Mark Gatiss y Steven Moffat están a punto de cambiar Baker Street por Transilvania. Según Variety, los creadores de 'Sherlock' se encuentran preparando una nueva adaptación para la pequeña pantalla basada en la novela de 1897 'Drácula', de Bram Stoker.
"No hay nada como la sangre fresca", afirman ambos entre risas. "Siempre han existido historias sobre el mal, pero lo que hace especial a 'Drácula' es que Bram Stoker dotó de maldad a su propio héroe", añadieron sobre su interés a la hora de realizar una nueva versión del clásico literario.
BBC ha sido la encargada de dar luz verde a este proyecto que estará formado por tres episodios con una duración de 90 minutos cada uno. "El dúo de genios formado por Steven Moffat y Mark Gatiss ha puesto sus ojos sobre 'Drácula' para un evento imperdible en televisión que tendrá lugar en BBC One", anunciaba Charlotte Moore, director de la cadena británica.
De Netflix, para el mundo
Por su parte, Netflix será quien distribuya la serie fuera del mercado británico. "No podemos esperar a que nuestros suscriptores de todo el mundo conozcan la nueva ficción de Steven Moffat y Mark Gatiss, estamos ansiosos por colaborar en otra serie con la BBC", afirmó Larry Tanz, jefe de adquisición de contenidos de la plataforma de streaming.
'Drácula' aún no tiene fecha de estreno, pero muy probablemente llegará a nuestros televisores (y otras pantallas) a finales de 2019.
Los 10 mejores 'Dráculas'
Bela Lugosi: el icono
Hasta la aparición del 'Drácula' de Tod Browning no había una representación estandarizada del famoso conde vampiro. La caracterización e interpretación del húngaro Béla Ferenc Dezs? Blaskó, más conocido como Bela Lugosi (quien ya había representado al famoso conde en Broadway) fueron determinantes para crear en el imaginario colectivo, y durante casi todo el siglo XX, un verdadero icono de la cultura popular: pelazo oscuro peinado hacia atrás, vestuario monocromático (con inconfundible capa negra sobre chaleco blanco), mirada intensa y un par de pequeños colmillos que, a lo largo del tiempo, han ido variando de longitud.
A pesar de ser su recreación más recordada de toda su carrera, Lugosi jamás protagonizó una secuela del film, y solo se volvería a vestir de Drácula para aparecer en la comedia 'Abbott y Costello contra los fantasmas' (Charles T. Barton, 1948) y, de manera esporádica, en un par de shows televisivos. Pero el personaje le caló hondo: tal y como muestra la película 'Ed Wood' (Tim Burton, 1994), el actor pidió en su testamento que le enterraran con su famosa capa de conde vampiro.
Carlos Villarías: el cordobés
Toda una rareza por descubrir: durante el rodaje de 'Drácula', los productores Paul Kohner y Carl Laemmle, Jr. propusieron a Tod Browning filmar una versión paralela con actores y diálogos de habla hispana, destinada a un público que cada vez era más numeroso en la Meca del Cine. Se dio luz verde a la idea, y el cordobés Carlos Villarías fue el único miembro del reparto al que se le permitió el acceso al set de rodaje de Browning, para que estudiara primero y mimetizara después todos los movimientos, gestos y expresiones del intérprete húngaro. Con mucho menos presupuesto, el director George Melford sacó adelante una película que en ciertos aspectos llegó a superar técnicamente a la protagonizada por Bela Lugosi. Tal fue el éxito de este 'Drácula' alternativo no solo entre los inmigrantes, sino también en los países hispanoparlantes, que durante décadas Universal solo distribuyó en ellos la versión de Melford, y no la de Browning.
Durante las siguiente ocho décadas y media, esta versión canonizada de Drácula ha vuelto a ser encarnada, con dispar suerte, por actores españoles: desde Don Jaime de Mora y Aragón ('Las amantes del diablo', 1971) hasta José Sancho ('Kibris, la ley del equilibrio', 2004), pasando por Paul Naschy ('El gran amor del conde Drácula', 1973), Narciso Ibáñez Menta ('La saga de los Drácula', 1973), José Lifante ('Tiempos duros para Drácula', 1976), Luis Escobar ('Buenas noches, señor monstruo', 1982), José María Caffarel ('Polvos mágicos', 1983), Juan Moltón ('Aquí huele a muerto', 1990) o Enrique Sarasola ('Killer Barbys contra Drácula', 2002).
Lon Chaney Jr.: el heredero
Había pasado más de una década y en Universal estaban como locos por volver a lanzar una película de 'Drácula'. Finalmente, ante las negativas de Lugosi, optaron por buscar un sustituto que pudiera estar a la altura. No les costó demasiado: tenían en nómina a Lon Chaney Jr. (hijo del mítico Lon Chaney, El Hombre de las Mil Caras), quien tras haber encarnado al hombre lobo, al monstruo de Frankenstein y a la momia, parecía el idóneo para ponerse la capa de 'El hijo de Drácula' (Robert Siodmack, 1943). El film es hoy una obra casi olvidada, pero conviene reivindicarla por un prodigio técnico de la época: fue la primera en mostrar al espectador la transformación del conde en alado murciélago.
Christopher Lee: en Tecnicolor
Tras casi dos décadas condenado al blanco y negro y en puntuales apariciones cómicas (sobre todo en la emergente televisión), el mundo redescubrió a 'Drácula' gracias a la hipnótica y elegante versión en Tecnicolor que Terence Fisher estrenó en 1958 con el recordado Christopher Lee como protagonista. Con sus casi dos metros de altura, Lee consiguió darle un aire renovado al personaje (más espigado, más cadavérico, más monstruo que humano) pero sin perder la esencia que había aportado Lugosi casi treinta años atrás.
Lee interpretaría a Drácula en ocho películas más, y, en las décadas de 1960 y 1970, parecía que nadie más en el mundo podía dar vida al personaje, ya fuera en Gran Bretaña, en Italia o en España ('El conde Drácula', Jesús Franco, 1970). Los films, además, resultaron ser de una calidad discutible, cada uno más flojo que el anterior, y la carrera del actor se encasilló de manera enfermiza hasta el punto de llegar a interpretarle en tres producciones diferentes en un mismo año.
William Marshall: el afroamericano
Si había una versión que no podía encarnar Christopher Lee (y, de haberlo hecho, Hollywood hubiera estallado entre la indignación real y la burla grotesca) fue 'Blacula', o, como se la conoció en estos lares, 'Drácula negro': en plena época del blaxplotation, William Crain, uno de los primeros cineastas afroamericanos con carrera universitaria, apostó en su ópera prima por una adaptación libre y muy black-power del original de Bram Stoker en el que el protagonista, originario de Centroáfrica (interpretado por William Marshall), sembraba el terror en la capital angelina tras un breve paso por Transilvania. Las cosas como son: la cinta fue todo un éxito de 1972 (tanto en cines segregados como en mixtos; porque, sí, amigos, en aquella época todavía se separaba a blancos y a negros) y dio pie no solo a una secuela directa, 'Grita Blácula grita (Drácula negro 2)' (Bob Kelljan, 1973), sino que dio pie a otros monstruosos experimentos similares del propio Crain como 'Dr. Black, Mr. Hyde' (1976) así como a la parodia catódica (y muy afro) que encarnó Morgan Freeman en varios episodios del show 'The Electric Company'.
¡Ojo! No confundir 'Blacula' con 'Brácula (Condemor II)' (1997), aquel film de Álvaro Sáenz de Heredia con el cómico Chiquito de la Calzada metido (con calzador) en el papel de castizo chupasangres.
Gary Oldman: el renacido
A finales de los años setenta, el conde vampiro, tal y como era conocido universalmente, fue muriendo poco a poco en la pantalla tras unos últimos y vanos intentos por revitalizar al personaje con los rostros de David Niven ('Vampira', 1974), Jack Palance ('Drácula', 1974) y Frank Langella ('Drácula', 1979). En los ochenta, su nombre y su figura (con el rostro del desconocido actor canadiense Duncan Regehr) solo sirvieron como incónico villano en aquel sucedáneo goonie titulado 'Una pandilla alucinante' (1987), donde, junto con el resto de monstruos clásicos, trataban de sembrar el terror en una pequeña localidad de estilo Amblin.
Hubo que esperar hasta 1992 para que renaciera de sus cenizas gracias a la gótica, terrorífica y romántica versión de Francis Ford Coppola, 'Dracula de Bram Stoker', protagonizada por el emergente Gary Oldman. Una película tan celebrada como controvertida, técnicamente irreprochable y con un diseño de producción clásico y a la vez vanguardista, que generó filias y fobias por igual entre quienes veían en el film la adaptación definitiva de la obra de Stoker y los que acusaban al cineasta de, precisamente, haberse tomado demasiadas licencias con respecto a la novela original. La película fue un tremendo éxito de taquilla a nivel mundial y cosechó tres Oscar: Vestuario, Maquillaje y Edición de Sonido.
Gerard Butler: el 'millennial'
Los años noventa solo trajeron sucedáneos low-cost del 'Dracula' de Coppola (casi siempre, directos a los videoclubs) así como la inevitable parodia descafeinada de Mel Brooks con el recordado Leslie Nielsen en la piel de 'Drácula, un muerto muy contento y feliz' (1995). Con el cambio de milenio, se intentó actualizar (literlmente) al personaje, obviando casi todo el material original de Bram Stoker y trayendo a los protagonistas a la Nueva Orleans del año 2000. Muchos vieron en 'Drácula 2000' (o 'Dracula 2001', porque, dependiendo en qué año se estrenara, así se bautizó en unos u otros países) tan solo una versión caucásica de 'Un vampiro suelto en Brooklyn' (sí, aquella de Wes Craven con Eddie Murphy como protagonista), pero al menos dio a Gerard Butler su primer protagonista para la gran pantalla. Algo es algo.
Zhang Wei-Qiang: el 'outsider'
Si hay una versión barroca, inaudita y singular, esa es sin duda 'Drácula: Páginas del diario de una virgen' (2002), una producción canadiense dirigida por el desconocido Guy Maddin y en el que el vampiro tiene las facciones orientales de Zhang Wei-Qiang, en la que fue su único y (que sepamos) último trabajo delante de las cámaras. En blanco y negro, sin diálogos pero con intertítulos (a modo del cine mudo de comienzos del s.XX) y ¡números musicales y de danza!, la película (cuyo guion se centra más en el diario de Mina Murray y no tanto en las andanzas de su prometido Jonthan Harker por los Cárpatos) es una auténtica rareza difícil de catalogar, con mucha teatralidad y algunas dosis de comedia pero sin caer en la parodia bufa y sin renunciar a la intensidad del terror gótico. Una pieza insólita digna de estudio.
Adam Sandler: el animado
Durante la primera década del s.XXI pocos acercamientos al personaje quedaron en la retina de los espectadores; si acaso, el Richard Roxburgh de 'Van Helsing' (Stephen Sommers, 2004) que lo convertía en alter ego del superheroico Hugh Jackman, o el Thomas Kretschmann de 'Dracula 3D' (2012), una producción española de Enrique Cerezo dirigida por el veterano Darío Argento que se subía a la moda de las películas estereoscópicas. Pero en estos últimos tres lustros, realmente no ha habido un Drácula más divertido, animado y salao que el protagonista de las (de momento dos) entregas de 'Hotel Transilvania' (2012-2015), ambas dirigidas por Genndy Tartatovsky y con el inconfundible Adam Sandler poniéndole voz al conde vampiro en la versión original.
Luke Evans: sin colmillos
A pesar del inesperado fracaso de la prometedora serie de TV producida por Universal protagonizada por Jonathan Rhys-Meyers, el vampiro volvería aquel mismo año a la primera plana hollywoodiense gracias a 'Drácula: La leyenda jamás contada', donde la que se pretendía dar una pátina de verosimilitud al personaje real e histórico de Vlad Tepes (Vlad el Empalador), el príncipe rumano del s.XV en el que se inspiró Bram Stoker, centrándose en los orígenes y dilemas del hombre que terminaría convirtiéndose en un legendario monstruo. Luke Evans fue el encargado de darle rostro en esta opera prima firmada por Gary Shore.
Bonus: Conde Draco
No es un Drácula oficial, pero sin duda marcó la infancia de millones de pequeños telespectadores. Bajo el nombre de Conde Draco (Count Van Count en el original anglosajón), los responsables de 'Barrio Sésamo' ('Sesame Street') crearon una versión amable y entrañable que se convertiría en un inigualable profesor de matemáticas capaz de enseñar a los más peques, de mañera tan sencilla como eficaz, a contar y a sumar. El fallecido Jerry Nelson fue su creador, marionetista y voz original, y el recuerdo de este maravilloso personaje perdura en nuestra memoria.