Hoy se cumplen 20 años del estreno de 'Psycho', el remake con el que Gus Van Sant puso en jaque a la cinefilia al rodar plano por plano (¡y en color!) el clásico del cine de terror dirigido por Alfred Hitchcock en 1959. Un gesto artístico tan radical como extraordinario, que no fue precisamente bien visto en el momento de su estreno. Masacrada por la crítica e ignorada por un público que no apreció sus intenciones, en el ejercicio de replicar una obra maestra se encontraba en primer lugar la mayor de las alabanzas posibles, pero también un arrebato de genialidad que trasladaba el debate entre copia y original al cine contemporáneo.
¡Remake como puedas!
Podemos imaginarnos perfectamente cómo se tuvo que sentir Akira Kurosawa cuando fue al cine a ver 'Por un puñado de dólares', el spaghetti western dirigido por Sergio Leone del que todo el mundo hablaba, y se encontró con un argumento que le sonaba demasiado, protagonizado por la estrella televisiva del momento, un tal Clint Eastwood. Estaba viendo 'Yojimbo', su propia película. Eso sí, tardó menos en reaccionar que "el hombre sin nombre" lo hacía en desenfundar, ese mercenario que decidía encargarse de la protección de un pueblo, llevando a Leone y su productora a un juicio por los derechos de autor que retrasó dos años su estreno en Estados Unidos.
Aunque siga habiendo acusaciones de plagio en el mundo del arte, a estas alturas es difícil encontrar remakes que no pasen primero por caja. ¿Pero cuáles han sido los más polémicos que se recuerdan? De 'Psycho' al divertido remake-reboot-llámenlo-como-quieran-pero-ni-machismo-ni-feminismo de 'Cazafantasmas', aunque muchas habría sido mejor olvidarlas y otras tantas merecen ser reivindicadas, recordamos diez películas que sufrieron la comparación con el original.
Los diez remakes más polémicos de la historia
Cazafantasmas (Paul Feig, 2016)
Corramos un tupido velo a la hora de hablar de la polémica que trajo consigo el estreno del remake de 'Cazafantasmas', porque en la intolerancia, la repulsa y el odio que mostró internet contra la existencia de una película que "al estar interpretada por mujeres arruinaría su infancia" podemos ver algunas causas del ascenso de la ultraderecha al poder en todo el mundo.
Lo peor de todo es que la comedia de Paul Feig a ratos es brillante. Acumula diálogos veloces que explotan el talento para el humor verbal de las estrellas del SNL y sin ser un remake al uso ni caer en la nostalgia, cuenta con cameos y guiños sorprendentes a las originales, que tampoco es que hayan envejecido demasiado bien. Un ejemplo modélico de cómo actualizar un clásico a nuestros tiempos, aunque ahora resulte que haya que perdonar a las mujeres por existir y protagonizar películas.
Funny Games (Michael Haneke, 2007)
Michael Haneke hizo el más difícil todavía al rodar un remake norteamericano de una de sus películas más celebradas, 'Funny Games'. Hasta aquí todo más o menos normal, es una práctica que han llevado a cabo múltiples directores a lo largo de la historia, pero conociendo al cineasta austríaco no podía tratarse de un remake al uso.
Y no lo fue. Plano por plano, se trata de exactamente la misma película, salvo que con Tim Roth, Michael Pitt y Naomi Watts en el reparto. Un cuidadoso ejercicio de calco y planificación cuya polémica, significado e intención posible quedó abierta al espectador. Pero uno puede comprender rápido porque no cambió ni una coma, consiguió una réplica perfecta para que su discurso de la violencia entrara en los hogares norteamericanos con la misma virulencia que sus villanos lo hacían en la casa de la familia protagonista.
El planeta de los simios (Tim Burton, 2001)
Pocas películas de ciencia ficción marcaron época como 'El planeta de los simios', que con su mítico (por aterrador) plano final sentó un precedente en el género. Pero eso no pareció importarle a un Tim Burton que se encontraba en la cima de su éxito en Hollywood, aceptó ponerse tras los mandos del remake (cameo de Charlton Heston incluido), atreviéndose incluso a tratar de cambiar el final para volver a sorprendernos. Spoiler: No lo consiguió.
Suspiria (Luca Guadagnino, 2018)
Sin haberse estrenado en cines la polémica ya acompañaba al remake del clásico del giallo dirigido por Darío Argento en 1977. Su excesiva duración, casi una hora más que el original, el tono provocador a medio camino entre el cine de terror más gore y el pretencioso ejercicio artístico no han dejado indiferente a nadie que la haya visto. No podemos negar que Luca Guadagnino no sea un acérrimo del original, ¿pero estará el remake a la altura?
Nine (Rob Marshall, 2009)
Daniel Day Lewis protagonizando un musical. Glups. Y no uno cualquiera, el éxito de Broadway que se atrevía a convertir 'Fellini, ocho y medio', el clásico del director italiano, en un lujoso vodevil por el que desfilaron algunas de las actrices más famosas del mundo. Lo de actuar y bailar ya era otro cantar. Afortunadamente ya nadie recuerda este ejercicio tan fastuoso como ridículo, que aunque obtuvo varias nominaciones a los Oscar y los Globos de Oro (¡Es un musical, estúpido!) se fue de vacío y recibió críticas pésimas.
Solaris (Steven Soderbergh, 2002)
El problema del remake de Steven Soderbergh no fue tanto el atreverse a adaptar la película de culto dirigida por Andrei Tarkovski, como tratar al espectador con condescendencia. Quiso imitar en sopor al cineasta soviético, que no en profundidad ni genio. Aunque la película no sea el desastre total que consideró la crítica, cae en una trascendencia vacua, se sostiene por un argumento melodramático y en definitiva aburre al espectador que buscaba distraerse con un entretenimiento de ciencia ficción, lo que al fin y al cabo era. Eso sí, la BSO de Cliff Martinez mola y no podemos dejar de celebrar que haya un director nortemaricano sin miedo al asomarse de vez en cuando al precipicio.
Vanilla Sky (Cameron Crowe, 1999)
El estreno de 'Abre los ojos' supuso la confirmación definitiva del talento del director de 'Tésis' y catapultó directa a Hollywood a Penelópe Cruz, que volvió a protagonizar el remake norteamericano junto a Tom Cruise, su pareja por aquel entonces. Y aunque no sea lo mismo ver la Gran Vía desierta que Times Square, ni tener a Fele Martínez de amigo que a Jason Lee, ambas historias de amor eran igual de estomagantes.
El propio Amenábar ha reconocido que era su peor película y que está repleta de errores. "Los copiaron todos en el remake", afirmó. Así salió. Lo único salvable, la exquisita BSO del melómano Cameron Crowe, que mostró mayor personalidad al seleccionar canciones de R.E.M o Radiohead que tras las cámaras. Afortunadamente, para disfrutarla no hace falta ver la película.
City of Angels (Brad Silberling, 1998)
No tenemos suficientes manos (ni alas) para tanto facepalm. Convertir 'El cielo sobre Berlín' en un ñoño melodrama romántico a mayor gloria de Meg Ryan, con Nicolas Cage como atormentado ángel que por amor decide volverse mortal, no parece la mejor de las ideas. Del blanco y negro de Wim Wenders al tono pastel de Los Ángeles, por el camino se perdió la poesía y la ambigüedad de una propuesta que reducida a la historia de un ángel que se enamora de una humana resulta sencillamente ridícula.
Ghost in the Shell: El alma de la máquina (Rupert Sanders, 2017)
Y con Scarlett llegó la polémica. Antes de abandonar un proyecto en el que iba a interpretar un personaje transgénero, La Viuda Negra sufrió las críticas de los seguidores de 'Ghost in the Shell' por apropiación cultural. En la nueva adaptación (o remake) de la película de culto daba vida a Motoko Kusanagi, una ciborg japonesa cuyos rasgos orientales contrastaban con la tez blanca de Johansson. Ya fuera un error o acierto de casting, en cualquier caso, la película no estuvo a la altura del anime, pasó sin pena ni gloria y hasta la polémica se terminó olvidando.
Psycho (Gus Van Sant, 1998)
Gus Van Sant acababa de estrenar 'El indomable Will Hunting', probablemente su mayor éxito de crítica y público, era el momento perfecto para convencer a algún gran ejecutivo despistado que decidió darle vía libre a su siguiente proyecto. Y ese no era otro que un remake en color y plano por plano (aunque con sus fascinantes aportaciones) de 'Psicosis', el clásico de Hitchcock.
Las reacciones en su contra no tardaron en aparecer, fue despreciada por crítica y público, lo que impidió una lectura que fuera más allá de lo obvio, copiar una película a plano en principio carece de un sentido narrativo, dado que ya conocemos la historia. Pero sería una forma muy superficial de verla, porque precisamente en su extrema y radical fidelidad viene a desmontar la teoría de que dos películas puedan ser exactamente iguales.
No en vano, desde su elaboradísimo diseño sonoro y artístico (el uso del color se explotó al máximo) trata de añadir distorsiones que al mismo tiempo homenajean y discuten a la película original, como en la mítica secuencia de la ducha, que se atreve a reintepretar. Esa podría ser la mejor definición posible, nos encontramos ante una conversación entre dos cineastas. Y el caso es que funciona, hasta Vince Vaughn termina convenciendo en el rol de Anthony Perkins, masturbación incluida. ¿Si aquella era una obra maestra, por qué no iba a serlo el remake?
