Aunque hablar de secuelas siempre es entrar en un terreno tan peligroso como embarrado, el cine ha demostrado en innumerables ocasiones que una continuación puede estar más que a la altura de los precedentes, expectativas, ilusiones y esperanzas. Y el caso específico de este especial, el de la acción, no es ni mucho menos una excepción.
Las diez películas que encontramos aquí son ejemplos contundentes a la hora de citar propuestas que supieron respetar a sus precedentes, incluso honrándoles de alguna manera, sin por ello disminuir ni una pizca de su ambición por crecer, evolucionar, experimentar y, aquí viene lo mejor, arriesgar. No es el camino fácil, aunque las señas de identidad de sus respectivas sagas esté ahí.
Secuelas, en definitiva, que lograron ampliar los horizontes de las películas que les dieron la misma vida, que conquistaron a los expertos en la materia y a los recién llegados, que resucitaron, reforzaron y engrandecieron sagas y que forman parte ya de nuestra memoria cinematográfica más explosiva.
Mejores secuelas del cine de acción
'John Wick 4'
La primera entrega era magnífica, pero es que la segunda y la tercera parecían realmente insuperables...hasta que llegó 'John Wick 4' y terminó de alcanzar el infinito. Imposible enumerar la cantidad de escenas memorables que deja este monumental espectáculo cinematográfico, una oda al golpe, la explosión y el disparo que te pasa por encima, arrasando con todo y dejándote con el corazón al borde de la garganta. Más rápido: una obra maestra.
'Misión Imposible: Protocolo Fantasma'
Tras firmar 'El gigante de hierro', 'Los Increíbles' y 'Ratatouille', tres de las obras maestras más importantes de la historia del cine de animación, Brad Bird saltaba a la acción real con esta fabulosa 'Misión Imposible: Protocolo fantasma'. Una entrega que mejoraba los resultados tanto artísticos como comerciales de su predecesora, la, por otra parte estupenda, 'Misión imposible III (M:I-3)', entregando un espectáculo vibrante que no daba opción al respiro y ofrecía algunas de las escenas más deslumbrantes de toda la saga.
Por si hay alguna duda, sí, también podrían estar aquí tanto 'Misión Imposible: Nación secreta' y 'Misión Imposible: Fallout'.
'El mito de Bourne'
Paul Greengrass sustituye a Doug Liman en la silla de director. ¿Un simple cambio? No, un punto de inflexión total para el Bourne de Matt Damon. De repente, lo que en 'El caso Bourne' era suspense y acción elegante y, en cierto modo, sosegada, salta por los aires en 'El mito de Bourne', secuela que mejoraba en todo a su predecesora a través del nervio, el impulso, la aceleración y la tensión cortante. Una continuación fabulosa a la que, además, seguiría una tercera parte a la altura: 'El ultimátum de Bourne'. Lástima que todo lo que vino después en la saga no estuviese a esta brutal altura.
'Rambo: Acorralado Parte II (Rambo 2)'
Desde luego, pocos podían esperar un regreso para John Rambo tan distinto a la espléndida 'Acorralado (Rambo)' como fue 'Rambo: Acorralado Parte II (Rambo 2)', una auténtica fiesta del disparo, la sangre, el puñetazo en la mandíbula, las persecuciones trepidantes y la cuenta atrás con final feliz.
No quedaba nada aquí de la complejidad dramática de la primera entrega, tampoco de su aroma a western crepuscular y, ni mucho menos, de la desgarradora emoción de su desenlace, pero, a cambio, teníamos cien tazas de acción excesiva y alocada, vertiginosa y violenta, desquiciada y desatada. Un espectáculo palomitero que, sacrificando profundidad, terminaba conquistando a base de golpes. Imposible aburrirse con ella.
'Fast & Furious 7'
Todavía quedan espectadores empeñados en pelear contra los prejuicios que genera una película de estas características. Sí, a estas alturas. Por eso, parece una tarea perdida resaltar con entusiasmo las muchas virtudes que atesoran muchas de las entregas de la saga 'Fast & Furious', en especial los capítulos cinco, seis y siete. Un conjunto de películas que conseguían transmitir la sensación de reencontrarte con viejos amigos mientras que, de manera trepidante, se sucedían escenas empeñadas en alcanzar el más difícil todavía. Y en este sentido, 'Fast & Furious 7' sigue siendo la reina indiscutible.
El enorme James Wan, recién llegado a la franquicia, decidió seguir la estela de Justin Lin, su predecesor inmediato, y mete una sexta marcha desde la que construyó un artefacto de entretenimiento total obsesionado con desencajar la mandíbula de un patio de butacas que asistió en pleno éxtasis a la puesta en marcha de un parque de atracciones en el que todo podía pasar. Y todo pasaba. Puro e irresistible delirio.
'Jungla de cristal III: La venganza'
Si a una fórmula cinematográfica prácticamente perfecta le sumas dos talentos de la talla de Samuel L. Jackson y Jeremy Irons, lo normal es que la excelencia aparezca de manera casi inmediata. Por eso, tras la comprensible sensación de reiteración y subrayado de la estupenda 'La jungla 2: Alerta roja', 'Jungla de cristal III: La venganza' elevaba el listón de aquella secuela y construía un espectáculo de acción y comedia de primer nivel. Un logro que corresponde, más allá de a un Bruce Willis mimetizado con su McClane, a John McTiernan, director que regresaba a la saga demostrando un entusiasmo contagioso, un ímpetu capaz de arrasar con todo y una entrega a la que era completamente imposible no sumarse.
'Terminator 2: El juicio final'
Cinco años después de demostrar por enésima vez la estupidez que habita en el tópico de que segundas partes nunca fueron buenas con la excelente 'Aliens: El regreso', y tras sufrir el único varapalo comercial de su carrera con la reivindicable 'Abyss', James Cameron reventó por completo todas las expectativas con 'Terminator 2: El juicio final', una secuela que llegaba siete años después de 'Terminator' y que conseguía situar el listón de los blockbuster en un nuevo y estratosférico nivel.
Y es que, más allá de sus innovadores y prodigiosos efectos especiales, esta continuación llevaba la fórmula al mismo límite de la espectacularidad más trepidante, a la ebullición de ideas geniales combinadas con una inesperada profundidad y emoción de los personajes. A todo esto le sumamos un reparto entregado a la causa, un director en pleno estado de forma, un villano memorable y algunas de las set pieces de acción más apabullantes y vertiginosas de la historia del género y el resultado no puede ser otro: 'Terminator 2: El juicio final' es la mejor entrega de la saga.
'The Raid 2: Berandal'
Aunque no alcanzara las impresionantes cumbres de su primera entrega, una de las mejores películas de acción de todos los tiempos, 'The Raid 2: Berandal' es otro incontestable festín para cualquier persona que ame y disfrute al máximo con el género. Otra joya absoluta dirigida con pulso maestro por Gareth Evans y protagonizada por un inmenso Iko Uwais. 150 minutos de la acción más brutal dispuestos a ser inyectados en vena.
'Los mercenarios 2'
'Los mercenarios' era simpática, entretenida y con puntuales momentos muy divertidos y espectaculares, pero es que su secuela, a diferencia, por otro lado, de todo lo que vino después, estaba a otro nivel. A uno (mucho) más alto. Incluida en una saga poco memorable en términos generales, 'Los mercenarios 2' brilla con luz propia como un artefacto de acción y nostalgia realmente notable. Una de las grandes sorpresas que ha dejado el género en los últimos años.
'Mad Max: Furia en la carretera'
La adrenalina por encima del conflicto moral. El despiporre superando las barreras de los lados oscuros del alma. La locura lanzándose con el cuchillo entre los dientes sobre la cordura establecida en un género, el del blockbuster, que necesitaba de manera imperiosa, guiño guiño, una película como 'Mad Max: Furia en la carretera'. La más inesperada opción a mejor película de acción del siglo entraba por la puerta grande abriéndola de una patada.
George Miller regresaba a su saga más carismática, pese a que su trilogía inicial de Max protagonizada por Mel Gibson pesa más por su influencia que por su calidad cinematográfica, exceptuando su segunda entrega, de la manera más explosiva posible, apostando el todo por el todo, subiendo los niveles de excitación, marcando a fuego un universo que encuentra aquí su cima más absoluta. Una película que es un clímax constante, bellísima en lo visual, con una fotografía y banda sonora que cortan la respiración, excelsa en su equilibrio y deslumbrante en su resultado final. Una rotunda obra maestra.
