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CRÍTICA

'Disco, Ibiza, Locomía' no es la película salvaje que el grupo merecía pero ofrece un relato más luminoso

Kike Maíllo se mete de lleno en los años 80 y 90 para colarse en los entresijos del icónico grupo con el único objetivo de que pasemos un buen rato.

Por Víctor Mopez 17 de Mayo 2024 | 17:50

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'Disco, Ibiza, Locomía'
'Disco, Ibiza, Locomía' (DeAPlaneta)

Los biopics musicales explotaron a raíz del éxito de 'Bohemian Rhapsody', dedicado a la figura de Freddie Mercury y el fenómeno de Queen, aunque los posteriores ni de lejos se han acercado a la película de Bryan Singer. En España le ha llegado el turno a Locomía, relacionados, precisamente, con el intérprete de 'I Want to Break Free'. En este caso hay que tener en cuenta que nuestro audiovisual ha tendido en los últimos tiempos a revisar elementos de nuestra cultura pop más reciente que en su día fueron maltratados para, de alguna manera, aportar nuevas miradas y dignificarlos. Es lo que ha pasado, por ejemplo, con Cristina Ortiz , a la que Javier Calvo y Javier Ambrossi (Los Javis) elevaron como nunca ella se habría imaginado en la celebrada serie 'Veneno'. Con 'Disco, Ibiza, Locomía' nos adentramos en el grupo musical de electro pop, glam y dance que convirtió a sus integrantes en icono por sus amplias hombreras y sus abanicos.

Fue a comienzos de verano de 2022 cuando Movistar Plus+ estrenó la serie documental 'Locomía' en la que, a lo largo de tres capítulos, hace un repaso al nacimiento, auge y muerte de la banda justo en el momento de mayor éxito. Lo hizo dando voz a sus protagonistas poniendo en el centro a Xavi Font, líder de la agrupación, y José Luis Gil, poderoso productor de la discográfica Hispavox. Así pudimos conocer los entresijos de aquella tragedia griega que ahora, desde la ficción, nos presenta Kike Maíllo como director y coguioniosta junto a Marta Libertad.

Menos transgresión pero más comedia

El arco narrativo de Font y de sus dragones daba para una gran ficción en la que explotar una historia de excesos, traiciones, autodestrucción y el despotismo de una industria musical que llevó a arrasar a un grupo de chavales arrasándolos por el camino al privarles de su libertad sexual. Todo, además, enmarcado en la España de finales de los 80 y comienzos de los 90, años en los que el país estaba en plena efervescencia creyéndose, eso sí, más moderno de lo que en realidad era.

Protagonistas de 'Disco, Ibiza, Locomía'

Con estos mimbres, Locomía hubiese merecido una ficción salvaje y desprejuiciada. Cuando más se acerca a ello es cuando la obra del responsable de 'Eva' y 'Toro' más brilla, pero opta por una mirada más luminosa que, sin dejar de lado el componente reivindicativo, se queda en una desenfadada comedia que entretiene pero sabe a poco.

La estructura elegida por el cineasta recuerda a la de 'La red social', con los protagonistas en la mediación que se llevó a cabo ante el conflicto económico y de derechos que acabó con el grupo. A partir de ahí se viaja al pasado para narrar los eventos que llevaron a tal desenlace navegando entre las relaciones sentimentales, sexuales y creativas de todos ellos para comprender sus rencillas internas. Esto permite a la película ahorrarse la concatenación de los hechos y alternar la acción con la narración.

De lleno en los 80 pero...

Si algo destaca especialmente de 'Disco, Ibiza, Locomía' es su departamento de arte. Los atuendos de los dragones con sus llamativos trajes captan toda la atención del espectador, que entiende la potencia visual que desprendían y que les llevó a tocar el cielo. El tratamiento de la imagen, en vivo tecnicolor y con un grano de corte vintage, te meten de lleno en los 80. No obstante, patina en su retrato de Ibiza. A pesar de lo que la voz en off asegura que era la isla en aquellos años, con el hedonismo como forma de vida, esto no se ve en pantalla. Ni el Ku resulta ser "la mejor discoteca del mundo". Toda aquella etapa queda demasiado pequeña.

Alberto Ammann como José Luis Gil en 'Disco, Ibiza, Locomía'

Las infografías y animaciones que pretenden dar brillo a la película resultan molestas y carecen de valor, sobre todo porque no tienen el poder visual de dar empaque a la cinta, se alejan de la estética de la misma y no ejercen de hilo conductor a lo largo del largometraje apareciendo muy de vez en cuando. Probablemente una de las peores decisiones de 'Disco, Ibiza, Locomía'.

En lo que respecta a la parte interpretativa, Jaime Lorente se hace cargo de un papel alejado de a lo que nos tenía acostumbrados cambiando lo macarra por la pluma. Sorprende al dar con la tecla del manierismo de Xavi Font sin caer en una teatralidad excesiva ni clichés desfasados. Pero sin duda, el sobresaliente se lo lleva Alberto Ammann, quien se transforma por completo en José Luis Gil, no solo en lo físico, sino en su manera de moverse y hablar con su característica cadencia. Esto ha permitido al ganador del Goya a Mejor Actor Revelación en 2010 por 'Celda 211' a explorar una vis cómica en la que pocas veces le han dejado prodigarse.

Con todo ello, 'Disco, Ibiza, Locomía' resulta un entretenimiento ligero y disfrutón que, además, se engrandece gracias a las icónicas canciones del grupo que todos y todas, en mayor o menos medida, conocemos. Respetando la visión del director, te deja un buen sabor de boca si bien con un regusto algo light.

'Disco, Ibiza, Locomía' se estrena en cines el 17 de mayo.

7
Lo mejor: Toda la estética ochentera y la vis cómica de Alberto Ammann.
Lo peor: La falta de transgresión y el retrato de Ibiza.