a dos pequeños diamantes en bruto en esas dos niñas protagonistas, sobre todo en la protagonista Laia Artigas, que encarna las diferentes fases del duelo y la pérdida sin llegar a entenderlas del todo. Una dura historia revestida de luminosa fotografía, dramedia ligera y canciones de Bom Bom Chip.
'Verónica'
Si buscamos a los responsables directos de que 'Verónica' sea, con bastante diferencia, una de las mejores películas españolas de lo que llevamos año, nuestro dedo acusador debería señalar a dos personas: Paco Plaza y Sandra Escacena. El primero entrega la obra más completa de su trayectoria, consiguiendo una dirección repleta de brillantes ideas y soluciones visuales que engrandecen, sin molestar, una historia tan sencilla como aterradora, tan costumbrista como emotiva.
Y aquí es donde entra Escacena, quien, escena a escena, deja de ser un notable descubrimiento y se convierte en toda una certeza gracias a una interpretación llena de delicadeza, entrega y compromiso. Así, su Verónica entra directamente, y por la puerta grande, en la lista de grandes personajes del mejor cine de terror patrio. Mucho más que una de las sorpresas del verano.
'Atómica'
Una película que se abre y se cierra con una canción de David Bowie, de primeras, ya parte con varios kilómetros de ventaja frente al resto de competidoras. Si a este pequeño gran detalle le sumamos una Charlize Theron impecable en su papel de implacable espía con tantas caras como ganas de pelear cuerpo a cuerpo, un estupendamente desatado James McAvoy y las mejores escenas de acción que hemos visto este año en el cine, las cuentas solamente pueden dar como resultado un triunfo. Y eso es 'Atómica'.
Su trama, mucho menos compleja de lo que la propia película se cree, se empeña en complicar lo sencillo, aportar profundidad a lo liviano, pero el estilo que desprende cada fotograma, la precisión de su reparto y ese maldito plano secuencia, tan gratuito como espectacular, que nos obliga a aplaudir con las orejas, deja poco terreno a la decepción. Serie B con categoría A. Queremos la secuela. A la de ya.
'Valerian y la ciudad de los mil planetas'
Con Luc Besson no hay término medio. Amor u odio, las medias tintas no van con su cine ni con su personalidad, aunque es más que probable que ambas cosas sean exactamente lo mismo. Porque, para bien o para mal, todas y cada una de las cintas que ha dirigido a lo largo de su extensa trayectoria, llevan un sello de autor inconfundible. Resumiendo, no necesitas mucho más que una escena para vislumbrar su voz creativa y sus inquietudes artísticas. Y eso, de primera, ya supone un logro mayúsculo. Su último trabajo, 'Valerian y la ciudad de los mil planetas', multiplica toda esta teoría hasta el límite de sus posibilidades, transmitiendo en cada fotograma la pasión desbordada que siente el cineasta francés por este universo y sus personajes.
Una película que Besson llevaba décadas soñando con realizar, mientras esperaba pacientemente que la tecnología estuviera a la altura de sus deseos, y que se ha convertido en uno de los espectáculos visuales más espectaculares y fascinantes de los últimos años. Su casting está repleto de errores, empezando por sus dos protagonistas, pero la forma importa mucho más que el fondo en esta aventura espacial repleta de escenas imposibles resueltas de manera genial. Uno de los mejores trabajos de la carrera de Besson, capaz de superar sus errores. La magia de la apasionante imperfección.
'Spider-Man: Homecoming'
Spidey ya es de la familia, eso es evidente. Ya no solamente se trata de un personaje que ha acompañado a generaciones y generaciones de lectores a través de sus cómics, sino que en lo que respecta al terreno cinematográfico ha ido sumando películas y películas a sus espaldas. Algunas mejores ('Spider-Man', y muy especialmente, 'Spider-Man 2') y otras peores ('The Amazing Spider-Man' y, muy especialmente, 'The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro'), pero siempre conscientes de tener entre manos a un personaje esencial dentro de la cultura popular. Por eso, cuando Marvel consiguió sumar a su estupendo universo cinematográfico al hombre araña, las expectativas se dispararon por los aires. Y terminaron por cumplirse.
'Spider-Man: Homecoming' nos traía la mejor versión del personaje en la gran pantalla desde la primera secuela dirigida por Sam Raimi en el lejano 2004 gracias a un sentido del humor efectivo de inicio a fin, un villano memorable y un espíritu de comedia de acción adolescente que funciona a pleno rendimiento. Si a todo esto le sumamos un acierto de casting tan rotundo como Tom Holland, el éxito está asegurado. Las taquillas de medio mundo, por supuesto, se sumaron a una celebración más que justificada.