Peter Greenaway innova de nuevo. El director de películas como 'Goltzius And The Pelican Company' vuelve a presentar una obra enigmática y vanguardista hasta decir basta: 'Eisenstein en Guanajuato'. En esta ocasión nos ofrece la cara desconocida de uno de los cineastas más prolíficos de la historia de Rusia: Sergei Eisenstein.
Para quién desconozca a este magnífico realizador he de decir que su vida daba para más de una película. Capaz de firmar obras con tinte político y social como 'El acorazado Potemkin' (1925), 'Octubre' (1928) o 'La Huelga' (1924), llega a cruzar el charco y prueba fortuna en Hollywood, donde por motivos ajenos a él tuvo que marcharse e intentar lograr el éxito en México. Pues bien, este destino marcó el resto de su vida y Greenaway escenifica a la perfección las vivencias en Guanajuato.
Pese a las dificultades de comprensión por parte del espectador a la hora de entender los primeros compases de la trama, pronto nos dejaremos llevar por este personaje. Un guión que fomenta lo histriónico y la locura que engloba a Eisenstein. Él mismo consideraba a la vida como un espectáculo y viendo su forma de ser no nos cabe duda.
El trabajo de Greenaway como director es excelente. Presenta un espectáculo en sí, con sobrexposiciones de otras personalidades vitales para el desarrollo de la carrera del montador ruso, como por ejemplo su gran amigo Charles Chaplin. Las dificultades políticas vividas en los años 30 durante el resurgir del comunismo y la sombra de Joseph Stalin formaron parte importante en la obra de este realizador; tal es así que la película que trató rodar ('¡Que viva México'!) no llegó a terminarla.
Eisenstein llegó a Guanajuato habiendo nacido en el Imperio Ruso, donde la sombra del capitalismo en torno a su figura podría constar como una grave traición. Su objetivo era claro: rodar una película que captase el esplendor de México. Lo que ocurrió fue que al verse con tanta libertad , encontró el amor y descubrió su auténtica sexualidad. Jorge Palomino Cañedo (Luis Alberti) fue su guía durante los días que permaneció en Guanajuato, y con el que pudo comprobar el auténtico significado de la pasión. Un dúo de protagonistas que combina de principio a fin pese a las dificultades a las que se enfrentan.
Respecto al elenco, una perfecta elección de Elmer Bäck como Eisenstein. Sus tics, gags y comportamientos sobrenaturales recuerdan mucho al idolatrado director, incluyendo su visión despreocupada de la vida y su poder de convicción. La manera en la que lo asqueroso y pueril se convierte en protagonista escénico desconcierta ante todo. Hay momentos en los que el espectador se sentirá confuso debido al abuso de escenas de vómitos, sexo duro y constantes planos del protagonista desnudo.
Se puede apreciar la simbiosis entre Greenaway y Eisenstein. Como la obra de uno influenció la carrera del otro. Y es que para aquellos que lo desconozcáis, el primero además de director o guionista también es pintor, de ahí su capacidad por deslumbrarnos siempre a nivel visual. La fotografía de la cinta es excelente, con unos planos magníficos y unas ambientaciones bien escogidas. Nos permite adentrarnos en la confusión del personaje y el terror que le supone volver a su país natal.
Una vida a la altura de los grandes genios
A más de uno de vosotros os encantará su banda sonora dominada por los ritmos de piano y sus cambios tétricos. 'Eisenstein en Guanajuato' prioriza la presentación de los personajes ante la sucesión escénica, ofrece una constante evolución del protagonista hasta descubrir que la felicidad es efímera. Lástima que Eisenstein no pudiese terminar su proyecto mexicano por la culpa del novelista estadounidense Upton Sinclair (el cuál retiró la financiación y aconsejó al realizador volver a Rusia). Él mismo terminó el montaje con un resultado desastroso. Tras él, se intentaron otros tantos montajes y ninguno a la altura.
'Eisenstein en Guanajuato' encantará a los cinéfilos empedernidos que además de una historia entretenida busquen un mayor trasfondo y una calidad visual incontestable. Para todos aquellos que desconozcan la vida y obra de este director se sentirán claramente perdidos. Peter Greenaway presenta una obra muy profunda y sentimental con buenos rasgos a nivel técnico pese a algunos momentos que causan vergüenza ajena.