Una nueva adaptación de cómic, un nuevo "remake" aunque sea una palabra mal utilizada en este caso. El Juez regresa a las salas para reclamar justicia, para dejarnos claro que sus viñetas pueden dar lugar a una película de acción como exige la ley. El fallo es, a grandes rasgos, positivo.
Pete Travis se encarga de la difícil tarea de recordarnos que Sylvester Stallone y su 'Juez Dredd' no tenían mucho que ver con el material original. El director consigue su propósito, dando al personaje de MegaCity 1 su digna ambientación, atuendo y forma de actuar. 'Dredd' hace gala de una muy sólida puesta en escena, de la que los fans por fin podrán mostrar su orgullo.
En la película, el protagonista recibe a una aprendiz con poderes psíquicos para evaluar si está preparada para convertirse en Juez de una gigantesca urbe en un futuro controlado por el hampa. Uno de los rascacielos/ciudad dentro de MegaCity 1 es su primer objetivo juntos, y también su ratonera. Ma-Ma y sus secuaces inician el protocolo de guerra, dejándolos encerrados dentro del edificio, a merced de toda la banda de traficantes.
Es una pena que un escenario tan limitado como es un edificio (por mucho que vivan decenas de miles de personas dentro) no permita disfrutar de más escenas del personaje de Karl Urban por las calles con su característica moto. Sin embargo, cumple su cometido como si fuera el nivel de un videojuego. Cada piso que suben es más difícil, más violento, más sangriento.
'Dredd' hace alarde de una falta total de escrúpulos a la hora de mostrar violencia explícita, se ha ganado su calificación con creces. Algo que, siendo quien es, era inevitable e indeseable que hubiera acabado "aligerando" su capacidad como ejecutor. Veremos mucha sangre, y muchas cabezas estampadas contra el granito, pero son quizás las escenas "gore" más bellas que hayamos visto.
La belleza de la violencia
El "Slo-Mo" tiene gran parte de la culpa. Ma-Ma, el personaje de la grandísima Lena Headey, trafica con esta nueva droga que ralentiza el bombeo del corazón para que uno lo vea todo a cámara lenta. Travis ha decidido aprovechar ese elemento del guión para soltar toda la artillería visual. Con las escenas de las Olimpiadas de Londres 2012 muy recientes todavía, el "Slo-Mo" recuerda a la cámara lenta de los deportes acuáticos, sin imaginarnos que sería la tecnología perfecta para que una bala atravesando la cabeza sea una escena que nos deje boquiabiertos más que cortarnos la digestión. Qué decir ya de los efectos con el propio agua o el humo. Además, el 3D está, por fin, lo suficientemente trabajado como para ser una opción preferente.
Si acaso se le puede encontrar una gran pega a 'Dredd' es lo rápido que cae en rutina, siendo piso tras piso una consecución de disparos y destrucción, sin casi diferencias entre ellos. Algo que alarga bastante la sensación de duración de una película que en sí no es precisamente larga como otras adaptaciones de cómics. Por mucho que le hayan querido dar profundidad al protagonista, como mentor del personaje de Olivia Thirlby, el que paga por 'Dredd' no lo hace tampoco por una historia con muchos matices, quiere no ver la cara de Karl Urban en ningún momento y quiere verle fallar a favor de la ejecución inmediata.
Urban se maneja perfectamente con el atuendo de Juez, con una boca muy característica, que es la que carga con toda la carga interpretativa. Su compañera apunta maneras en la acción, pero se queda muy pequeña con Dredd a su lado. Como ya dijimos antes, Headey sigue estupenda con su lado más oscuro, y su apariencia ayuda a construir un villano digno de un gran protagonista.
Muchas veces hemos dicho que este año iba a ser muy bueno en las adaptaciones basadas en cómics, pero es muy gratificante ver que no sólo los superhéroes son capaces de protagonizar una buena película de acción sacada de viñetas. Aunque larga, 'Dredd' es un película de ciencia ficción con un apartado visual realmente trabajado y la dosis suficiente para que haga, nunca mejor dicho, justicia a los orígenes del casco duro de la ley.