La vis cómica y, a la vez, ridícula de una frase tan mítica como la que pronunció Jennifer Grey en 'Dirty Dancing' al intentar sorprender a Patrick Swayze ha dejado el listón alto para las películas románticas venideras. Si "traje una sandía" no es la mejor frase que podamos encontrar en un filme del género, ahí las anda. Junto al momento estelar de la hermana de Baby bailando al estilo hawaiano.
La "gloria" sin embargo estaba reservada a otra frase, esa que acompañaba al inquebrantable juramento de Johnny Castle de no dejar que nadie arrinconase a su pareja de baile, a pesar de que Swayze quería ir en contra de los principios de su personaje al no entender el trasfondo de la frase.
Saltaban chispas... pero no de química
A estas alturas ya ha dejado de ser un secreto que los actores protagonistas de una de las películas románticas por excelencia de finales del siglo XX no se soportaban. Los productores temían que tanta tensión se notase en el resultado final. Quién lo diría viendo la confianza con la que Baby se lanzaba a los brazos de Johnny en el baile final, a pesar de la reticencia de la actriz a practicar el salto. Descubre más secretos de la película que nos hizo pasar "the time of our lives".
Curiosidades de 'Dirty Dancing'
Sin historia, pero con un título potente
La productora de Metro Goldwyn Mayer, Linda Gottlieb, y la guionista Eleanor Bergstein concibieron el título de 'Dirty Dancing' durante una comida. Bergstein tenía una idea para una película sobre dos hermanas que bailaban, ambientada la acción en Catskills.
No tenía una historia concreta, lo único que tenía en mente es que incluiría bailes latinos. La guionista le contó a Gottlieb que, de pequeña, le gustaba practicar lo que podría llamarse "dirty dancing", una expresión que en inglés hace referencia a bailar de forma sensual. "Ese es el título del millón (de dólares)", respondió la productora, y se pusieron manos a la obra para dar forma a la historia.
Una película "blandengue"
Al despedir los estudios Metro Goldwyn Mayer al ejecutivo que había dado luz verde al proyecto, Gottlieb se quedó con los derechos del proyecto y lo tuvo bastante difícil para sacarlo adelante. Rechazaron 'Dirty Dancing' hasta en 43 ocasiones por ser "pequeña y blandengue": "Dijeron que era una película de chicas, histórica y sobre judíos. No estaban equivocados, pero yo siempre la vi como una película muy sexy", explicó la productora hace unos años para The Huffington Post.
Al final, el filme sólo se pudo rodar con un presupuesto muy limitado, de 4,5 millones de dólares y, tras no convencer demasiado al público en los primeros pases, se pensó en no estrenarla en cines.
Las dudas de Patrick Swayze
Patrick Swayze no estaba nada convencido de aceptar el papel y lo dejó por escrito en 'The Time of My Life', el libro de memorias que publicó junto a su esposa poco antes de morir en 2009 a causa de un cáncer de páncreas.
Antes de 'Dirty Dancing', el actor se había subido a los patines de 'Skatetown USA' e incluso, compararon su buena interpretación y coreografía en la película con la de John Travolta en 'Fiebre del sábado noche'. No quería encasillarse en el papel de bailarín, así que estuvo a punto de dejar pasar de largo la producción de 'Dirty Dancing'.
En busca de la chica "imperfecta"
También hubo "luchas" entre el equipo que estaba al frente de la producción por el tipo de perfil de la protagonista femenina. Gottlieb contó que el estudio quería a una "impresionante barbie de pelo rubio", mientras que la productora buscaba alejarse de un prototipo perfecto para no caer en el "manido cuento de hadas".
El director de casting vio a 127 actrices antes de la audición de Grey, que ya había trabajado con Patrick Swayze en 'Amanecer rojo'.
La verdadera Baby
El personaje de Baby compartía muchos rasgos con la guionista Eleanor Bergstein, que había trabajado como profesora de baile, era hija de un doctor judío y cuya hermana se llamaba Frances, el verdadero nombre de la protagonista de 'Dirty Dancing' y que, como en la película, veraneó en resorts de Catskills en los años 60.
Aunque Baby también se inspiró en una bailarina llamada Jackie Horner, que aparece mencionada en los agradecimientos. Horner, que también pasaba los veranos en un hotel y después se convirtió en profesora de danza, asistió a Bergstein con la música, los pasos y el vestuario. Y con un regalo de cortesía que la bailarina cedió a la guionista en forma de sandía, como las que llevaba a las fiestas.
Un crudo rodaje
El idilio de verano entre Johnny y Baby se rodó en octubre, lo que complicó las cosas durante la producción, empezando por que tuvieron que pintar las hojas de verde para que no desentonase con la época en la que se ambientaba la película.
No fue el único problema al que se tuvieron que enfrentar pues la escena del lago, a pocos grados de temperatura, estuvo a punto de convertir a los protagonistas en palitos de cangrejo e imposibilitó que se pudiesen usar primeros planos en el montaje ante el color purpúreo de los labios de los actores.
Y ahora el lago se ha secado...
Si Baby intentara practicar de nuevo el mítico salto en el lago Mountain, situado en Virgina (Estados Unidos), se estamparía contra la tierra. Durante los últimos años, el lago ha sufrido varios desniveles de agua y ahora está completamente seco, debido, probablemente, a la propia naturaleza del terreno que drena el agua.
Demasiado sexy(o)
Los bailes y ensayos por el suelo entre Johnny y Baby disgustaron bastante a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas estadounidense, que realizó hasta tres cortes de montaje de la película. La clasificación de la misma también provocó polémica ya que, en un primer momento, resultó demasiado explícita y recibió una clasificación R.
No volveré a saltar...
...ni por todo el oro del mundo, debió repetir Jennifer Grey durante el rodaje de la película. La actriz tenía pánico a ensayar la gran escena cumbre de la cinta, por lo que la primera vez que se atrevió a lanzarse hacia su compañero en la pista de baile fue el resultado final que captaron las cámaras.
La frase que odiaba Patrick Swayze
"Hice todo lo que estuvo en mi mano para quitarla", comentó el actor de 'Ghost' acerca de la frase emblema de 'Dirty Dancing'. "Odiaba esa frase": No dejaré que nadie te arrincone, Baby. Y la odiaba porque, según explicó el intérprete, no entendía lo que había detrás de aquella expresión y le pareció más bien un momento en el que Johnny Castle da paso al gran número de baile de la película. Al pobre le costó encontrar la pasión y motivación para expresar esa escena, que acabó cobrando significado después de todo.